UN SIMPLE REGACHO (Mi poema)
Elsa Cross (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA…de medio pelo

 

El agua que a la mar se va, no vuelve,
pero ella no lo hace por desprecio,
que es la ambición del mar que en su aura envuelve
y en su magma de lágrimas disuelve
para ejemplo al pedante dar y al necio.

Que el mar, la mar, de muy ambiciosa peca
siempre engullendo, siempre insatisfecha,
ansiosa que al pensar verse reseca
pudiera fenecer mientras defeca,
o quedar patitiesa algo maltrecha.

Mas sin ríos el mar no sería nada
por lo que debiera estar agradecida
a la lluvia a la nieve, incluso helada,
y a la escarcha que nace en la alborada
y olvidarse de ser tan presumida.

Yo voy por donde voy, sin saber dónde,
nunca supe, tampoco lo sé hoy
¿a dónde voy? quisiera ver a dónde
un ser soy que aparece y luego esconde,
un simple regacho medio seco soy.
©donaciano bueno.

Mis versos son rebeldes, vagan entre las nieblas,
aunque los cartabones son parte de su esencia,
pues sé que existen sabios, pedir quiero clemencia
aunque salir yo intento me inundan las tinieblas.

MI POETA SUGERIDO: Elsa Cross

Elsa Cross

Amor el más oscuro I

Aquí comienzo a amarte,
en estos muros clarísimos,
en esta ciudad cálida al tiempo de las lluvias.
(¿Dónde estás ahora,
esta primavera tarde que pienso en ti?
¿Dónde estás, ignorándolo todo?)
Aquí te descubro
inalcanzable y triste.
Dime qué pasos te trajeron a estas tierras,
cómo abandonaste tu gracia de elegido,
tu ministerio de humildad;
qué suplicios te agobian desde entonces
que violentan tu rostro
y vierten en tu voz la nostalgia y la ira.
Dime en qué forma eres vulnerable
o ganas la lucidez en un momento.
Qué caminos dejaste,
qué expiación te vence y te despoja,
qué caminos seguiste para llegar aquí,
desconocido y hermoso,
donde yo te amo.

Amor el más oscuro II

Viene la melancolía del principio,
días de incertidumbre y sueño.
Vienen sólo distantes tu risa y tu perfil
y abarcan mi deseo
y me vuelcan a tu rostro,
a tu vehemencia contenida.
Ya siento de algún modo
tus manos previstas de ternura
conduciéndome,
olvidándome,
dejando a medias para siempre mi destino.
Sé que otra vez me cercará la calma,
la soledad llena de amor,
tu nombre.
Quiero pronunciarlo tantas veces
como días tendré después
para perderte en la memoria.
Pero qué lograría apartarme
si muestras la misma angustia que sustento,
la soledad de idéntico linaje,
la imperfecta voluntad de amor.
Para reconocernos
baste la oscura nostalgia socavándonos,
baste nuestra olvidada condición de amantes,
vocación de locura,
celda,
fuego.
Maldigo desde ahora
tu cuerpo cerrándome el abismo.
Sean el tedio y la tristeza,
sea apacible y humana tu mirada.
En este momento te amo para siempre
y van mis pasos hacia ti
para cumplir tu voluntad.

Amor el más oscuro III

A la desventura voy.
Algo en mí cada día te reconstruye
y me devuelve tu imagen.
Algo me lleva al lugar prohibido
en que te encuentras,
sitio que jamás debió tocar mi pensamiento.
Qué maleficio me extravía
y me oscurece todos los caminos.
A la desventura voy
y no quiero virtud que me confunda,
no quiero fortaleza ni mesura
que me aparten de ti.
Sean desoídas mis palabras
y viéndote
me sea dada tu menor ausencia.
De «Poemas escogidos»1965-1999
Colección Poemas y Ensayos – Universidad Autónoma de México

Aparece tu rostro…

Aparece tu rostro.
Se hunde en leche,
como el Cordero bienhallado
en los Misterios.

El fuego se acerca sin tocarnos.
El azul es más intenso
que la ebriedad creciendo hacia las islas.

Tembloroso,
como detrás de humo,
aparece tu rostro.

El caracol mezcla el mar
al propio estupor
en el oído,
oleaje donde navegan
islas de la conciencia,
destellos-
Ultramar.

Movimientos del muslo y la cadera
esbozan al tiento
una danza.

El mar se extiende
en olas que no rompen.

Movimiento-
la última vocal
reverbera en el oído.
El mar se extiende
más allá del tiempo
inamovible.
Temblor,
eco del movimiento–
calla
y nos habla
en su lengua otra,
parecida a ese incendio de adentro,
juega y se difunde
hasta aquietarse en un rayo vertical.
Omnipresente,
lenguaje del tacto sin manos.
De «Ultramar»
Fondo de Cultura de México 2002

Canciones del Egeo

1. Amorgós

Para Leonora y Pere

La tarde brilla en el vino
y en el mantel mojado

en palabras que sabemos
y no decimos

en el canto ambulante
y las cuerdas que rasga

en el jardín del templo
y la boda que empieza

en el sol que se acuesta
con el agua

2
A la mañana
la huella de tu oreja
ha tatuado en mi hombro
un caracol

Sus trazos paralelos
se separan
hacen de su voluta
un corazón

En su espiral de espuma
se detiene
el eco de tu voz-
ebullición

3
Toma el silencio la forma
de tus manos

La mañana se abre en la terraza
con el tajo del sol.
Extiende su brillo hacia la higuera
y se mece en el aura
de tu olor

Toma el aliento la forma
de tu nombre

Va subiendo sin peso la mañana
va cobrando color
Se enciende como las barcas a lo lejos
bajo el cuidado mínimo
del sol

4
Como las aceitunas
tus ojos
negros

y en cada gota de vino
tu beso
entero

5
Prendida de tu ala
me pierdo de claridad

De la barranca suben buganvilias
como del sueño esas vides moradas
transparencias

Prendida de tu ala
cruzo la o3curidad

Y brillando entre el mar y la montaña
como faros diminutos nos saludan
las luciérnagas

6
Langada

Para Nikos Vasalos

Pasa un rayo de sol
por la copa de vino
y danza en la hoja
donde escribo

Traza notas que van
y vienen
y se detienen
giros que van y vuelven
y se devuelven-

igual que sobre el mar
una gaviota
pequeña mancha blanca
en la página viva

donde ola tras ola
escriben también
y borran
la antigua historia

7
Al pie del promontorio
un ciprés entre olivos

Ropa tendida
tan blanca
como las tumbas a lo lejos

o el fantasma del viento
en los molinos

8
El gran estruendo rompe las palabras
Se dispara el sentido
-sólo queda un vaivén

oleaje de los amantes
un punzar en la vértebra
un esplendor furtivo

La gran marejada nos envuelve
nos anega en su fondo
-sólo queda un latido

México-Grecia, 1995-2000
De «El vino de las cosas»
Ediciones Era 2004

De lejos viene

Cuando lo sepas quisiera ver tu cara.
Por que vas a saberlo
aunque no te lo diga
ni leas estos poemas.
¿Cambiará algo entonces?
Es imposible
que no adviertas aún mi turbación:
tanto desorden de miradas,
tanta avidez
registrando el más breve de tus gestos.
¿Y nada modifica tu indolencia?
Ah, íntegro varón, que Dios te guarde.
Pero voy a aclararte
en nombre de esta cólera
y a manera de agravio,
que si te amo
es seguramente por error.
has de saber
que nunca me gustaron ojos desteñidos
ni maneras solemnes,
menos aún cabello lacio y bien peinado
(y de la solemnidad líbrame Dios, libérame).
También has de saber que eres
demasiado sencillo para mi soledad,
demasiado humano para mi deseo,
demasiado lineal
para la arquitectura de este laberinto.
Pero ya basta: pido una disculpa.
Ocurre tal vez
que sólo seas un poco distraído.
Vendrá entonces de ti
el reconocimiento
o una sincera frase paternal.

Lamida por un filo…

Lamida por un filo
en tus ojos no turbados,
la luz se escalda
sobre la piedra húmeda.

En sus mínimas cavernas
se detiene
entre musgos e insectos
tu pupila solar.

Rupturas en la piedra,
grietas,
algo que mira
desde el fondo.

Tu mirada refracta
el deslave abisal,
y eras de pensamiento se derrumban.
De «El vino de las cosas»
Ediciones Era 2004

Las Hijas del Viento

1
Murmuran tu Nombre
en las terrazas
inundadas de luz
frente al vinoso mar

2
Serpentean en la hierba
devanan suaves
sus marañas

Sisean
entre las siemprevivas

3
Juntan sus voces
al gemido de las piedras
y los arbustos
Hacen del corazón
un arpa tensa

4
Desatan su grito alucinado
a lo ancho del valle

Braman como terneras
son aullido reseco
trino
inverosímil

5
Se obstinan
como escenas repetidas
de una misma película

golpean en las ventanas
recorren muelles interminables
en el amanecer

6
Azotan las rocas de Haghía Triáda
con sus cuevas para ocultarse
de los piratas

Derriban al caminante
en el monte que se llama
Demonotópos

Alzan el rugido del oleaje
hasta el recinto de los cantos piadosos
junto a la Panaghía

7
Despeinan
al joven eucalipto
hacen caer sus resinas
sobre los barandales

Zumban amorosas
como abejorros
en el hueco de las cañas

Llenan la mirada de hormigas amarillas

8
Despiertan
al espíritu guardián del olivar
Dejan pacer tranquilo
el apetito de las bestias

Afilan
el cincel azulado
de la avispa

9
Someten a su ritmo
las flores encrespadas
el lomo de los cerros

Todo lo vuelven piedra lisa

10
Traen los ecos
de una conversación enfática
de un campanilleo de cabras
de un violín

Cantan en la noche
con sus aires de lamento oriental

11
Se agrandan
sus lenguas arpadas
en el invierno del espíritu

Fuerzan al alma
a agazaparse
en su rincón.

12
Escriben con sus dedos ligeros
tu Nombre
sobre la arena

repiten como plegaria
su grafía
De «El vino de las cosas»
Ediciones Era 2004

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Autor

Donaciano Bueno Diez
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