LA GOTA QUE COLMÓ EL VASO (Mi poema)
José Luis Mangieri (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Era un sol de medianoche
que soñaba con el cielo
y en su sueño y en su anhelo
decidió subir en coche.
Fué tan rotundo el fracaso
que a sí mismo repetía
¡que pasada, madre mía!
La gota ya colmó el vaso.

Era un músico indigente,
tan ingenuo y campechano
que pensaba con la mano
y tocaba con la frente.
Mira si seré payaso,
el buen hombre se decía,
pues mi mente desvaría.
La gota ya colmó el vaso.

Era un virus sospechoso
que curaba las dolencias
guardando las apariencias
de no parecer vicioso.
Les comento por si acaso
alguien no me creería
¡virgen santa, ave maría!
La gota ya colmó el vaso.

Era un sabio pinturero
que vagaba por el mundo
y en su saber tan profundo
no sabía era viajero.
Y aunque de luz ande escaso
por él me quito el sombrero
pues yo no sé lo que quiero.
La gota ya colmó el vaso.

Predicador, un farsante,
que decía que sabía
y cuando hablaba mentía
sin rubor a cada instante.
Prometía que al parnaso
el mismo les llevaría
¡ingenuo! allí se moría.
La gota ya colmó el vaso.

El que esto escribe soy yo,
un ser abracadabrante
que atrás no va ni adelante
pues su alma al diablo vendió.
Que sufre un leve retraso,
un mentiroso inocente
que dice lo que no siente.
La gota que colmó el vaso.
©donaciano bueno

«Versos inconsistentes» En nuestro diccionario la palabra inconsistencia se define literalmente así: cualidad de la materia que no resiste sin romperse o que se deforma fácilmente o bien: falta total de unión y relación adecuada de todas las partes que forman un todo. Esa es la intención de estos versos, hechos para sacar una sonrisa. Nada más…y nada menos.

MI POETA SUGERIDO: José Luis Mangieri

Poemas del amor y la guerra

Las rosas se asoman insistentes en el aire azul.
¿Nos están permitidas sin traicionar la memoria?
El recuerdo es tan poca cosa para tanto pasado,
para tanta vida sobre el abismo.
¿Es este otro vino, otro el amor?
¿O todo es un río solitario que deja a algunos en la orilla
crucificados en la injusticia de la muerte temprana?
Sobre las rosas soldados de hielo desaparecen
llevados por el río
y nosotros olfateamos la vida
como animales desbarrancados pero vivos.
Aullamos los nombres de la batalla
pero la guerra ha terminado.
Las antiguas banderas flamean
en la tormenta de nuestro corazón.
Descansen en paz los compañeros
bajo una tierra sembrada de sal
sobre la cual comenzamos a pelear contra el olvido.

de Poemas del amor y la guerra, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2008

A la ciudad le arrancaron los ojos
y los bienamados agitan por los bares sus cucharitas de aire.
Nadie nos conoce a nadie conocemos
Fugitivos muertos que caminan por México nos piden yerba La Hoja
o estampitas de Ceferino Namuncurá. Los que vagan por España,
fallecidos que su pudren como las princesas rusas en el París del 20
¿Pero y los que no están no están?
¿Los desaparecidos desaparecidos?
¿Los muertos dendeveras?
¿Los que no piden discos de Gardel porque los bichos les comieron la música
ni sufren en dólares porque no sufren más?
Temo por ellos algo más pulguiento que la muerte
más pior que los estrujamientos de los huesos
más griposo que desguazarse en los zanjones
o en las aguas puercas del Río de la Plata
algo más feo puede pasarles todavía
olvido desgraciado
Nuestros cuerpos arden en la noche
como animales dorados.
La inteligencia es una espada
que cela en la oscuridad.
Septiembre 1981
Cayó de pronto en esas mismas sombras
calientes todavía,
enfureciéndose por el amor ausente.
El recuerdo no se parece a la nada
murmuró el hombre
hiere y sangra.
Ahora sí
se sintió totalmente desnudo,
amenazado.
Septiembre 1981
El hombre velaba todavía con el fusil al hombro
los grandes nombres que yacían en la memoria.
Pero la ternura de la muchacha relampagueó en la noche
desarmándolo para siempre.
Ahora camina bajo el sol
erguido otra vez sobre la tierra.
Septiembre 1981
La muchacha siempre estaba
con su pelo largo
con sus piernas largas
y su corazón azul
profundo y vasto
como el cielo de todos.
Noviembre 1982
Es el último día del año que vivimos en su totalidad.
Como diría Vivaldi,
pasamos las cuatro estaciones.
Hicimos el amor, nos lamimos como animales ebrios de sol.
No lo olvides: alcanzamos, juntos (nosotros), el cielo.
Y nadie tiene interés ni en regresar ni en saber de dónde vino.
31 diciembre 1982
Las rosas se asoman insistentes en el aire azul.
¿Nos están permitidas sin traicionar la memoria?
El recuerdo es poca cosa para tanto pasado,
para tanta vida sobre el abismo.
¿Es este otro vino, otro el amor?
¿O todo es un río solitario que deja a algunos en la orilla
crucificados en la injusticia de la muerte temprana?
Sobre las rosas los soldados de hielo desaparecen
llevados por el río
y nosotros olfateamos la vida
como animales desbarrancados pero vivos.
Auulamos los viejos nombres de la batalla
pero la guerra ha terminado.
Las antiguas banderas solo flamean
en la tormenta de nuestro corazón.
Descansen en paz los compañeros
bajo una tierra sembrada de sal,
sobre la cual comenzamos a pelear contra el olvido
1 noviembre 1983
Todo era muy cálido
húmedo y turgente.
El amor fue un sol
que reventó en el cielo
y al caer sus pedazos
ardieron la tierra.
27 septiembre 1984
Hoy me levanté dispuesto a ser un buen ciudadano democrático.
Así que comencé a funcionar democráticamente en cuerpo y alma.
Me apené –lo justo– por la miseria de los otros,
me indigné ante la injusticia de las injusticias,
condené –de palabra– a los ladrones y a los asesinos
(sobre todo a los asesinos)
y en el subte compré unas estampitas a un chiquilín rotoso.
Pagué los impuestos en Obras Sanitarias
y las boletas de la jubilación –llegó la hora de pensar en eso–
porque le pagamos las cuentas, me dije,
la democracia nos protegerá a todos
de la miseria –de los otros–
de la injusticia –que revienta a los otros–.
Tiernamente, yo quería ser un ciudadano democrático.
Pero a las tres de la mañana desde París
me llamó mi amigo
con su voz pastosa de amores contrariados y algunas más desgracias
para preguntarme por los antiguos animales
sobrevivientes de la era del fuego y los glaciares.
Así que contesté a París:
bien hermano, andamos medio torpes,
pero la pendejada comenzó a disparar sus primeros versos.
Volvé pronto.
30 noviembre 1984
Hemos incorporado a la muerte
en nuestro corazón
alegremente.
Alguna vez
alejaremos a la sin hueso
para siempre
30 enero 1985
Parecía que la muy belga ciudad de Huy
no existía en la noche ni en el mundo
cuando la encontramos desapareció la rue de la regne con su casa número cuatro.
Finalmente, la luz solidaria de Anne nos sacó de nuestro extravío.
Y Lea y yo dormimos abrazados, encontrados.
16 junio 1985
Hace cuatro años que te hablé de mi amor por vos
a través de una historia espacial.
Hoy vivimos una vida real, en la tierra,
con un amor que tocamos como al cielo.
4 julio 1985
La muchacha partió
adiós adiós
ya todo está en el cielo
azul de la noche
el regreso a casa es más lento
la soledad espía oculta en el ropero
pero no hay sombras
la cama está llena de luz.
8 septiembre 1986
mientras corríamos con los ojos reventados
bajo la oscura noche azul
sin posibilidades
ya ninguna
mientras chorreábamos por todos los agujeros
los naturales y los otros
alguien lavaba cantaba
también hacía el amor
22 junio 1987

Yo no vivo en Dinamarca

Algo podrido recorre el país
que no es Dinamarca
ni yo soy Hamlet.
Los mayores no aguantan la verdad
por ejemplo la de un tiro en la nuca
o la de cadáveres trinchados
en antiguos camiones frigoríficos
no hay imaginario no hay erotismo
que veinte años no es nada
pero los jóvenes de veinte años justamente
tienen una piraña en cada ojo
–para verte mejor–
o en cada oreja
–para oírte mejor–
yo no soy Hamlet
pero ellos tampoco Caperucita Roja
tengan cuidado maduros distraídos
esos niños están al acecho.
13 septiembre 1989

Mirando una reproducción de Andrew Wyeth

hay un pedazo de campo
tirado en ese cuadro
un negro reposa con la horquilla en la bragueta
soñando que ensarta a su amo
los ángeles piadosos del cielo que lo cubre
rezan para que sus sueños se hagan realidad.
13 septiembre 1989
I
La guerra ha terminado
todos los combatientes han muerto
uno sobrevivía
solo tenía una bala de hielo en el corazón
respiraba aún
II
Los combatientes de la derrota se envían cartas de amor
de solidaridad
de tibieza
los mensajes disparan por el aire como pedazos de fuego
que incendian el cielo y desaparecen
avisando de un mundo que fue
la sangre queda.

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Donaciano Bueno Diez
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