YO POETA NO SOY (Mi poema)
Toni García Arias (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Yo poeta no soy, es evidente,
quizás un versador, que escribe versos,
que estrujando los temas más diversos,
va extrayendo la esencia de esa fuente
a la busca de espíritus conversos.

De ese pobre furtivo que en la siesta
va un majuelo olvidado a la rebusca
y busca, busca, busca, busca y busca
esperando poder llenar la cesta
sin uvas encontrar. Y se chamusca

al sol de su desierto, analfabeto,
de glosas que aparecen ya marchitas
las rosas, los claveles, chirivitas
echándose las fofas al coleto
eligiendo a divinas y malditas.

Y no lo soy puesto que dios no ha dado
la sangre que a palabra la engrandece,
le añade resplandor como merece
que embruja a su lector obnubilado
ante tal maravilla que florece.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Toni García Arias

Ausencia (Qué poco dura)

Qué poco dura
la huella de una página
o el sabor de un verso,
o el saber de tan débil arquitectura;
poesía;
mezcla de tejidos y piel y memoria,
alquimia de fluidos y sangre y fotos y nada
sobre la palma inerte de esta hoja
que mide su tiempo
en ausencias al cuadrado.

Barcos

Barcos como olas, como alas.
Barcos que buscan barcos
como labios, como besos.
Barcos que regresan
como infancias, como ayeres
como pinceles de nuevo color
sobre el pasado.
Barcos que zarpan y que se alejan,
que derriten en los ojos
su distancia.
Barcos que naufragan y se hunden,
que doblan sus huesos
sobre una roca.
Barcos, siempre barcos
que zarpan, que atracan,
que se van y que regresan.
Como olas, como alas.

Barcos de tiempo

Pasan los días como barcos de tiempo. Dejan en su tránsito lento
la estela mortal de horas que se alejan.
Lo que habita bajo la piel del mar
cabe en un hombre:
tesoros,
naufragios.
En mi interior de redes guardo restos
de esas pequeñas cosas.
A veces, al contacto con el viento
la memoria azul
se eriza en espuma y acuden a la isla que soy
viejas heridas que el mar
no supo ahogar en la marea.
Travesaños de agua: el mar. Siempre distancia.
Zarpan los días como barcos de tiempo,
llevan en su bodega ? mira su tránsito lento y lejano-
nuestros cuerpos.

Besos (Te pierdo. A cada segundo)

Te pierdo.
A cada segundo
el olvido me borra un poco más de ti,
como un ejército de cenizas que invadiese
el mapa de tu rostro,
nublándome con su estéril manto
cada una de las palabras
que un día me dijiste,
hasta que, al fin,
no queda más que un frágil susurro
de lo que fue tu voz
en mi memoria.

Te pierdo,
y cada segundo sin ti
me duele una hora,
y cada hora,
la vida entera.
Tu rostro se desvanece,
y ya no queda ni un trozo de piel
sobre el que aferrarme en sueños,
y al irte así,
tan lentamente,
tan gota a gota,
me dejas, al fin,
unos besos sin boca,
un cielo sin alas.

Ciegos

Nos volvemos ciegos
el día que no nace para nosotros
y en la oscuridad de ese incierto amanecer
la sed y el agua serán
la misma cosa.

Habrán de saberse por un igual
la pasión y la agonía,
la huella y el pie que traza rutas en cada paso,
se perderán también
tu blusa y mis manos, mi boca y tu risa.

Amaneceremos en a memoria de un nombre
sin nosotros.
Añadiremos nuestros cuerpos
a lo ya perdido.

Cuerpo

Y aunque parezco un hombre como tantos otros
y el aire que respiro
parece ser suficiente para llenar mis pulmones
y cobrar vida,
en realidad, vida,
no soy más que un paisaje de ropas
al que le falta tu cuerpo.

De regreso

Como barcos anclados en un mar cerezo
duermen sobre mi mesilla
versos de Cavafis, Borges, Pavese.

En las costas de Fisterra, al anochecer,
las madres de los marineros encienden infinitas velas
para que iluminen con su luz
la travesía de los barcos
que se desvanecen sin memoria
en el horizonte.
El tiempo palidece tembloroso
enjaulado en quinqués cubiertos de herrumbre.

Recuerdo unos versos;
También la noche se te asemeja.

Sobre mi mesilla surgen barcos en forma de palabras
que navegan de regreso
y desbaratan la noche.

Distancia

Podría ser esta ciudad,
todos los edificios muestran
el mismo rostro de abandono
bajo la lluvia.

Podría ser Buenos Aires o París o Roma.
Podría ser Madrid
o Valencia bajo un aguacero.

O podrían ser tus ojos
mientras me observas,
la luz de la mañana
al reírte,
el contacto casual de tus manos
bajo las sábanas.

Pero también podría ser esta ciudad,
esta lluvia indecisa que quisiera ser río
y arrastrarme como una hoja sin voluntad
al mar de tu presencia,
o esta absurda calle
que se abre ante mí
vacía de memoria.

Podría ser
el peso de la distancia
cuando lleva tu nombre.

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Donaciano Bueno Diez
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