¡CUÍDATE, ESPAÑA! (Mi poema)
Martín Coronado (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

¡Cuídate España de tu propia España!
que a punto de arribar el viento frío
pretenden sacar jugo al desvarío
entrando y arrancándote la entraña.

Usarán la espesura en la maraña,
clavándole un puñal tan resentido
que al cuerpo han de dejarle malherido
haciendo ostentación de su calaña.

Cuida del inocente que es verdugo,
que mira de perfil, nunca de frente
si a su evento te invita convincente.

Sólo ansían ahogarte con su yugo
las vísceras sacándole a tu vientre
de modo que no exista ya el presente.

Que así sean tus hijos doloridos,
nunca olviden las luchas que has sufrido
saliendo victoriosos de ese frente.
©donaciano bueno

Cuídate España de tu propia España es el título de una magnífico poema de César Vallejo.

Desterrados ¡oh Dios!, de nuestros lares,
lloremos duelo tanto:
¿quién calmará ¡oh España!, tus pesares?,
¿quién secará tu llanto?
José de Espronceda

«Un nacionalista no puede cambiar de opinión y no sabe cambiar de tema». -El creciente avance de los nacionalismos, a contracorriente de los tiempos, intentan desmembrar países bajo un sofisma: el derecho a decidir. El autor, en estos versos, se lamenta de ello. Y especialmente la malévola utilización de los idiomas para estos fines.

MI POETA SUGERIDO: Martín Coronado

EL LIBERTINO

(DELIRIO)

La copa de licor hierve y rebosa,
Cuán incitante y perfumada está!
Vapor de fuego cual tu aliento, hermosa,
Se eleva de los bordes del cristal!

Vente conmigo, que al placer convida,
Ven á embriagarte y a olvidar también;
Tú, en el camino del Edén perdida,
Tú debes olvidar, pobre mujer!

Tú como yo, para tu mal soñaste
De nácar y de rosa el porvenir,
y al fin, cuando llorando despertaste,
Viste miserias, como yo las vi.

Ven y olvidemos: la existencia vuela,
Mostrando en lontananza el ataúd!
Ven, que a lo menos el deleite vela
Tan negro cuadro con su espeso tul.

Tristes recuerdos de fa tal pasado,
Nubes sombrías, alejemos hoy:
Tal vez mañana nuestro cuerpo helado,
Servirá de sudario al corazón!

Hasta las heces apurando el vaso,
No mas pensemos en el mundo vil…
Que el tiempo huya con gigante paso
Ni a mí me importa ni te importa a ti!

Ven a gozar con la locura ardiente
Que produce en las almas la embriaguez!
Ven a posar tus labios en mi frente!
Ven a apagar el fuego de mi sed!

Vete, vete, mujer! tu hálito inmundo
Me abrasa … vete ya, por compasión!
y esta es.la dicha que busqué en el mundo!
y esta es la calma que pedí a tu amor!

Aquel perfume de las bellas flores
Que adornaban tu sien ¿en dónde está?
Y aquella luz de mágicos colores .
Que irradiaba sus rayos en tu faz?

Y aquel estrecho y voluptuoso abrazo
Con que mi cuerpo al tuyo encadené?
Y aquel suave contorno de tu brazo,
y aquel beso…¿mentira son también?

Mentira, sí! cuanto gocé contigo .
Ha sido un sueño que pasó veloz,
Y te odio. te desprecio y te maldigo,
A ti, que me has helado el corazón!

¡AMOR!

I
Suelto el blondo cabello,
En ondas por su cuello
y en guirnaldas de rizos por su frente,
La ví por vez primera,
Risuena y placentera
Como un rayo de luz del sol naciente.

La ví. … y bajó los ojos,
y púdicos sonrojos
Tiñeron su mejilla nacarada;
Estremecióse, y luego.
Veloz, llena de fuego,
Se·encontró con la mia su mirada.

En su faz ruborosa,
Su mano temblorosa
y su seno agitado y palpitante,
Creí entrever un cielo …
y a impulsos de mi anhelo
Tendi á ella los brazos delirante.

Tornóse otra vez roja,
y tembló cual la hoja
Que al huracán ¡nclínase gimiendo;
Me contempló un momento,
y con turbado acento
Me dijo adios y se aleJó sonriendo.

II
De entonces suspirando
Pregúntome hasta cuando
Durará la ansiedad que me devora;
y siento dentro el pecho
Mi corazón estrecho
Para el amor inmenso que atesora.

Amor1 blando murmullo
De un beso, eterno arullo
De las almas hermanas que se tocan;
Amor! plegaria ardiente
En que con fe vehemente
A Dios y a la mujer al par se invocan.

Amor! tal lo comprendo,
Tal vez ¡ay! revistiendo
De formas una imágen ilusoria;
Tal vez creyendo ufano
Que para el ser humano
Hay algo mas que dicha transitoria.

Oh! no! no es quimera
Mi amor! mi alma espera,
Envuelta en sus divinos resplandores,
y siente estremecida
Que viene á darle vida,
Como el rocío á las marchitas flores.

SOBRE EL ALERO…

Sobre el alero escarchao

Encontré esta madrugada

Una palomita blanca
Que el viento había extraviao.
Porque es tuya la he cuidao
Con cariño y con desuelo,
Y la cinta color cielo
Con que venía adornada
Al cuello la llevo atada,
Por ser cinta de tu pelo.

25 DE MAYO

Hijos de Mayo somos.
Saludemos con él nuestro evangelio;
Mayo es una grandeza inmaculada,
Gloria sin ambición, gloria del pueblo.
La libertad fue siempre,
en todas partes, explosión de incendio,
algo como el volcán cuando se desgarra
de la montaña el inflamado seno,
y su paso a través de las edades
con roja luz ha iluminado el cielo.
Sólo en el Plata tuvo
del sol que nace el esplendor sereno,
sólo en el Plata derribó el pasado
con la tranquila majestad el tiempo,
Mayo surgió en la historia
y abrió a la luz los horizontes nuevos,
como el caudal de fecundos ríos
cuando desbordan sobre el cauce estrecho.
Saludemos a Mayo
que es de la libertad gloria y ejemplo,
sin olvidar jamás que a nuestros padres
para ser libres, les bastó quererlo.

El ángel de la guarda

Madre, que vas á morir
Junto a la cuna inocente,
Donde duerme sonriente
La orfandad del porvenir;

No en vano clamas al cielo
Poniendo el alma de hinojos,
y en torno giras los ojos
En las ánsias de tu duelo.

No podra más, en tu ausencia,
La orfandad que tu plegaria
No quedará solitaria
La cuña de la inocencia.

Sobre tu niño eslendida,
Como tus brazos otrora,

Está el ála protectora
Que ·fué el sueño de tu vida.

Dulce, inmóvil, en acecho,
Vela por él la mirada
Que en lágrimas empapada
Se está apagando en tu lecho.

Tiene toda la ternura
y el calor de tu cariño,
y ha copiado para el niño
De tus ojos la dulzura.

Muereen paz: su ángel guardián
Lo está arrullando dormido
Es el cielo prometido
Á las madres que se van.

VÍA CRUCIS DEL POETA

I
Allá vá, con la frente circundada
De brillante y purísima aureola!
Es el poeta, pobre alma so!a,
Sin guía y sin sosten en la jornada.
Del mar del mundo la gigante ola
Le arrastra en su carrera arrebatada,
y donde quiera que en su marcha le halla
Sobre él rugiendo la tormenta estalla.

Es el poeta, desvalido, errante,
Que busca el ideal de su esperanza,
y al infinito con ardor se lanza,
Siempre lleno de fé, siempre adelante!
Mas ay! nunca se muestra en lontananza
Aquel fantasma aéreo, vacilante,
y en torno suyo solo vé el desierto
A la insondable inmensidad abierto!

En donde está su hogar? … noche sombría
Envuelve sus recuerdos: del pasado ….
En donde sus amigos? …. le han amado
Antes, en la fortuna y la alegría.
Hoy es su único amor la luz del dia,
Su hogar el horizonte ilimitado,
Su lecho de placer el duro suelo,
Las lágrimas su pan, su abrigo el cielo.

II
Herida vá su delicada planta,
Mas no el cansancio su valor minora;
A veces cae, pero piedad no implora:
Su voluntad de hierro le levanta.
Le abrasa el sol, la fiebre le devora,
Tiene hambre y sed, y sin embargo canta,
y por su voz ardiente estremecida,
La humanidad rebosa en nueva vida.

Canta la gloria, y por lograr renombre
Todos hacen esfuerzos sobrehumanos;
Canta la fé, y júntanse las manos,
y humilde dobla la rodilla el hombre;
Canta la libertad, y los tiranos
Tiemblan oyendo su bendito nombre ;
Canta el amor, y afan desconocido
Siente la vírgen en su casto nido.

Hay en su lira para el mundo entero
Notas de dulce y poderoso encanto:
Ora llevan el bálsamo del llanto,
Ora el fuego del cántico guerrero.
Solo él, que padece y ama tanto,
No escucha ni un acento placentero,
-Que en las horas de prueba llegue a su alma
A devolverle la anhelada calma.

III
Como el sol tras la noche dilatada,
Como el iris de paz tras la tormenta,
Un dia en su camino se presenta
Una mujer que le habla enamorada.
Es bella como un ángel: todo alienta
Al vívido calor de su mirada:
Sus labios de carmín, humedos, rientes,
Son de pasion inagotables fuentes.
Los rizos de su blonda cabellera
Ondéan en su espalda alabastrina,
y en su agitado seno se adivina
Lá ternura que en él durmiendo espera;
Es su tallo gentil cual la palmera
Que del Sahara la aridez domina:
Jamás hubo en humana criatura
Juntos tanto candor, tanta hermosura!

IV
Y allí el poeta entre sus brazos mira
Aquella forma que el pudor colora,
Blanca, cual la esperanza que atesora.
Pura, como el ideal porque suspira.
Es ella, ella! la que su alma adora,
La que arrancó mas ayes a su lira,
La imagen celestial, resplandeciente,
Que en sueños creó su acalorada mente.

Y es suya al fin! oh! si le fuera dado
Abandonar el miserable suelo,
y en alas de su amor tender el. vuelo
A otra region con el objeto amado!
Oh! si pudiera en su gigante anhelo
Llegar de un paso hasta el Eden soñado,
y olvidando su angustia y sus dolores,
Cubrir su senda de lozanas flores!

V
Quimérica ilusion! utopia vana
Que huye veloz apenas comprendida,
Como huye la sombra confundida
Ante el primer albor de la mañana!
Esa mujer por quien tanto se afana
Mírala en lodo inmundo convertida;
Esa imágen de luz y de belleza,
Es ay! la encarnación de la impureza!

El de cariño ofrécela un tesoro,
y unirse á ella con eternos lazos,
y la brinda el asilo de sus brazos,
y se estremece al contemplar su lloro.
y esa mujer le dice: <¡Dáme oro
En cambio de mi amor y mis abrazos:
Dáme palacios, siervos y delicias,
y yo te embriagaré con mis caricias!»

Con la ansiedad de la ilusion perdida,
Con el dolor de la esperanza muerta,
Con el alma sin fé, triste, desierta,
y la pupila en llanto humedecida,
Sigue el poeta en su carrera incierta,
Dando su último adiós de despedida
A esa hora de olvido y de demencia
Que endulzára un instante su existencia.

VI
Las canas cubren su laureada frente,
Canas de una vejez ¡ay! prematura,
Que pueblan la cabeza del que apura
Cuantos martirios ideó la mente; .
Su pié vacila, y en la peña dura
Huellas de sangre deja: ya no ardiente
Suena su voz: su lira, destrozada
Como su corazon, yace callada:
y lucha aún! pero un momento llega
En que acaba el vigor que le sustenta;
Su espíritu viril en vano intenta
Dominar el poder que le doblega.
Su marcha se hace cada vez mas lenta,
Mas la tierra en sus lágrimas anega,
y cae por fin, exánime, abatido,
y no levanta ya : ¡todo ha concluido!

Sus párpados se cierran: su mirada
Tórnase sin fulgor ni sentimiento;
Suspiro leve, que arrebata el viento,
Se exbala de su labio, y luego …. nada!
Su alma pura, del currpo desligada,
Sube como el incienso al firmamento:
Un nombre vano, deleznable gloria,
Conservan en la tierra su memoria!

VII
Esa es la vida del poeta, esa!
El dolor sin medida, el desencanto;
Una agonía cruel que nunca cesa;
Un camino regado con el llanto.
El dulce culto del amor profesa ;
Una mujer hace brotar su canto,
y cuando se hunde su ángel en el lodo,
Pierde el valor, la fé, lo pierde todo!

Mientras la llama de su génio arde,
y la sien tiene de laurel orlada,
Acaso exista una alma entusiasmada
Que su recuerdo con carmo guarde.
Muerto, sobre su tumba desolada
Alzarán su plegaria allá en la tarde,
Cuando su último rayo el sol irradie,
Una madre, una hermana …. ¡tal vez nadie!

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Donaciano Bueno Diez
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