A VECES PIENSO (Mi poema)
Minerva Margarita Villarreal (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

Padre, a veces pienso, si tú hoy vivieras,
qué pensarías de mi. Si es posible,
de haberme hecho quizás te arrepintieras.
Hoy presiento que hubiera sido horrible
saber si el sueño huyó por peteneras.

No sabes, si es así, cuánto lo siento
no haber correspondido a tus desvelos,
de nada ya sirve ahora el lamento.
Quizás sobrestimaste tus anhelos
o incapaz fuera yo de armar el cuento.

La vida, padre, ese trozo de tiempo
que dios nos presta en acto dadivoso
hay veces que nos pilla a contratiempo,
pues él siempre se muestra veleidoso
haciendo a nuestra vida un pasatiempo.

Si así fuera, hoy, aquí pido disculpas
que ya cambiar la historia no es posible.
Quisiera yo asumir todas las culpas
que aunque quise imitarte fue imposible
espero tu perdón, si es que me exculpas.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Minerva Margarita Villarreal

Minerva Margarita Villarreal

Aparece

Antes del alba sus manos traen el cielo hasta el muro de piedra
y en lecho de madera abro los ojos que no abro
Su hábito solar….su descalzo venir
estando aún dormida con otros ojos vi
Tersa Teresa de las metamorfosis
blanca es rosa su piel….roza casi su rostro
Detrás del respaldo que no hay
ella misma es respaldo:
Cara….brazos….torso….manos….sobre mi cabeza
Inclinada está:
Cúmulo de luz Teresa bajo el velo negro en la tiniebla rémora
sus pies desde otro plano
la vigilia previa de atravesar
el curso de los astros
e irrumpir
Tersa de las meditaciones
En la tierra el espanto:
Más que asombro
mantequilla líquida penetrando
por no sé qué resumidero
el cuerpo:
Seré una alcantarilla en manos de Teresa
una fiebre de oro de las llagas de Cristo
un cielo desprendido del siglo dieciséis
una viuda oscilante….un dominico en ascuas
una familia perseguida
y de cuatro maneras germinará lo plantado:
Agua del pozo
Agua de noria sin anegar el huerto
Agua de río o del arroyo
Lluvia del cielo:
La humanidad de Cristo desnuda tus pupilas
su tórax alanceado aún gotea
Bañémonos Teresa en esta rojedad
En la tierra el espanto
Bañémonos Teresa
El espanto Teresa
Bañémonos Teresa en esta rojedad.

Esa otra vida

Ladeándose….vadeando….yendo sin rumbo
desde la almohada ardiendo
densa fiebre habría de bendecir
para todo transformar
Ir de la lava de la ira a la armonía de la flor
del hastío a la alegría
de la indignación al llano
previamente alzado por Dios
cuando me eleva
mi llanto adereza su mano
y cuelgan los frutos
llagan:
El rosal donde Cristo abre el ojo
de mi dolencia
La pócima de ingredientes amargos
Con grandísimo desatino
todo me daba vueltas
Muy en lo alto
me observaba
postrada
dándome todo vueltas
Ya el mundo nada dice
pues allá donde nadie ha pisado la luz
con ella doy vueltas
y resuenan en mí
las letras escondidas de su alfabeto
Mamá volátil y encerrada
el mundo se me ha ido
¿Acaso dudas que vengo de la resurrección?

Laude

Del color del viento
del aire que erosiona los muros
De cómo transparentan los matices
de piedras y arenales
el verde sedoso del olivo
bajo el rayo
a lo largo del día
Tersa crucificada:
Así miré tu sangre
la canción de tu sangre
Consunción
oscuro follaje
que mana el agua viva

Dentro rompe la creciente
y salgo de las sombras
que se alojaron en mí
Mi animal huye por la montaña
Hacia allá salgo todos los días
empapada de oscuridad
y de regreso
ya que la luz declina
la nube divide y parte en dos al sol
Dos soles bañan lo perdido
Allá quedaron mis pies buscándolo
mis ojos
mi perdido animal
Pero nada serás
sin estos versos
convertidos en pájaros
en círculos
en pasos
que mis años alargan

La pátina del hierro el amarillo adobe el óxido adoquín
Un eco un chillido un pájaro elevando
los incendiados muros
que el fuego amó
Gravitaciones torceduras
en el margen turbio de las cosas
brilla el silencio
La paila
bajo la teja
que da al patio
de mosaicos rojos
Entro y salgo
y la puerta es tu pecho
entro y salgo
y tus labios me besan
me besa tu inclemencia
me atraviesa tu aliento
Verde sed
a la orilla del río
suntuosidad de hojas flotantes
de viñas y de higueras
cuyos frutos
devoran los pájaros
Las perlas o la sangre
manteles de alabastro
las copas esparcidas
el hierro en que clavaste
el corazón
Todo flota
y el espacio deja de serlo
La muerte y lo que llama de la muerte
Entro y salgo en el instante en que el vino
se vierte sobre la mesa
y vuelven
tus sandalias
con su paso de lluvia
y tus pies a mi pecho
y mi lengua en tus dedos
Porque la noche fue
contada entre los días
y vino entre los meses
y prendió su grano de luz
cuando este templo asciende
en este espacio
en esta mesa

Probar el fruto
y saber
que eres tú.

Lejos de la rosa,
de la primavera y su verde consigna;
alejada también de los príncipes,
de sus dardos
sobre las cabezas de las doncellas;
ese cristal en vuelco
donde cinco minutos de arena
repasan años de furia:
el matrimonio,
la felicidad que habría de aparecer,
la inhóspita tristeza,
los detalles y lluvias que deslavan la vida.
Lejos, de espalda al paraíso,
frente al cañón donde los vientos aguijonean,
me uno a su revuelta,
van con ellos mis deseos, los pétalos y hojas,
las vidas que me aguardan;
a ellos me uno,
misteriosos señores de la huida.

No era la alteración de sus cuchillos
el festivo diapasón que sugería
sino una contrita y despeinada manera de irse escondiendo
Medrar medrar bajo la sangre de la cruz
oración que no termina cuando cesa
y hollar al mismo tiempo en el norte
de este pecho perforado
Medrar medrar bajo la sangre de la cruz
andar en círculo….con el centro vacío
y en añicos el cristalino verbo
Despuntaban carcomidos los ojos de la tierra
Vaciabas en la copa pulida tus dedos glaciales y líquidos
eras el mismo cáliz
Medrar medrar bajo la sangre de la cruz
beber beber hasta embriagarme.

PIEDRA

En esta piedra yo te espero
en el estómago en el regazo de esta piedra
junto al río cuyas aguas dejaron cicatriz
Como jauría con hambre
como perro
te espero
sobre la piedra que contempla
las grandes aguas que no volvieron más
la vista fija de las vacas que la tarde apacienta
estrellas caídas las botellas que alguna vez
guardaron la pureza
Excepto tú todo pasa
y todos pasan por aquí
Excepto tú
por esta piedra
pasan
y en mi mente
quedan
como regalos
de tu ausencia

A EDUARDO CHILLIDA

La pátina del hierro el amarillo adobe el óxido adoquín
Un eco un chillido un pájaro elevando
los incendiados muros
que el fuego amó
Gravitaciones torceduras
En el margen turbio de las cosas
brilla el silencio
La paila
bajo la teja
que da al patio
de mosaicos rojos
Entro y salgo
y la puerta es tu pecho
entro y salgo
y tus labios me besan
me besa tu inclemencia
me atraviesa tu aliento
Verde sed
a la orilla del río
suntuosidad de hojas flotantes
de viñas y de higueras
cuyos frutos
devoran los pájaros
Las perlas o la sangre
manteles de alabastro
las copas esparcidas
el hierro donde clavaste
el corazón
Todo flota
y el espacio deja de serlo
La muerte y lo que llama de la muerte
Entro y salgo
en el instante en que el vino
se vierte sobre la mesa
y de la lluvia
vuelven tus pies
a mi pecho
y mi lengua en tus dedos
Porque la noche fue
contada entre los días
y vino entre los meses
y prendió su grano de luz
Cuando este templo asciende
en este espacio
en esta mesa

LA CASA

La casa que construiste fue arrasada
Vi cómo sucedió
cómo se desprendían paredes y ladrillos
El techo voló
sobre los huesos
y el paisaje entre la hierba abrió
echó raíces bajo las plantas de mis pies
Estoy anclada
y esta casa mojada por la lluvia
esta casa azotada por el viento
hecha polvo
y materia que crece
Esta casa soy yo

FARMACIA

Como si un papalote se alzara por el aire
el velo desprendido los niños
el cabello trenzando
la corona de azahares
los perros mi vestido
niños que el viento aleja
y yo intento unir

Entre esos niños estaba mi padre
que siempre soñó tener una farmacia
en esa esquina donde todo era viento

El salón
donde debo encontrarte
es el mostrador de esa farmacia

Tú pasas sujetando a tu madre en la silla de ruedas
Velar te come las palabras

Estoy sola frente a tu madre
tiene dolor de cabeza cabellos de nieve y morena la tez
Yo le doy dos pastillas que como flores
brotan de mis manos
Le toco la frente
le aliso el cabello
le digo que la amo

Entre el olor de asepsia y las vitrinas
vestida de novia con un satín de cisne
sé que vino a entregarte

EL PUENTE

a Bernard Pozier

Hace años el puente no existía
lo que hoy es el puerto fue un cerco de piedra
Esa casa tan alta de ladrillos rojos
era la primaria
donde yo estudié
Hoy la habitan ancianos
Ancianos:
los primeros niños
que pisaron la escuela
regresan a ella
para nunca salir

LA CAÍDA

La piedra cruzo todos los días
la piedra laja la piedra bola la piedra pinta
la caliza piedra blanda de tus labios
la tigre que con tus ojos me liga
como el cazador a su presa
y hace que caiga en la piedra
que repentinamente
se puso de pie
y me llamó desde un tiempo de silencio
me llamó
para que me aquietara.

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Mi padre duerme. Su semblante augusto
figura un apacible corazón;
está ahora tan dulce…
si hay algo en él de amargo, seré yo.
(César Vallejo)

Autores
Donaciano Bueno Diez
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