¡MÚSICA, MAESTRO! (Mi poema)
Fray Iñigo de Mendoza (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

(Décimas espinelas)

Debajo de tu mirada
se esconde una melodía,
hay sueños y hay poesía,
y hay pasión desenfrenada.
Y una ilusión que, pintada,
desprende tan fino olor
que va tornando el color,
e invita a decir te quiero
¡suena ya, si no me muero,
te estoy esperando, amor!

Y hay sentir de manantial,
cantares de lluvia fina.
Debajo de esa colina,
hay música celestial,
rugido de bacanal
que resuena a cada paso
y lo eleva hasta el parnaso
que a todo el sonar se aviene,
¡que suene, música suene,
que en su fuego ya me abraso!.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Fray Iñigo de Mendoza

LA HISTORIA DE LOS TRES REYES MAGOS

Cancionero

Introducción

Dicho tu primer tormento,
¡o nuestro claro miralle!,
aquel alto adoramiento,
aquel sabio ofresçimiento
no está razón que se calle,
que los tres reys que venieron
de la parte oriental
con la más fe que podieron
te adoraron, te ofresçieron,
como a su rey divinal.

Aplícalo a reprehensión de nuestra poca devoción

¡O quán gran reprehensión
para los tiempos de agora!
¡O quán poca devoción
daquesta nuestra nación
si el Señor no lo mejora!
De tanta tierra paganos
venieron por le adorar,
y los nuestros castellanos
no quieren salir, de ufanos,
desde su casa al altar.

Pues a su gran confusión
contemplen los tales fieles
con qué amor de coraçón
de tan estraña región
vinieron los reys infieles
por camino no sabido
sin poner dubda ninguna;
¡o amor tan encendido,
dar tres reinos a olvido
por ver un niño de cuna!

Pone la razón porque llamaron a estos tres Reys Magos

Con una sabia prudençia
para conservar sus leys
a los varones de sciencia
se dava la preminencia,
en aquel tiempo, de reys,
y con esta discreçión
se guardavan sin estragos,
ca según dize Platón
bien andante es la región
a do goviernan los magos.

Pues estos governadores
de quien habla nuestro metro
por ser grandes sabidores
alcançaron los honores
del ponposo real çetro;
pues si nuestro San Matheo
les da magos sobrenombres,
fue la causa, según creo,
porque magos en caldeo
quiere dezir sabios ombres.

Prosigue la historia

Los altos entendimientos
destos varones reales,
lo más están intentos
en mirar los movimientos
de los cursos çelestiales,
ca según la profecía
de Valán y del estrella,
por çiençia de astrología
entendían saber el día
del parto de la donzella.

Contemplando, deseando,
esperando la tal prueva,
estando por ella orando,
un estrella relumbrando
allega con la gran nueva,
y para prueva mayor
de sus hablas y respuestas,
dentro de su resplandor
tray al niño Redemptor
con su dura cruz a cuestas.

Exclamaçión al niño que traía la cruz

¡O paso muy dolorido
mas, por cierto, verdadero!
No sólo rezién nasçido,
mas en siendo conçebido
te dio pena este madero,
que en el vientre do yazías
en la tu divinal luz
manifiestamente veías
el triste fin de tus días
aver de ser en la cruz.

Compara y prosigue

Como haze el despertar
desparar las fantasías,
así hizo desterrar
todo el vano idolatrar
destos reys nuestro Mexías
con la luz esclaresçida
que los alumbra y recrea,
con la qual él los combida
que con quexosa partida
vayan a verle a Judea.

Ya parten con sus presentes
aquestos grandes señores
a ser entre los vivientes
los tres primeros creyentes
después de nuestros pastores,
trayendo por guiadora
fasta llegar a Belém
aquella estrella que agora
se les esconde a desora
cerca de Hierusalém.

Pone una razón del desaparesçer de la estrella

¡O caridad tan sedienta,
que con tres reys excelentes
no estás harta ni contenta,
mas andas toda hambrienta
por tragar los inocentes!
Escuresçes el estrella
con una hambrienta gana
porque hallados sin ella
ençiendan nueva querella
en la embidia herodiana.

Añade otras dos razones

Y porque tus conbidados
¡o sacro niño bendicto!,
fuesen más certificados
escuchando a los letrados
lo que de tí era escripto,
y porque su devoçión,
¡o gran magestad divina!,
fuese muy gran confusión
a la perversa naçión
que te estava tan vezina.

Comparaciones

1
Quales con el mar airado
se congoxan los pilotos
descubriendo su cuidado
su temor desordenado,
lloros, promesas y votos;
quales andan los guerreros
quando al adalid han muerto
sin tino por los oteros,
estos christianos primeros
tales andavan por cierto.

Mas ya negada del çielo
la primera claridad,
seyendo forçado consuelo
de remediarse en el suelo
vánse dentro a la çibdad,
porque en grandes poblaçiones
ay quien sepa los caminos,
ay sabidores varones
que declaren las questiones
de los misterios divinos.

2
Estavan los moradores
boca abiertos, alterados,
como están los labradores
quando en cas de los señores
miran los paños brocados;
los menudos se espantavan,
los letrados se corrían,
los señores se ensañavan
quando los reys les contavan
el nuevo rey que tenían.

3
Al rey que está poderoso
levantársele rey nuevo
¡quánto le stá doloroso!
¡quánto le stá peligroso!:
con nuestro reino lo pruevo,
que puede ser bien testigo
desta causa de bollicio;
ya miráis en lo que digo,
que diz que es tu enemigo
el ombre de tu oficio.

De aqueste miedo se altera
Herodes y se demuda,
y quiere buscar manera
cómo el dicho niño muera;
por quitar sospecha y duda
y pensando de engañar
a los que ivan buscalle,
enbiólos luego a llamar,
so color de se informar
del niño para adoralle.

La cabsa de la passión
deste su temor humano
fue covarde suspeçión
de la real susçepçión
de Aristóbolo o Ircano,
temiendo de ser trocado
por legítimo heredero
porque estava en el reinado
más por fuerça que por grado,
en ser varón estrangero.

4
Como haze la candela
quando alumbra las conpañas,
que con su luz les consuela
sin que de su mal se duela,
pues se quema sus entrañas,
así, lector, si lo veys,
aquestas gentes ebreas
se quemaron en sus leys
dando gran luz a los reys
con su propheta Micheas.

Prosigue la historia

Los quales luego en entrando
todos tres en general,
como discretos, mirando
que deven dexar el mando
al gallo en su muradal,
fincáronse de rodillas;
a las cosas preguntadas
començaron a dezillas
y las nuevas maravillas
que les eran reveladas.

El uno dellos dizía
a los hijos de Abraán
según que se contenía
en aquella prophecía
del mal propheta Balaán,
ca según les prophetó,
Jacob antes que finase,
la estrella se les mostró,
aquel hebraico signo
que su pueblo governase.

Esta sentencia primera.
el segundo confirmava,
diziendo que cierto era
que una virgen pariera
el niño que se esperava
en el modo que Isaías
mucho antes escriviera
de una virgen Ezechías
que pariría al Mexías,
la virgen quedando entera.

El tercero y postrimero
pruévalo con Daniel
ser nasçido el cordero,
el Mexías verdadero,
en el pueblo de Israel,
el qual sobre esta razón
prophetizó Zaquaría
la sacerdotal unçión
quando el más sancto varón
al dicho pueblo vernía.

Jacob dixo adelante,
por más quitarnos de dubda,
que nasçiendo aquel infante
no avría verga reinante
en todo el tribu de Juda,
y pues todo enteramente
así se falla complido,
asaz se muestra patente
a qualquier ombre prudente
quel Mexías es venido.

Cómo se despidieron los Reyes Magos

Hecha su proposiçión
con tan fundada eloquençia,
todos tres, en conclusión
le hazen suplicaçión
que les quiera dar liçençia;
él les respondió que vayan,
pero con tal condiçión
que quando adorado le ayan,
ellos de vista le traigan
verdadera informaçión.

Conparaçión de quando tornaron a ver la estrella

La madre quel hijo llora
quando le dizen que es muerto,
si lo ve bivo a desora
está gran pedaço de ora
que no cree ser él de çierto,
y después de conosçido,
luego el maternal amor,
el lloro quedado a olvido,
haze el gozo tan cresçido
quanto primero el dolor.

Oída la prophecía
de Belén de Efrata,
tomaron los reys su vía
y la su primera guía
se les muestra clara ya,
con cuya çertinidad
de no perder el camino
van con gran seguridad,
seguiendo la claridad
daquel adalid divino.

Con ardientes coraçones
llegados do deseavan,
¡o en quán poquitos dones
aquestos sabios varones
grandes cosas señalavan!
Allí tu divinidad
fue temida y adorada,
fue tu real magestad
con tu sancta humanidad
conosçida y confesada.

Pues en el pobre portal
de las ricas maravillas,
la donzella virginal
que su hijo divinal
empañava en sus rodillas,
entraron súpitamente
con el su brocado arreo
las premiçias de la gente,
en sus manos gran presente,
en sus almas gran deseo.

Pone los nombres de los tres reyes

Derrocados a la par
adoran al ombre Dios;
al uno llaman Gaspar,
Melchior y Baltasar
llaman a los otros dos;
y después que adoraron,
mirando su resplandor
tan gran espanto tomaron
que gran pieça no hablaron
de reverençia y temor.

Salidos ya del callar
quel tu temor les ponía,
començáronse a rogar
con un cortés porfiar
quál primero hablaría;
porfiada la quistión
en el pobre portalejo,
esta fue su conclusión:
que devía, según razón,
de començar el más viejo.

Pone la ofrenda del primero rey

El qual después de rogado,
nonbrando tu sancto nombre,
profundamente inclinado,
propone muy reposado:
«adórote, Dios y ombre,
confieso tu eternidad,
llámote fin y comienço,
y por más çertinidad
sirvo a tu divinidad
con esta caxa de inçienso».

Exclamación al dicho rey

¡O tú, cuyo entendimiento
todos los nuestros traspasa!
Tu alto conosçimiento
no paresce ser del cuento
de aquesta nuestra vil masa,
que en la caxa que ofreçiste
toda nuestra fe se encierra.
¡O quánto que meresçiste!
¡O quánto que tú dixiste,
para ser hecho de tierra!

La natura angelical,
confirmada en la luz clara
por una graçia espeçial
con la esencia divinal
se miran cara por cara;
yo no sé que más pudiera
confesar con lengua humana,
¡o lengua tan verdadera,
puédete llamar qualquiera
sínbolo de fe christiana!

Exclamación

¡O, quántos pienso hallasen
si buscasen entre nos
que si bien los espulgasen
quando a la prueva llegasen
no conosçen si ay Dios!
Porque si bien conosçiesen
su bondad y su justicia,
por endiablados que fuesen
inposible es que toviesen
tan sin freno su malicia.

Porque la clara verdad,
tan corrompido está el mundo,
para siempre enemistad,
con culpable brevedad
pasemos al rey segundo;
pasemos, tristes, pasemos,
que en esta nuestra comarca
los pilotos que tenemos
enbaráçannos los remos
estando rota la barca.

Comiença la ofrenda del segundo rey

Ofreçido y resçebido
el primer don exçelente,
quando el rey segundo vido
levantado y despedido
al rey anciano prudente,
començóse de inclinar
con tan gran tiento y reposo
como suele acostumbrar
al tiempo de consagrar
qualquier santo religioso.

Inclinado por tal vía,
entretanto que callava
alterávase y temía,
contenplava y comedía
quién delante dél estava,
y entre tal admiraçión
descubrió su caxa el rey,
descubrió su discreción,
descubrió tu encarnación
encobierta so la Ley.

Descubrió más adelante
prophetizando tu pena
con un sañudo semblante,
a manera de elefante
que se ensaña en sangre agena,
la tu sangrienta passión
que aún estava por venir,
y movido a compassión
antepone a su oblación
este lloroso dezir:

Llantea este rey la advenidera muerte del infante

«Hazed llantos, los bivientes,
lastimad vuestras entrañas;
¡o, vos, pecadoras gentes,
los ojos tornad en fuentes
con maravillas tamañas!
Llorad la muerte primera
que heredastes del primero;
llorad la otra que espera
en su carne verdadera
aqueste Dios verdadero.

Llorad la divinidad
que por nosotros se abaxa
a sufrir tal crueldad;
llorad la moralidad
de la mirra de mi caxa,
la qual sólo le presento
con piadosa intención
para después del tormento,
con que esté en el monumento
guardado de corrupción.»

El gemir y sospirar,
que no sufren habla luenga,
con un secreto atajar
hizo al rey abreviar
el intento de su arenga,
y viendo que no podía
proseguir a su talante,
ofreció el don que traía,
y entretanto que ofrecía
bolvió la habla al infante:

Ofrece el rey segundo

«Niño humilde y soberano,
niño justo y piadoso,
niño divino y humano,
padre del pueblo christiano,
hijo de Dios poderoso;
resçebid aquesta oferta,
entre nos mirra llamada,
en señal que es cosa cierta
que la vuestra carne muerta
ha de ser y sepultada.»

Pone el llanto de Nuestra Señora

No sé quién sepa deziros,
por gran orador que venga;
no sé quién pueda escriviros
los entrañables sospiros,
por suelta mano que tenga,
con que la virgen María
publicava su dolor
mirando la prophecía
quel segundo rey dezía
de la passión del Señor.

Mas la alta perfeçión
que en ella siempre morava,
con pesada discreçión
sojuzgava el coraçón
en tanto que el rey hablava,
mas acabado a desora
este rey su fabla triste,
començó Nuestra Señora;
tú sola triste lo llora;
tú sola, que lo pariste:

Pone las gracias que Nuestra Señora rescibió sola

«Yo só la que sola espero
un dolor tan sin remedio;
yo sola llorarlo quiero,
que no tengo compañero
que tenga en el hijo medio,
ca sola lo conçebí
sin lo que natura ordena:
pues sola, triste de mí,
que sin dolor le parí,
con dolor lloro su pena.

Yo só la que fue formada
del en mi vientre formado;
yo só la libre engendrada
de la carne condenada
por el hijo en mí engendrado;
yo que tan sola espeçial
por este hijo me hallo
tener nonbre maternal
con pureza virginal,
yo sola devo llorallo.

Yo sola fui concebida
sin pecado original,
la cual gracia en esta vida
no fue jamás recebida
por otra muger mortal;
pues quien fue tan singular
en la merced recebir,
deve serlo en el pesar,
deve, llorando, cantar:
tan ásperas de sofrir.

Glosa de «Tan ásperas» en nombre de Nuestra Señora

Yo siento dentro un ferir
de penas muy desiguales,
mas no las puedo dezir;
tan ásperas de sufrir
son mis angustias, y tales,
que los dolores mentales
me fuerçan a plañir;
¡ay, que son tan prinçipales
que de mis esquivos males
es el remedio morir!

La mirra que fue ofrecida
al infante enbuelto en paños
y su nueva dolorida
fatigan mi triste vida
y hacen crecer mis daños,
porque, su muerte sabida,
biviré yo pocos años
sufriendo triste, afligida,
cuitas, afán sin medida,
sospiros, lloros estraños.

Será muerte mi bevir,
y serán sus arravales
pensando en lo por venir
soledad, grave gemir,
dolores, ansias mortales
o ravias descomunales;
¡quán claro está de sentir,
según aquestas señales,
que de mis esquivos males
es el remedio morir!

Torna la habla a Josep, su esposo

Y tú, viejo tan honrado,
que meresçiste en el suelo
ser conmigo desposado,
ser tanbién padre llamado
del alto Señor del cielo,
llora tras mí tú segundo
y demos gritos los dos
con un dolor muy profundo:
¡ay por el Señor del mundo!,
¡ay por el Hijo de Dios!

¡Ay de la madre cuitada,
de quien está prophetado
que verá la desastrada
muerte, cruel, desonrada,
del hijo crucificado,
porque enclavado el Señor
por el pueblo cruel, malo,
sofrirá muy más dolor
la madre en la cruz de amor
que no el hijo en la de palo!

¡Ay de los tristes oídos
por do tal nueva recibo!
¡Ay de los tristes sentidos,
abrasados y encendidos
en fuego de amor bivo!
¡Ay dolor del coraçón!
¡O hijo justo y suave,
que será triste presión
do la tu muerte y passión
estarán siempre so llave!»

Comiença el ofrecer del terçero rey,
el qual consuela primero a Nuestra Señora

Como es dulçe al paladar
tras la purga la mançana;
como dulçe al navegar
quando brava está la mar
tras la noche la mañana;
como es dulce gran tesoro
al que en pobreza se vey,
así dulce tras el lloro
fue la nueva enbuelta en oro
que ofreció el tercero rey.

Para ablandar el dolor
en el pecho de la madre,
este sabio embaxador
ha traído un lamedor
de la tienda de Dios Padre;
es, a saber, una nueva
desdel cielo revelada,
con la qual porfía y prueva
que la virgen más no deva
llamarse desconsolada.

Comparación

Y porque pueda mejor
auctorizar su embaxada,
con muestras de sabidor
haze como esgremidor:
encomiença una levada
con la lengua por espada,
con la discreción por mano,
pintando la muy pintada,
loando la muy loada
madre del muy soberano.

Y començó con un canto
más de ángel que de ombre:
«¡O virgen!, da fin al llanto
porque puedas saber quanto
es de renombre tu nombre,
porque como la serena
adormece a quien la escucha,
así con mi nueva buena
haré yo dormir la pena
del mal que contigo lucha.

¡O reina delante quien
las reinas son labradoras!
Tú las hazes almazén;
tú, arca de nuestro bien,
nos las desdoras y doras,
porque quantas son nascidas
delante tí cotejadas
son fusleras conosçidas,
mas por tu cabsa tenidas
deven ser por muy doradas.

Que si por muger dezimos
aver venido las penas
que en amos mundos sufrimos,
de tí, muger, resçebimos
la paga con las setenas;
culpa bienaventurada
por San Gregorio doctor
es esta nuestra llamada,
por meresçer ser limpiada
por tan alto Redemptor.

Pues si mal nombre padescen
por el daño que nos dieron,
¡o virgen!, no lo meresçen,
pues contigo nos ofresçen
mayor bien que mal hizieron;
así que por tu respecto,
por malas que puedan ser,
a qualquier ombre discreto
parezca blanco lo prieto
por tí, que fueste muger.

Ofrece el tercero rey

«¡O reina! Pon la memoria
en el bien que reçibiste
y mira, verás qué gloria;
los ángeles son estoria
del ángel que tú pariste,
el qual niño divinal
que yo de presente adoro
ha de ser rey eternal,
para en señal de lo qual
le ofresco esta caxa de oro.

Prueva su intención con Isaías propheta

Hallarás en Isaías,
¡o sancta virgen y madre!,
quel hijo que tú parías
sin ningún cuento de días
ha de reinar con su padre;
pues por su crucificar,
que nos libra del infierno,
no deves, virgen, llorar,
pues ha de resuçitar
universal rey eterno.

Pues reina en la dignidad
del infierno, tierra y cielo,
grandeza con humildad,
madre con virginidad,
no quieras hazer más duelo,
porque no tienes razón
de llantear tus dolores,
mas llore tu coraçón
la cabsa de su passión,
que somos los pecadores.»

Habla el auctor

Esta nueva recontada
con su graciosa oferta,
nuestra reina fue tornada
alegre de apassionada
y biva de medio muerta,
y por la nueva que oía,
porque crea que la crey,
con gran muestra de alegría
nuestra preciosa María
dio grandes gracias al rey.

Torna a la historia

Declarados y ofrecidos
en el dicho portalejo
los dones y rescebidos
y los tres reys despedidos
de la madre, hijo y viejo,
y al infante divino
besados sus sacros pies,
por mejor guardar el tino,
por el su primer camino
se quieren ir todos tres.

Mas aquel gran sabidor
de los secretos engaños,
con ángel embaxador
les muestra por do mijor
puedan caminar sin dapños,
el qual, de parte divina,
en esa noche seguiente
do duermen tras su cortina
los avisa y encamina
diziendo muy mansamente:

Habla el ángel a los Reyes Magos

«Los misterios ascondidos
de la alta providencia,
aunque no sean entendidos
han de ser siempre tenidos
en una gran reverencia,
ca las obras divinales
de lo justo no exceden,
que según los naturales,
los efectos salen tales
qual la causa do proceden.

Pues si toda causa buena
produze bueno el efecto,
todo quanto Dios ordena,
si perdona, si condempna,
todo va medido y recto;
esto se dize por tanto
porque revelaros quiero
un gran juizio de espanto,
una crueza de encanto,
un hecho muy carnicero.

Un hecho muy desabrido,
mas no va sin justo peso,
porque todo va regido,
muy pesado, muy medido,
por aquel divino seso;
los tiranos en la cumbre
de sus estados reales
sirven de lo que la lumbre
a la divina costumbre
quando cendra los metales.

Acordáos si avéis leído
en el libro de la Ley
cómo ovo enduresçido,
de pura saña encendido,
a Pharaón el gran rey
fasta que dentro en la mar
fue sumido por miraglo:
fue dexado porfiar
porque se fuese a penar
muy presto con el diablo.

Por esta cabsa consiente
el justo juez soberano
que contra el pueblo inoçente
de temor se desatiente
el mal Herodes tirano,
hasta ser tan inportuno
en sus sentencias y modos
que por recelo de uno
degollará de consuno
en Bethleem los niños todos.

Esta fiera execución
porque Dios quiere que aya
un año de dilación;
vuestra sabia discreción
por otra parte se vaya,
quel no ser certificado
enfrenará su rigor
entretanto que es citado
para que parta forçado
delante el emperador.»

Comparación

Como pone demudado
la compassión natural
el rostro que ha mirado
algún romero llagado
del huego de San Marçal,
cuyo asco y piedad
haze dentro un sentimiento
que llaga la voluntad
con una vescosidad
de alterado movimiento.

Así las tristes razones
por el ángel reveladas
en los blandos coraçones
de los reales varones
han las entrañas llagadas
de llagas de caridad
por los que pierden la vida,
de llagas de enemistad
contra la gran crueldad
del tan tirano homecida.

Y viendo quel ángel se iva
al cielo do descendiera,
todos tres mirando arriba
con sañosa boz esquiva
comiençan desta manera:
«¡O maldita tiranía
digna de todo tormento,
engañosa ipocresía!
¿Quién creyera el alegría
de tu buen recibimiento?

¡O quán proprio se conpara
al alacrán en aquesto,
que muestra blanda la cara
y tiene, que no declara,
ponçoña que mata presto!
Sola la lombriz se veía,
mas allí estava el anzuelo;
tendida la red tenía,
aunque no se paresçía
sino tan solo el mochuelo.

Exclamación de los Reyes contra el tirano rey Herodes

¡O encubierta tiranía,
digna de todo reproche!
¡O tirana ipocresía,
en el rostro muestras día,
en el pecho tienes noche!
Ca tú nos dixiste que irías
después de nos adorarlo
y en el coraçón comedías
qué manera podrías
buscar para matarlo.

Prosiguen los Reyes

¡O miembro de Satanás!
¡O fiera bestia raviosa!
Pues ravia quanto querrás,
que jamás nunca podrás
empecelle alguna cosa,
ca nuestro niño bendito,
según es prophetizado,
él se pasará en Egipto,
y tú, tirano maldito,
quedarás enponçoñado.

¡O, quanto mejor fezieras
si quando de tí nos partimos
tras nosotros te venieras,
adoraras y ofrecieras
como nosotros fezimos,
y fueras luego mudado
de tu cruel condición,
de bestia ombre tornado,
virtuoso de endiablado
y cordero de león!

Porque sin dubda escaparas
de la muerte del infierno
y aún acá, quando finaras,
no perdieras, mas trocaras
tu reino por el eterno;
mas pues así no quisiste,
si obras lo que pensaste
¡ay de tí, tirano triste,
qué paraíso perdiste
y qué infierno cobraste!»

Fin de la historia de los Reyes

Dando gracias y loores
al señor niño divino,
estos tres embaxadores,
puesto fin a sus clamores,
tomaron otro camino,
por el qual, pues han llegado
a su primera región,
demos fin a su tratado
en el modo acostumbrado,
concluyendo en oración.

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Donaciano Bueno Diez
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