A UNAS PERRAS GORDAS (Mi poema)
Enrique Alvarez Henao (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

No puedo recordar, les soy sincero.
Que un día como ayer, de otro cualquiera,
mirando a mi tullida faltriquera
me quise desprender de su dinero
sacándola hacia afuera.

Las cuatro perras gordas que allí había
al verse molestadas cuando hurgaba,
-ignoro cuanto tiempo las guardaba-
quisieron responder a lo que hacía
soltando una patada.

Por dios, les respondí ¡malditas perras
con mimo que cuidé! no agradecidas,
habiendo sido esclavas del rey Midas
hubierais soportado muchas guerras
y acaso hoy carcomidas.

Se ponga en mi lugar, me contestaron
¿no sabe lo del roce hace al cariño?
Estando tan cuidadas como un niño
y tan a gusto aquí que nos dejaron
ajenas al rapiño,

que cuesta mucho ya cambiar de estado,
nos hemos hecho ya acomodaticias
ajenas al placer y a las codicias.
Digamos que nos traen sin cuidado.
incluso las noticias.
©donaciano bueno

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Hoy en día apenas se usa la expresión Para ti la perra gorda pero hasta hace unas décadas era muy común su uso sobre todo para zanjar una disputa verbal en la que una de las partes desistía de seguir discutiendo y la decía a modo de zanjar el tema, como si le estuviera dando la razón a la parte contraria pero no dándosela en realidad. La «perra gorda» era una moneda española, acuñada en 1870 por primera vez. Tenía un valor de 10 céntimos de peseta (moneda anterior al euro). Por debajo de ella estaba la «perra chica» que equivalía a 5 céntimos de peseta.

MI POETA SUGERIDO: Enrique Alvarez Henao

Enrique Alvarez Henao

La abeja

Miniatura del bosque soberano
y consentida del vergel y el viento,
los campos cruza en busca del sustento,
sin perder nunca el colmenar lejano.

De aquí a la cumbre, de la cumbre al llano,
siempre en ágil, continuo movimiento
va y torna, como lo hace el pensamiento
en la colmena del cerebro humano.

Lo que saca del cáliz de las flores
lo conduce a su celda reducida,
y sigue sin descanso sus labores,

sin saber, ¡ay! que en su vaivén incierto
lleva la miel para la amarga vida
y el blanco cirio para el pobre muerto!

Los tres ladrones

Época fue de grandes redenciones:
El mundo de dolor estaba henchido
y en Gólgota, en sombras convertido,
se hallaban en sus cruces tres ladrones.

A un lado, en espantosas contorsiones,
se encontraba un ratero empedernido;
en el otro, un ladrón arrepentido,
y en medio el robador de corazones.

De luto se cubrió la vasta esfera;
Gestas, el malo, se retuerce y gime;
Dimas, el bueno, su dolor espera.

Gota de agua

Penetra el viejo sabio al gabinete
a recordar su ciencia micrográfica,
y sobre el transparente porta-objeto
coloca una brillante gota de agua.

La somete al examen microscópico
y la escudriña con febril mirada,
y torna a ver lo que en antiguos tiempos:
monstruos enormes de figuras raras.

Y remira esa hambrienta turbamulta
de infusorios de formas tan fantásticas,
y ve que unos a otros se devoran
como en los mares de la especie humana.

Abandona de pronto el microsopio
y murmura, calándose las gafas:
¡ cuántos monstruos se irán también matando
ocultos en el fondo de una lágrima!..

La carcajada del diablo

I
¿Contento está el Diablo?… Contento está el Diablo.
Prestadme mi lira que voy a cantar.
Con Dios no me entiendo, con hombres no hablo;
Que vengan mis almas, mis almas; ¡Ja, Ja!

II
Que el trueno refuerce mi ronco rugido;
Que vibre mi pecho que roto no está
Que no me enternezca del rayo el ronquido,
Que el eco lejano repita: ¡Ja, Ja!

III
Luzbel me llamaba; conservo las huellas,
De aquella imponente figura real;
Mis ojos brillaban con lumbre de estrellas,
Hoy dicen que hieren mis ojos… ¡Ja, Ja!

IV
Festejo mis bodas con ecos extraños,
Hoy hace un minuto me echaron de allá;
Hoy hace mil siglos que vivo mil años;
Hoy hace mil años de siglos… ¡Ja, Ja!

V
Ayer esperanzas, recuerdos, delirios;
Hoy sólo memorias, ya muertas quizá;
Hoy sólo mis ojos parecen dos cirios
Que velan mi propio cadáver… ¡Ja, Ja!

VI
¿Te acuerdas, oh Diablo, cuando eras implume?
¿Te acuerdas, demonio, cómo eras allá?
Tu voz un arrullo, tu aliento un perfume.
¿Te acuerdas de aquello? te acuerdas… ¡Ja, Ja!

VII
Romped con la mente, del cielo los tules,
Dos puros luceros lejanos soñad;
Así eran mis ojos, mis azules;
¡Dos puras lejanas estrellas! ¡Ja, Ja!

VIII
Mi faz irradiaba la luces del día;
Mis labios se hicieron de rosa coral;
Blancura de mármol, mi cuello tenía,
¡Blancura de mármol. mis alas!… ¡Ja, Ja!

IX
Hubiéranme visto cubierto de galas
Llegar hasta el trono del mismo Jehová
Hubiéranme visto rasgar con mis alas
¡Los puros espacios del cielo!… Ja, Ja!

X
Hubiéranme visto cuando era querube
Mi diáfano undoso ropaje llevar
De aurora que llega, de cándida nube,
De noche de bodas, ¿te acuerdas?… ¡Ja, Ja!

XI
Hubiéranme visto, hubiéranme visto,
Más bello que el ángel del huerto quizá,
Allá cuando a solas llevárale a Cristo
¡La copa sin fondo y amarga! ¡Ja, Ja!

XII
Mi frente era altiva, mi aspecto era grave,
Severas mis formas, grandioso mi andar,
Mi pecho guardaba los trinos de ave,
¡Hoy guarda rugidos mi pecho! Ja, Ja!

XIII
De todos los seres fui el mas atrevido,
Yo nunca soñaba tan pronto bajar:
Yo nunca pesaba que fuera el olvido
¡Tan hondo, tan hondo, tan hondo!… ¡Ja, Ja!

XIV
Yo mando, le dije; y El dijo yo mando,
Yo mando en mis Cielos, afuera Satán,
De entonces no he vuelto, ni vuelvo, ni hay cuando
Reciba su eterna caricia. ¡Ja, Ja!

XV
Por tanto a su trono tornar nunca pienso;
No puedo ya nunca su altura escalar;
Ni en forma de nube, ni en forma de incienso,
Ni en forma de niebla, ¡de nada!… ¡Ja, Ja!

XVI
Ja, ja, de las almas que buscan un Cielo
Y llevan un áspid para ellas fatal;
Ja, ja de las aves que lanzan su vuelo
Sin playas, ni oasis, ni espacio, ¡Ja, Ja!

XVII
En medio del alma lo llevo grabado,
Su imagen serena no puedo arrancar;
Y nunca pretendo volver a su lado,
¡Y un tiempo lo quise, lo amaba!… ¡Ja, Ja!

XVIII
El sér que a mí llega, por El siempre sufre;
Comprende que nunca lo vuelve a encontrar,
No hay tales calderas, ni plomo, ni azufre;
No hay tales crujidos de dientes. ¡Ja, Ja!

XIX
Tan sólo en la ausencia mi infierno está urdido;
Querer mucho y siempre, sin nunca olvidar,
Querer mucho y siempre al Sér más querido
¡Sin verlo hace tiempo, ni nunca! ¡Ja, Ja!

XX
La ausencia es mi tema, la ausencia es mi trama,
Con ese castigo soy duro y tenaz;
Con ese castigo yo alejo al que ama,
De todos los seres queridos. ¡Ja, Ja!

XXI
Mi reino es la ausencia sin tregua ni calma,
No hay sapos, culebras ni ardiente metal;
Mi reino es la ausencia de la luz en el alma,
¡Mi ausencia es la ausencia del alma!… ¡Ja, Ja!

XXII
Al diablo con esos amores malditos,
Exclaman aquellos que van a olvidar:
La ausencia, la ausencia sin llantos ni gritos
¡Es sólo el castigo que guardo! ¡Ja, Ja!

XXIII
Siniestra es mi danza, siniestra es mi danza:
Yo sólo comprendo lo que es el jamás
Y el irse por siempre la muerta esperanza
¡Como alma que llevan los diablos! ¡Ja, Ja!

XXIV
El diablo está herido, el diablo está herido,
¡Herido en el alma, no puede olvidar!
Qué triste es la ausencia del Sér más querido.
¡Romped esa lira que quiero llorar!

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Donaciano Bueno Diez
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