YO SOY DE SU CUCHIPANDA (Mi poema)
Gabriel Zaid (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Yo era un niño jugando al escondite,
ingenuo, sin saber por qué jugaba,
seguro de que al tiempo disfrutaba
haciendo algún regate, yendo al quite,
y a veces naufragaba.

Yo era un niño. Seguro. Aquí lo juro.
Otro más que jugaba a la pelota.
Que vio como la tiras y rebota
y no es por el efecto de un conjuro
ni de una chirigota.

Jugaba si pedía el que mandaba,
recuerdo como yo me divertía,
los ratos tan feliz que compartía
al tiempo que en el lance disputaba
y cómo me reía.

Y así llegué hasta hoy. Sigo jugando.
Siguiendo a mi pesar siempre al que manda,
que él lleva la batuta en esta banda.
Al ritmo que me ordena voy bailando.
soy de su cuchipanda.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOGabriel Zaid

Alabando Su Manera De Hacerlo

¡Qué bien se hace contigo, vida mía!

Muchas mujeres lo hacen bien
pero ninguna como tú.

La Sulanita, en la gloria,
se asoma a verte hacerlo.

Y yo le digo que no,
que nos deje, que ya lo escribiré.

Pero si lo escribiese
te velverías legendaria.

Y no creo en la poesía autobiográfica
ni me conviene hacerte propaganda.

Alucinaciones

El vio pasar por ella sus fantasmas.
Ella se estremeció de ver en él sus fantasmas.

Él no quería perseguir sus fantasmas.
Ella quería creer en sus fantasmas.

Montó en ella, corrió tras sus fantasmas.
Ella lloró por sus fantasmas.

Canción De Seguimiento

No soy el viento ni la vela
sino el timón que vela.

No soy el agua ni el timón
sino el que canta esta canción.

No soy la voz ni la garganta
sono lo que se canta.

No sé quien soy ni lo que digo
pero voy y te sigo.

Claridad Furiosa

No aceptamos lo dado, de ahí la fantasía.
Sol de mis ojos: eternidad aparte, pero mía.

Pero se da el presente aunque no estés presente.
Luz a veces a cántaros, pan de cada día.
Se dan tus pensamientos, tuyos como estos pájaros.
Se da tu soledad, tuya como tu sombra,
negra luz fulminante, bofetada del día.

Danzón Transfigurado

Alguna vez,

alguna vez,
seremos cuerpo hasta los pies.

¿Dónde está el alma?
Tus mejillas anidan pensativas.
¿Dónde está el alma?
Tus manos ponen atención.
¿Dónde está el alma?
Tus caderas opinan
y cambian de opinión.
Bárbara, celárent, dárii, feria.
Tus pies hacen discursos de emoción.
Todo tu cuerpo, brisa de inteligencia,
de cuerpo a cuerpo, roza la discusión.

El tiempo rompe en olas venideras
y nos baña de música.

Despedida

A punto de morir,
vuelvo para decirte no sé qué
de las horas felices.
Contra la corriente.

No sé si lucho para no alejarme
de la conversación en tus orillas
o para restregarme en el placer
de ir y venir del fin del mundo.

¿En qué momento pasa de la página al limbo,
creyendo aún leer, el que dormita?
La corza en tierra salta para ser perseguida

hasta el fondo del mar por el delfín,
que nada y se anonada, que se sumerge
y vuelve para decir no sé qué.

Elogio de Lo Mismo

¡Qué extraño es lo mismo!
Descubrir lo mismo.
Llegar a lo mismo.

¡Cielos de lo mismo!
Perderse en lo mismo.
Encontrarse en lo mismo.

¡Oh, mismo inagotable!
Danos siempre lo mismo.

Envío

Fragmento de «Fábula de Narciso y Ariadna»

3.
Acudes a tus ojos porque acudes,
los ojos de las noches estrelladas.
Y su luz no es tu eco, no lo dudes,
es otra luz que mueve tus miradas;
desde la luna, arcón de los rosarios,
hasta la luna sin itinerarios.

Luz del amor que llama a los amores
por encima del hombro para el viaje,
y en el espejo muestra sus pudores
de estrella antigua que abandona el traje,
mariposa, cristal, serpiente o perla
cuando se empaña nada más de verla.

Ráfagas

La muerte lleva el mundo a su molino.

Aspas de sol entre los nubarrones
hacían el campo insólito,
presagiaban el fin del mundo.

Giraban margaritas
de ráfagas de risa
en la oscuridad de tu garganta.

Tus dientes imperfectos
desnudaban sus pétalos
como diste a la lluvia tus pechos.

Giró la falda pesadísima
como una fronda que exprimiste,
como un árbol pesado de memoria
después de la lluvia.

Olía a cabello tu cabello.

Estabas empapada. Te reías,
mientras yo deseaba tus huesos
blancos
como una carcajada
sobre el incierto fin del mundo.

Nocturno

Manantiales del agua
ya perenne, profunda vida
abierta en tus ojos.

Convive en ti la tierra
Poblada, su verdad
numerosa y sencilla.

Abre su plenitud
callada, su misterio,
la fábula del mundo.

Hallan su vocación
del Huerto, su quehacer,
manos contemplativas.

Estalla un mediodía
nocturno, arde en gracia
la noche, calla el cielo.

Tenue viento de pájaros
de recóndito fuego
habla en bocas y manos.

Viñas, las del silencio.
Viñas, las de las palabras
cargadas de silencio.

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Donaciano Bueno Diez
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