DE PAJA ES EL ADOBE (Mi poema)
Esteban Moore (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

De paja es el adobe y las mentiras,
de espinas el rosal y el sentimiento,
un disparo furtivo es un lamento
y el pensar es papel al que tú estiras.

El olor de un café tiene memoria,
la falacia virtual, eso es un cuento,
el dolor, arrumaco que es cruento,
tan sólo unas pavesas es la historia.

Frágiles cual cristal los compromisos,
las dudas saxofones con, sin viento,
la justicia estár ciega a paso lento,
la igualdad, no aceptar distintos guisos.

La esperanza es un clavo que está ardiendo.
y el estrés es un tren que descarrilla,
la ilusión se hace polvo en la maquila
para acabar el polvo allí mordiendo.

¿Un suspiro? respuesta que has soñado,
unas motas, reflejos, unos guiños,
al firme pateando de unos niños
que echando van la culpa al empedrado.

Somos dijo de aquello que comemos,
y otros dicen más bien lo que sentimos,
yo prefiero soñar mientras dormimos
obviando al despertarnos lo que vemos.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Esteban Moore

Esteban Moore

Perspectivas

«…un mar de cristal mezclado con fuego…»
Apocalipsis 15.2.

Podrás escuchar—-al tiempo que el comandante inicia
la anunciada maniobra de descenso
las palabras del pasajero ubicado en la ventanilla
quien observando desde la altura las luces de la ciudad
/comenta a viva voz
la decidida vocación europea que la habita
/destaca su relevancia para el mundo

Describe con abundancia de detalles
las particularidades de algunos de los lugares
edificios y monumentos que la caracterizan
Señala su ubicación en la indescifrable llanura
/sembrada de apretados racimos de luz
Mágica -electrizada cristalería -que titila en la noche cerrada
/al compás de vayan a saber qué ritmos
en ese océano de sombras y brumas que magnifica
/la obscura profundidad de su vacío

La voz alta en pretensiones
de este improvisado intérprete de tu ciudad
se mezcla con tus pensamientos y
……………………………………………. recuerdos

La suya no es o será tu ciudad
aquella que se expande incontrolable -arrastrada del anhelo de muchos
/en las aún desnudas regiones de la pura esperanza

La canción construye sus imágenes-

En la habitación desordenada
la radio repite una canción de otra época

Es la música o la letra
la que te devuelve el cuerpo de esa mujer
– sus ojos encendidos en la media luz
la boca y las manos dispuestas-

Y las palabras
el ir y venir de su creciente inflamada marea

Aquellas palabras del momento
y aquellas otras que no supieron salir de tus labios

Han pasado los días y tantas noches
y sabrás que siempre ha sido demasiado tarde.

Evocaciones

“Fuimos un balcón al frente
de un inquilinato en ruinas”
Alfredo Zitarrosa

Quién fue el que dijo: “tan pronto tengamos el objeto/
frente a nuestros ojos,/ y en nuestros corazones/ el oído
atento a la palabra/ el pensamiento habrá de prosperar.”

El tiempo ha apagado aquella infinita sed de ilusiones
de los sueños sólo nos quedan amontonados escombros
de las grandes esperanzas, la cascarilla, el revoque caído

Despojos, residuos, las vigas desnudas
/de una estructura inconclusa

En un mundo que los feroces vientos de la historia
han reducido al tamaño de la pantalla de tu televisor
el ruiseñor, Rubén, que habitara tu canción profana
ya nunca podrá ser, en la mañana, una alondra de luz

A rumbo abierto

Anduve la tendida llanura de la cuenca del Salado
sus rutas -sus caminos -sus canales hinchados de agua
Dormí bajo estrellas y lunas envueltas en bruma
En el valle del Río Negro me obsequiaron manzanas
/del tamaño de una calabaza
Apagué mi sed en las heladas aguas del Ñiriguau
Todo esto recuerdo hoy aquí a la ribera del Paraná
y también
los gemidos de un moribundo en un hospital de campaña
la furia del viento en los grandes eucaliptos
el brillo ardiente de aquellos ojos claros
Todo esto recuerdo mientras observo los buques
/que navegan lentos contra la corriente
y celebro en silencio:
el buen sol – la brisa suave -el vino fresco
-la palabra mar

Viejos papeles 

Un sábado por la tarde
dedicado a la limpieza de la baulera a poner en orden trastos viejos
descubrí entre unas cajas de cartón un paquete envuelto en papel madera
atado con grueso hilo de cáñamo
oscurecido —–empolvado por el tiempo

Al abrirlo
encontré algunas cartas de mi abuela -recetas de cocina
facturas amarillentas de comercios que ya no existen
prospectos médicos
recortes de diarios
-principalmente de la página de avisos fúnebres
-estampitas de santos

y varios cuadernos
correspondientes a sus últimos años de vida
en los que anotó en prolijas columnas
sus gastos –semana a semana
en el mercado –la panadería
-el pago del periódico
las cuentas de medicamentos
-del pedicuro
-del oculista –de sus médicos

También estaban asentadas las sumas que donaba regularmente
a la parroquia de San Patricio
a estas entradas les sigue la leyenda:
» le dejé una botella de whisky al párroco»
y el precio correspondiente de compra
Testimonio fáctico de una estrategia personal para ganarse un lugar
en el cielo

La fotografía 

El marco de plata trabajada de unos 14 x 10 cm.
estuvo olvidado dentro de un sobre
en uno de los cajones de un mueble
vaya a saber cuántos años

Hasta que un día fue descubierto por una de mis hijas
quien sacó de él una vieja fotografía
lo limpió –le dio brillo
y lo utilizó para colocar la foto de su novio
-ya no recuerdo cuál-

Esa fotografía antigua -de color sepia
de una mujer joven y una niña
con largos vestidos –abrigos con cuellos de piel
sombreros –de fines del XIX o muy de principios del XX
botines acordonados – tacos casi imperceptibles
anduvo dando vueltas por la casa
–habitó rincones sin luz

No se quién volvió a encontrarla y la dejó sobre la mesa del comedor
entre un montón de papeles

Una tarde de domingo con lluvia
decidí poner orden y archivarlos
entonces llegó mi turno de enfrentarme con esa imagen
la miré detenidamente
—–me inquietó la adustez de los rostros
la tristeza en sus miradas

En el reverso mi abuela había escrito
/era su letra no había dudas/
en tinta negra y con pluma fuente
» Tiíta Flo y Helen Kathleen,
quien murió de fiebre escarlatina,
a los once años de edad, en St Cloud , París»
(Aunty Flo & Helen Kathleen, who died when 11 years old,
of scarlet fever, in St Cloud, Paris)
Tenía también el sello algo borroneado del fotógrafo
Gilbert Frères (peintres photographes)

Quiénes eran
esa mujer joven y esa niña
retratadas en las afueras de París
Qué hacía esa fotografía antigua
entre los recuerdos familiares
–ya desaparecida
la generación de nuestros abuelos
nunca llegaré a saberlo

Quizás alguien en un suburbio dublinense
o en algún pueblito en el condado de Longford
tenga una vieja fotografía de una joven pareja
sonriendo ante la cámara
en un estudio fotográfico de Buenos Aires
o en la rambla de Mar del Plata
y se esté haciendo preguntas similares a las mías

«Mirá eso, pronto no lo volverás a ver»

El sol arde en los rastrojos de trigo
rebota en la ruta —————forma espejismos en la distancia
Estábamos saliendo de la curva anterior al cruce de la laguna
la cupé se afirma decidida en la larga recta
repentinamente mi padre comienza a bombear los frenos
antes de clavarlos
Las cintas chillaron en las campanas
las gomas quemaron caucho
y casi me golpeo contra el parabrisas
cuando con un volantazo firme
bajó a la banquina poceada
casi gritando: “Mirá eso, pronto no lo volverás a ver…”
Eran Martín Gálvez y Degregori –el viejo- como lo llamaba don Cancela
reseros de oficio
montados en caballos bien mantenidos -un colorado de troncos
negros y un tobiano
Arreaban por la cuneta una tropa de vacas gordas -30 y pico o quizás 40
-algunas machorras en el lote
“Las llevan a lo de Cardoner…
hoy -hay remate especial…”
dijo mi padre al tiempo que levantaba su brazo para saludarlos
luego de ser correspondido
se calzó con firmeza el panamá de ala angosta
acarició dos o tres veces con la punta de la bota gastada
el acelerador de la Chrysler
—–una baturé descapotable del 36 – 6 en línea
-con radiador de aceite
y llantas de rayos—————-
que rugió ronca antes de morder nuevamente el concreto de la 205
Primera —-segunda –el bramido del motor flotaba puro
en la mañana caliente
tocó la palanca de cambios -punto muerto –aceleró en vacío
-antes de enganchar la directa
me da un golpe de vista y comenta satisfecho
que estaba tirando los cambios sin usar
el embrague
clava los ojos en el cemento y el cielo de nuestro horizonte inmediato….
…….y nos perdemos hacia el futuro

Crónica de estos días

«Eloí, Eloí ¿ lama sabachtani ? «
Marcos 15, 34

Lo quebraron….
las promesas olvidadas en las rojas alfombras de la casa de gobierno
los músicos que les cantan a los funcionarios en los salones del poder
las fingidoras que no le ponen ni un poco de corazón al beso a sus manos
los que saben que el pasado es pasado noticia de ayer -sin embargo…….
Lo quebraron….
los sumisos que declaran no tener opciones salvo la propia conveniencia
los discursos de los políticos/as que se imponen la noble tarea de guiarnos
en pensamiento palabra y obra
Lo quebraron
aquellos/as que pretenden soñar nuestros días nuestras noches
aquellos/as que luego de cada cambio de gobierno ajustan sus principios
/a los tiempos que vendrán
aquellos/as que por unos pesos –un puestito en la administración pública
/descubren nuevas -ardientes lealtades
aquellos/as que con ignorante soberbia desde la pantalla televisiva opinan
/opinan——————-opinan
no escuchan a Lao Tsé quien se refirió a ellos
/ hace ya más de veinticinco siglos
Lo quebraron…
las divas los famosos los artistas que por mucho menos de treinta monedas
degradados talentos- devaluado metal
dan fe pública de consignas -productos -empresas
Lo quebraron…
la utopía de aquellos/as que no comprendieron la utopía –su falta de
/compasión
nada tiene que ver con el relato de Raphael Hythloday
Lo quebraron….
aquellos/as que no han entendido que perdonar nada tiene que ver
/con el olvido
a ellos/as Sam Hamill les diría: «Caritas, Caritas» por el amor de ningún
/dios o partido
Albert Camus les susurraría al oído: » Ni víctimas ni verdugos»

Lo quebraron….
la desesperante angustia de comprender que sus deseos como los de tantos
/nunca formarán expediente
caerán en el abandono de las tinieblas
del silencio… del polvo

Ahora….
el cuerpo rígido – descansa en la cama revuelta

En la serenidad de la muerte
nadie ya
-ni dios -ni hombre
podrán causarle dolor alguno

In memoriam Alejandro Javier,
a quien le disgustaba que lo llamaran Bocha.

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Autores
Donaciano Bueno Diez
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