HOY NO ESTOY PARA NADIE (Mi poema)
Ana Vidal Egea (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Hoy no estoy para nadie, es un mal día.
Si preguntan por mí, diles que no estoy.
Que hoy mi amiga del alma, mi alegría
me ha dejado en silencio, vida mía,
sin decir tan siquiera que me voy.

Que hoy mi alma se ahoga en la tristeza
porque a mi fiel amiga yo perdí.
No consigo entender tanta vileza,
ni siquiera meterme en la cabeza
que nunca ya ha de estar más junto a mi.

Hoy no estoy para nadie, desespero
ahogando va de pena al corazón.
Compañero del alma, compañero,
por último repito hoy que te quiero,
las lágrimas me asaltan de emoción.

¡Tantas horas gozando en tu vivencia,
¡momentos de alegría y de ilusión!
Fue tanto el disfrutar de tu presencia
que hoy ya más consciente de tu ausencia
sólo queda rezarte una oración.
©donaciano bueno

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Hoy ha fallecido, después de más de trece años de intensa convivencia, nuestra perrita Zoe. A ella le dedico estos humildes versos.

MI POETA SUGERIDO:  Ana Vidal Egea

Nosotros

Nosotros, los que nos fuimos pronto de casa
primero a otra ciudad, luego a otro país,
—cada vez más grave— cambiando de lenguaje,
de clima, desaprendiendo, mutando. Los que vivimos solos
en hemisferios distintos, poniendo un océano de por medio
que hace imposible regresar a tiempo.

Nosotros, los que hemos dicho adiós tantas veces,
los que hemos masticado el silencio de los aeropuertos
y nos hemos tragado la piedra de la duda;
los que tenemos miedo a volar pero volamos
a los que nos cabe todo en una maleta,
los que hemos llegado de noche adonde nadie nos esperaba.

Nosotros, los huérfanos funcionales,
los que no recordamos las camas en las que hemos dormido,
los que tenemos que confiar en desconocidos,
los que seguimos buscando con un mapa en la mano
porque no tenemos lugar de descanso;

nosotros, apretamos los dientes, agudizamos la vista
y temblamos al recordar lo que vamos dejando.

Anna

Dices que mi nombre debiera escribirse con dos enes
como las protagonistas de las películas de Bergman,
de Theo Angelopoulos.
Dices que desde que me encontraste me llamas así,
que me nombras muy despacio, deteniéndote
en el centro
justo, de la palabra.
Que nadie puede notar la diferencia,
y que es así, como viven los secretos.

A veces dejo un lado libre en nuestra cama
por si regresas
cualquier noche en que no importe estar desnuda.
No estás.
Yo sigo buscando árboles.
Podré perderme en un bosque algún día
cuando no quiera ser más.

De pronto un día empezaste a odiar a todas las madres
tú que no querías odiar,
que no crees en la venganza, ni en los gritos.
Que no quieres creer ni en la verdad.
Que la niegas.
Por qué no haber elegido ser invertebrado,
impermeable, inaccesible
para que nada, nadie,
pudiera tocarte jamás. Romperte.
Partirte,
como lo estás ahora, derruido.
Por qué no haber elegido.

Era demasiado mayor cuando descubrí la nieve,
el frío, la vastedad, los bosques solos,
el miedo al blanco.

Si soy un enfermo,
o si estamos enfermos, no importa ya.
Alguna vez creí tener una cura oculta
pero sé que no existe más que esto,
esta habitación, las notas
tus vestidos en el ropero,
algún cuadro, una foto,
tu dolor, que no encuentra reposo que te salve,
mi dolor, al que no quieres acostumbrarte,
ese disco que no se cansa de decirnos
lo que somos y lo que seremos
aunque vayamos y hagamos lo que sea.
Tú, pidiendo auxilio,
tú en todos los caminos, tú de todas las formas,
en todos los cuerpos, tú, en broma y en serio,
suplicándome que me cure y te sane pronto.
Tú, que tienes miedo, que tienes tanto miedo,
que tienes más miedo aun.
Que sabes que me quieres,
que no quieres querer a un enfermo terminal
que como tú, se muere,
y que te coge de la mano
y te arrastra y te lleva adonde siempre estás.

Quiero tener el suficiente amor
para que Dios no me importe,
que un beso de aquellos viejos
no malgaste mi dolor.
Yo, en trozos, fui lluvia de piedras
sobre las islas peregrinas que me habitaron.
Supo arrancarlo, he sido.
ya se han ido todos los que creen en el adiós.

Hubo una época de derrochar
Cuando creía en el exceso
Y prodigaba y desperdigaba
Siempre en plural
Besos a doquier,
Tibios, alegres, altruistas.

Llegó después la época de morder,
De arrancar a jirones lo que quería,
Tragarme cartas enteras,
Exámenes, ramos de flores,
Morder para tatuar
A quien temía las agujas,
Ahogar así los gritos.

Después noté que me agotaba
Vino la medición y la cautela.
Di únicos besos,
A un libro, a la arena,
A mi madre, al disco que me curó,
A ti.

***
Un hombre que ha buscado su casa
por más de un continente
durante más de una década;
que ha permanecido sin ver a su familia
durante años,
a sus amigos, durante años,
ha llegado a mí.
No hemos gastado palabras.
Le he dado el único beso que me importa
y se lo he dado entero.
***
Guardo tus cartas en un ataúd
en aquella, la habitación de mi infancia,
de la que me separa
todo un laberinto de telarañas.
No hay sangre azul, no hay regreso.
Mi rostro sangra sonrisas.
Vuelvo a mi mundo terrenal,
donde ningún girasol sobrevive.

PÁJAROS A PUNTO DE VOLAR

La vida está en la calle, allí paso mis horas
cruzando carreteras segundos antes
de que los coches me embistan,
regresando a casa de madrugada
por calles de putas y travestis.
Bebiendo en bares donde todos me señalan
y según el humor, también en otros donde no existo.
Corro más rápido que la belleza,
más rápido que la velocidad permitida a mi edad
corro creyendo que habré de topar con algún límite.
Llevo corriendo desde que aprendí a correr.
y correré hasta morir o hasta que alguien me detenga.

MUJERES SOLAS

Una mujer sola no es una mujer triste,
no es, ni mucho menos, una mujer derrotada
como un algarrobo tumbado tras la tormenta.

Una mujer sola no es un ser marginal,
ni enfermo, ni depresivo, ni débil, ni indefenso,
no tiene nada que ver con la fealdad ni la pobreza.

Una mujer sola es una mujer sola,
una mujer sola es una mujer libre.
de Todo este espacio, Prensas de la Universidad de Zaragoza (PUZ), 2019

HAS DE SABER

La mujer sin hijos, sin casa,
la mujer sin trabajo, sin destino,
de noche y sin sueño, hecha de agua;
que vaga itinerante buscando una tierra
donde quedarse.
La mujer que te mira sin prisa,
y sin ropa,
no tiene miedo.
de Dolores-Manhattan, La Fea Burguesía, 2014
Prólogo de Amalia Iglesias

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Donaciano Bueno Diez
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