A QUÉ VIVIR (Mi poema)
Fernando Garavito (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

A qué seguir sintiendo esta congoja
la misma que hace un nudo en la garganta,
que mira hacia adelante y se atraganta,
presenta a la alegría como coja,
o cierra hasta los ojos y se achanta.

A qué seguir viviendo con la muerte
en vida, tan escasa de futuro,
pegando cada día con un muro
escrito en el que pone ¡mala suerte!
en letras garamond y un fondo oscuro.

A qué seguir en esta tesitura,
abstemio, sin ni gota de aguardiente
ni un sueño al que poder hincarle el diente,
sollozos naufragando en amargura
ni apariencia siquiera de presente.

A qué vivir si acaso y para qué,
silencio, la esperanza se ha perdido,
me encuentro entre la duda sumergido
en mares tan sinuosos en los que
debajo de la tierra ya se ha hundido,

A qué vivir ya más, siguiendo amable,
si un día habremos todos de morir,
quizás otra experiencia a percibir,
dejemos al albur lo inevitable,
a qué vivir, seguir, a qué vivir.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Fernando Garavito

Fernando Garavito

Ejercicios de soledad

Estamos solos la mosca y yo
en esta tarde de sábado.
No intento sorprenderla como ella,
que surge sin saber cómo
mientras levanto la vista del libro donde leo
de atardeceres y congojas.
Lo más admirable de la mosca no es su vuelo geométrico
ni su lenguaje de figuras,
sino esa suerte echada que la distingue
y que la obliga a aceptar el destino
de haber llegado a morir a este sitio sin boñigas,
donde el único horizonte posible es la almohada.
Es evidentemente joven la mosca,
de pequeño tamaño, silenciosa, casi aséptica,
ni siquiera con el deseo de encontrar una borona,
un compañero,
con el que pueda hablar de sus preocupaciones de mosca
-que yo ignoro-,
de viajes al basurero y a los desperdicios,
que ella haría con actitud deportiva en caso de no haberse
extraviado aquí
lejos de sus hermanas.
Sé bien que las moscas no son acariciables
menos con el pensamiento,
de suerte que me acostumbro a pensar en ella
como un hecho súbito que surge y desaparece,
para nada necesitada de mí o de mi creencia,
satisfecha consigo misma en sus esguinces y rincones.
Esta mosca es lo menos mosca que haya conocido,
pero ella debe saberse mosca para ser tan encantadoramente solitaria:
toda clasificación parte de mí, a ella la tiene sin cuidado
ser mosca u hombre o elefante,
en su fuero íntimo le importará poco que ella sea hombre y yo mosca,
y no se extrañará de no verme volar
cuando compruebe que llevo mis dos patas a la cabeza
y la sacudo para que produzca palabras y pensamientos,
o cuando suene el teléfono trayéndome tus noticias
o cuando me siento descuidadamente cerca del periódico,
mientras le ayudo a que aparezca muerta y ya. Como yo, como todos.

Renuncio a mis derechos ciudadanos.

Quiero decir que desde ahora mismo
he resuelto dejar en manos de cualquiera
mis propios beneficios.
Renuncio al beneficio de sentarme
en un escaño público a mirar las palomas.
Renuncio al beneficio del trabajo,
renuncio al beneficio del sufragio,
renuncio al beneficio de la vida.
Renuncio a mi derecho de ser sacrificado,
de usar corbata, de decir señorita,
de mirar los fenómenos del aire.
Me tiene sin cuidado el sol, los aguaceros,
el arco iris, la aurora boreal, el mediodía,
aunque me gusta el viento.
(Renuncio a todo, a todo, menos a sentir
que me golpea el viento en las espaldas).
Renuncio, por qué no, a ser interrogado
a pagar mis impuestos al Estado
y a dormir cobijado por un árbol.
Renuncio desde ahora al placer de reírme
de las declaraciones del primer magistrado.
Renuncio a la libertad, a la igualdad
y a la fraternidad. Renuncio, si me dejan,
a cantar mientras tanto el himno nacional. Dejo
el olor a magnolias suspendido en el aire
(que lo huela cualquiera).
Renuncio a mi derecho de guardar compostura,
de ser cortado a la misma medida,
de exhibir una cédula con mi fotografía
y un número cualquiera que recuerde
que soy cualquiera a punto de causar
un conteo al revés en la panadería.
Renuncio al beneficio del amor
del odio, de la muerte. Ser un vegetal
implica obligaciones. Renuncio en consecuencia
a ser un vegetal. Mejor me vuelvo piedra.
Duermo encerrado dentro de mí mismo.
Y después me despierto, golpeo a todo lado,
vuelvo de mano en mano,
llego al punto de origen,
camino, corro, asciendo, me devuelvo.
Y grito a lo que doy:
renuncio a lo que quieran menos a Colombia y y a mi ciudad.
Quédense ustedes con lo demás.
A mí denme la patria solamente.

 No nos hagas ese daño apareciéndote en el Juego

(Lucy Van Pelt)

Para Hernán Nicholls

Primero les aviso
Que acá pueden tomar
Un buen vaso de vino
O de cognac.
Pero traigan su copa,
Traigan su soledad,
Traigan su gabardina
Para poder tapar
Lo que no tienen dentro
(Ustedes lo sabrán).
Vengan con una flor en el ojal
Y abran mucho los ojos
Que estamos por acá
Solos, nosotros solos
Nada más.
Hablen mientras me oigo
Mi única verdad.
Traigan también un gato
Fácil de desarmar
Que diga del rocío de la complicidad
Y que le cuente a alguien
Lo que quiera escuchar.
Hagan todos ustedes
Su santa voluntad.
Usen sombrero coco
Y zapatos de vals
Con agujeros piano
Por donde suene Strauss,
Hablen en un rincón
Y no digan jamás
Que les pedí venir.
Porque es falso. Si están
Acá conmigo gocen
Lo que quieran gozar.
Los veo, no me importa,
y les digo además
que no los acompaño,
Yo me les quedo atrás.
Sigan todos felices.
¿Quién dice la verdad?
Alzo mi risa y río.

TENGO EL PRESENTIMIENTO DE UN PELIGRO
INMINENTE
(Linus Van Pelt)

Como siempre que me pongo a pensar

_lo que es de vez en cuando_
A pensar solo de vez en cuando ( y en voz baja)
Para que no me acusen por preguntar
Algunas pocas cosas en forma respetuosa,
Como quén eligió al señor presidente
O si este orina en las mañanas,
Para dar buen ejemplo a sus conciudadanos
O lo hace más bien al mediodía
O solo por la noche
(o al mediodía y también por la noche
Para así demostrar que consume café a cada rato);
Por preguntar si el señor cardenal
Juega canasta con las damas rosadas
O qué juega
Porque, hay que decirlo con toda la franqueza,
A algo jugará en sus ratos de ocio;
Por preguntar también a sotto vocce
A qué streap tease acude el Estado Mayor
(y qué prefieren, si rubias o morenas)
Porque debe también decirse,
Que no hay homosexuales entre ellos,
Lo que es orgullo para la patria entera
y garantía de su comportamiento
En las cruentas batallas que libran cada día;
Para que no me acusen por preguntar
Quién conquistó la copa
En el duelo de bolas pactado entre los clubes
O cuál de las señoritas
A ellos afiliadas enchocoló más veces;
O si en el Derby
La esposa del Ministro de Minas y Petróleos
Fue la más elegante,
O lo fue el alcalde mayor,
Quien bien pudo lucir en ese día
Sus mejores arreos;
O si los galgos traídos de Alemania
Para que hagan juego
Con los parados del Club de Ejecutivos
Comen pollo
O qué comen ¡por Dios!
Díganlo francamente, porque la duda
Puede hacer descender el precio de la bolsa
Y, lo que es peor, el precio de galgos y de pollos y en consecuencia el precio
De los productos básicos;
Pero digo:
Como siempre que me pongo a pensar
_solo de vez en cuando
Para que no me acusen por preguntar demasiado_
Me pregunto qué pasa.

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Autor es esta páginna

Donaciano Bueno Diez
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