A UNA GALLINA PONEDORA (Mi poema)
Manuel Vázquez Montalbán (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Mis versos van por ti, te los regalo
gallina, ignota, humilde ponedora,
quien quiero conocer ya sin demora,
creadora de este objeto circunvalo.

Permite que te ensalce hoy por tus huevos,
orondos, lindos, bellos, tan divinos
¡ni dios pudiera hacer rasgos tan finos
con cáscaras brillantes, siempre nuevos!

A ti gallina, sea por el culo
que echando vas los frutos que alimentan.
Cocidos o revueltos me contentan,
me pongo a disfrutar sin disimulo.

Ahora que yo un par me estoy zampando
comprendo al que osó usar haciendo de oro;
gallina, tú eres máquina que adoro,
¡bendita sea tu gracia hasta cagando!
©donaciano bueno

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¿Quién no se ha extasiado ante un par de huevos fritos o revueltos? ¿Y qué decir en tortilla?

MI POETA SUGERIDO:  Manuel Vázquez Montalbán

Nunca desayunaré en Tiffany…

Nunca desayunaré en Tiffany
ese licor fresa en ese vaso
Modigliani como tu garganta
nunca
aunque sepa los caminos
llegaré
a ese lugar del que nunca quiera
regresar

una fotografía, quizá
una sonrisa enorme como una ciudad
atardecida, malva el asfalto, aire
que viene del mar
y el barman
nos sirve un ángel blanco, aunque
sepa los caminos nunca encontraré
esa barra infinita de Tiffany
el juke-box
donde late el último Modugno ad
un attimo d’amore che mai piu ritornera…

y quizá todo sea mejor así, esperado

porque al llegar no puedes volver
a Itaca, lejana y sola, ya no tan sola,
ya paisaje que habitas y ususrpas
nunca,
nunca quiero desayunar en tiffany, nunca
quiero llegar a Itaca aunque sepa los caminos

lejana y sola.

Olvidable la muerte de todos, tú…

Olvidable la muerte de todos, tú
y la vieja insatisfacción de amanecer,
furias abstractas por barcos hundidos
húmedos cargamentos de humo malva,
rostros torvos, fenicios y verdugos
venden sentido común
en la plaza
de San Lukáes evangelista, los Macabeos
-Noemí ha llorado del todo y Rut
abre sus piernas al doblón de oro-
los Macabeos
decía, los Macabeos eran un algo brutos
y lo hicieron todo por el qué dirán

qué dirán los náufragos y los ángeles
rueda la noche, arranca chispas
las estrellas
son más humanas desde aquel otoño,
eras aún una muchacha de tierra
que borraba el paisaje, no la tristeza,
no la trata de acacias, no la trata
de leyes de fugas, no la trata de sagradas
escrituras
no el dolor con rostros y apellidos.

Quand vous serais bien vieille

Cuando seas muy vieja
y yo me haya muerto
descubrirás una tarde las horas
especiales
el aroma de los soles ponientes
lo profundo oscuro del aire
anochecido en las calles sin retorno

vagarás eternamente en busca del espejo
que devuelve instantes felices
-de azul el mar
en nuestra carne sol y deseo-

ante la muerte del tiempo en el cristal
oirás las músicas que nos drogaron
los ruidos cotidianos que nos resucitaban
deslices
de aguas de jabón hacia simas
terribles

cajas de música postales cerebrales
y en el espejo fijo el spot de nuestra vida
con dentaduras blancas y pieles doradas
jóvenes antiguos felices invencibles

mas no dejes que oscurezcan tus ojos
y el espejo extinga su realidad y tu deseo
porque te verías vieja y solitaria
con los ojos dormidos por la angustia
el viento
que se lleva las hojas de un otoño horroroso
cuando seas muy vieja
y yo me haya muerto
rompe espejos retratos recuerdos
ponte bragas de corista diadema de acanto
sal desnuda al balcón y méate en el mundo
antes que te fusilen las ventanas cerradas.

«A la sombra de las muchachas sin flor» 1973

Reflexión moral sobre la anatomía

Hay mujeres que hacen daño
en el pecho del que muere
al contemplar
la contención exacta de su carne
la refrigeración
blanda de sus cabellos limpios
y el pretexto caedizo de sus ropas

otras
tienen los ojos tristes pero hermosos
o un bello lomo para un torpe frente
o dos piernas
sin cansancio muscular columnas
de seguro cielo

otras sólo tienen
dos senos a punto de abrirse por su peso
de fruta para labios agostados
para manos
sin otro mundo que llevarse al alma

y en ocasiones
sólo un seno es hermoso sólo un hombro
sólo un vencimiento de la piel
sólo los labios

pero siempre hay un hombre enamorado de tanto o de tan poco
enamorado fugaz o consecuente ama
las pequeñas patrias de una noche
sin clarines
frente a unos párpados cerrados murmullos
fracasadas sintaxis

respetad las plantas
y los cuerpos donde el deseo se descansa
del infinito miedo a todos los olvidos.

«A la sombra de las muchachas sin flor» 1973

Rodajas de limón

Rodajas de limón
zumos de sol, cálido
verano, se digieren
algas
lentas como ahogados, ya
aprendimos el lenguaje
del juke-box, del amor
fox y sobre todo trot, lento
vivo
adagio corazón
caballo
loco, triste se desploma el cuerpo
como en un poema sentimental
o de los otros

¿qué importa ya
el lento rodar de las naranjas,
los senos, los obuses, la bomba,
las cabezas

si canta Paul Anka
la antigua historia de Young Alone?

también lo fuimos
y tal vez por eso
Madre Coraje lleve bikini, cante
espuma sobre el ski acuático
frente a la amenazadora verga
de fabriles chimeneas y cañones
bajo el útero atómico de un B-27

preferible que nos despierten
las sirenas
preferiblemente que húmedamente nos ahoguemos.

Soe

En la pared el rapto de las sabinas
ocre y verde, desconchadas
marcas de humedad, raídos
tapizados de damasco clareados por el sol
tardío en el balcón de hierro blanco
por el polvo
subían de la calle
el rumor y el tufido de las fritangas,
cabezas de corderos ciegos, pinchitos
de chorizo, papas asadas, pimienta,
mujeres en traje de chaqueta hablaban
de la busca, alguien arrancaba
un timbrazo único de aquella puerta
de cristal opaco -lavajes-gomas-
sífilis- las muchachas reían en la esquina
las dos o tres palabras del albañil
-restauraban la fachada de un bar
casa Manolo- invitándolas a un carajillo
entonces alguna mujer bostezaba, alguien
comentaba la desusada tardanza del doctor,
las hemorroides no sentaban a gusto
a la mujer ballena que abría la sonrisa,
antes en Cueva de Vera, cuando parecía
una rosa sin oler, jamás supuso padecer
un mal tan malo, señor, los médicos
matan, yesos del seguro no cobran
lo suficiente para matar con formalidades
piadosas -señora, tiempo ha que no la veo
siempre tan bella, doña Leonor, con Dios,
por Dios, no hacía falta, el puro-
en el pueblo un conejo, una gallina, entonces
criaba su padre en el corral hasta corderos
y los girasoles se burlaban del sol ahora,
a esta hora del crepúsculo, él, volvía
del esparto o de salinas de Terreros, lejos
casi en Murcia, ahora peón de la construcción
sindicado, naturalmente, el mayor trabaja
en Pueblo Nuevo y el pequeño jugaba
conmigo a marines americanos, Todos
a una, anunciaba el cartel del cine Edén,
algo más lejos, junto al bar, mal llamado Bar
de las Putas Francesas, relleno de putas nacionales
con permanentes aceitosas y avinagradas, hechas
por una peluquera siempre o casi siempre
llamada Pepita, a punto de casarse, manos
de oro, hoy las peluqueras se forran
las batas blancas de duros duros en papel
pringoso, antes de la guerra había moneda
metálica, se llevaron el oro, los dos hombres
se miraban, antes de la guerra, antes de la guerra
en el frente me mataron un hermano los rojos,
el otro manoseaba la cartilla de asegurado.
SOE, todos sufrimos, todos matamos, alguien
recordaba una prima lejana deshonrada,
los moros, tosía, tosía, el pañuelo, sangre,
las madres nos hacían salir al descansillo,
miraban el aire con temor, dicen que basta el aire
y no se entiende cómo van sueltos por la calle
los tuberculosos

somos los tuberculosos
los que más los que más nos divertimos
y en todas nuestras reuniones
arrojamos, arrojamos y escupimos

llegaba
el doctor con cara de incandescente ser planetario
poseía el bien y el mal en un maletín negro,
¿Qué hora es? alguien inusitadamente contestaba mil
novecientos cuarenta y ocho, nos miraba, miraba
el reloj, decía, mil novecientos cuarenta y ocho

volvían a hacernos salir al descansillo ya veces
la pregunta de alguna mujer oscurecida u hombres
de trajes bicolores, sin corbata, nos hacían vagamente
importantes, sí, aquella puerta, el Seguro Obligatorio
de Enfermedad, obligatoria enfermedad, no lo sabíamos
entonces, siquiera cuando el médico extendía el volante
para los rayos equis, miraba de reojo aquella mancha
de aceite en la cartilla y nuestra madre enrojecía
nos daba un cachete y musitaba -estos niños, estos niños

«Una educación sentimental» 1967

Su ave es la noche

Tender is the night
entre arquitecturas blancas
de villas con verjas historiadas
veredas de grava, suave
es la noche, una huella
un crujido, un paso
sopla
azul y líquido el viento
de la pasión civilizada
algo
ha quedado entre las ruedas de agua
en la playa, un tablón carcomido
y una guirnalda de algas

pasarán
veinte años, veinte constelaciones de cubos
de hielo en vasos azulados, entonces
la armonía de Europa estribaría
en un fondo de Bach
y un suicidio
colectivo a ciento ochenta por hora

un alcoholizado se llevó a la tierra
el secreto del sufrimiento por la
la asepsia del agua corriente
y dentífricos
destructores de la nicotina
Francia
Scott Fitzgerald, excesivamente inteligente
para engullir el mundo de cada día
como una espesa melaza sobre las tostadas.

Verano y humo

Ya sabemos lo que cuesta
vencer la resistencia tenaz
de dos piernas unidas
el sabor
de algún aliento amargó el aire
de madrugada en nuestras fauces
y el cuerpo resultó torpe al despertar
o se quejó triste por un frío olvidado

y sin embargo
más de una vez se nos otoñizan los árboles,
brilla la calle bajo la lluvia amarilla,
damos lumbre a un paseante solitario
por el puerto
y silbamos una melodía
ramplona, ya tarde, cuando los veleros
mienten puertos ansiados y el aire
salino no pregunta
¿quién,
quién no teme perder la que no ama?
Nunca desayuné en Tiffany
ese licor fresa en ese vaso
Modigliani como tu garganta
nunca
aunque sepa los caminos
llegaré
a ese lugar del que nunca quiera
regresar

una fotografía, quizás
una sonrisa enorme como una ciudad
atardecida, malva el asfalto, aire
que viene del mar
y el barman
nos sirve un ángel blanco, aunque
sepa los caminos nunca encontraré
esa barra infinita de Tiffany
el juke-box
donde late el último Modugno ad
un attimo d’amore che mai più ritorneraà

y quizá todo sea mejor así, esperado

porque al llegar no puedes volver
a Ítaca, lejana y sola, ya no tan sola,
ya paisaje que habitas y usurpas
nunca,
nunca quiero desayunar en Tiffany, nunca
quiero llegar a Ítaca aunque sepa los caminos

lejana y sola.

«Una educación sentimental» 1967

Y si la otra vida fuera

prolongar la conciencia hasta el instante
en que se pudre la última molécula
posibilidad de memoria y presencia
en el espectáculo obsceno de lo ajeno
aunque el deseo sea recuerdo
o viejas sombras
que los ojos aceptan
en su terror de incógnitos

si la inmortalidad se pudriera
si se pudriera
bienaventuradas entonces las momias
y desventurados los incinerados
aunque nada se sepa a ciencia cierta
sobre la voluntad de ser de la ceniza.

Ya sé que debería creerme…

Ya sé que debería creerme
lo que pienso cuando siento
o lo que siento cuando entro
en tu cuerpo entreabierto

pero temo morir de fe o de esperanza
y no constatar en el nuevo día
la desolación del tacto y la mirada

ya sé que aburro la distancia
entre tus ojos y los míos

manda
que los cierre y piensa
que no le miro por no verte
y creer en ti.

Praga 1982

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Donaciano Bueno Diez
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