DIVAGANDO, VAGANDO, DIVAGANDO… (Mi poema)
Eliana Navarro (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

Y luego dicen que la vida es corta.
Y luego dicen que el amor es ciego.
Y dicen ¿quién lo dice? lo que importa
cómo es y quién lo apaga cuando hay fuego.

Comentan que el planeta ya se hunde,
que pronto va a cambiar este escenario,
que el hielo si es con el amor se funde,
lo que el futuro depara es un calvario

Y sabemos que hasta hoy nada sabemos.
viviendo sin saber que lo soñamos
ni a la vida intuir por qué bebemos
dudando si adelante caminamos.

E intentamos abrir una rendija
por donde en sigilo intentar colarnos
llevando con nosotros la valija
y en un receso a pensar pararnos.

Y huimos, de esta materialidad huimos,
a esta noria, la vida, vueltas dando,
e infatigables, sin cesar, seguimos
divagando, vagando, divagando.
©donaciano bueno.

MI POETA SUGERIDO: Eliana Navarro

Eliana Navarro

AMIGA POESÍA

Me preguntan a veces : ¿ Qué es de la poesía ?
—Es una gran amiga. Suele venir por casa.
Le encanta alborotar. Ayuda tanto :
No puede ver las lágrimas.
Las recoge por todos los rincones
y las cuelga en las lámparas.
En el ropero guarda mariposas
y en algunas mañanas
toca el disco del sol en primavera
y la casa navega
agitada por nubes y cigarras.
Cuando el señor Invierno, sentado a nuestra puerta
se echa a fumar su pipa a bocanadas,
ordena los armarios
con especial esmero
y enciende en cada pieza
una llama de ensueño.

A veces la tristeza nos visita
con su capa de niebla tan extraña.
Todos queremos que se vaya pronto
y le hacemos desaires.
nos sonreímos en su propia cara.
Pero, si trae miras
de quedarse instalada,
entonces, de improviso
un almendro florido se levanta
en el mismo lugar que ella ocupaba
o una nueva ventana sobre el muro
copia un cielo de nubes extasiadas.
Recomienzan los niños sus rondas y sus juegos
y todo fue tan sólo como un pérfido sueño.

ANILLO

¡Qué jauría salvaje! La oigo rugir
y estoy ausente, sola, tan ajena.
Los chacales que rondan en mi noche
no tocan, no desgarran; sólo acechan.
Sí, tú, diente feroz, podrida hiena,
que con tu agudo hocico
olfateas mi huella.

Oh, padre, padre amado, cuánto ansío tu mano
sobre mi cabellera.
Oh, dulce amigo,
arrebatado a mí por la tormenta,
rompa tu fuerte abrazo
este anillo de llamas que me cerca.

Y tú, muerte que retrocedes,
ven, acércate, hiere!
que tu río me invada, me avasalle,
y me arrastre por siempre entre su gleba.

EL ESPEJO

A José Echeverría

Hacia adentro, muy hondo,
donde la risa tiene el temblor del sollozo,
donde los ojos miran sin temor de mirarse,
me contemplo al espejo de imágenes borradas,
y ya no sé quién soy,
ni qué río me arrastra,
ni qué fulgor me ciega.

Quisiera huir donde el sol consuma
los ríos de mi sangre,
donde el mar incansable
sus espumas levante,
donde el viento, con bárbara armonía
cante, y cante.

LIED

Estás en mí. Desde mis ojos miras
estas suaves colinas en que flota la niebla.
Ausencia. Soledad. Cae la tarde.

Desnudo vaso tuyo: va tu sangre en mis venas.
Cruza el río el paisaje como un adiós,
cansada voz eterna.
Como un río en mi sangre va tu sangre.
Juntos volvemos por la noche inmensa.

PLEAMAR

Inmóviles las manos, el cuerpo abandonado,
así, cerrar los ojos y dejarse abatir por la tormenta.
Antiguas voces llaman. Ya no es hora.
Sangre, amor, amistad, ternura, ¡fuera!
No quiero vuestros rostros de alegría,
vuestras sedientas máscaras de cera.
Dejadme así, tan sola, primitiva, salvaje,
dueña de mi coraje y de mi fuerza.
El aluvión me arrastra;
en él, alegre, quieta,
camino hacia la muerte.

SALMO

Aquí, junto a esta puerta,
aquí llamo llorando.
Aquí sin cuerpo llego,
perdida de mí misma,
perdida de mis pasos,
de mi voz, de mi alma,
con un sabor de muerte
entre los labios.
Y tú tienes un verbo sin palabras,
una luz cegadora,
una sombra que es áspera,
un hálito de nieve,
un tiempo todo llagas.
Y estoy aquí llamándote
como la frágil caña
cuya ceniza un soplo desparrama.

UNA VOZ

His voice was like the voice of my own soul.
SHELLEY

Sabía que existía esa voz,
esa clara voz mágica;
que me estaba llamando
con las varas del mimbre
detrás de las nubes,
cerca de las estrellas rezagadas.
Sabía que venía,
corriendo sobre el viento
para besar jugando mis cabellos.

Tanta sombra y ceniza.
Tanta noche.
Ya no puedo escucharla.
Y todo me parece de raíz arrancado,
campo de sal, abierto páramo,
camino,
camino con mi sangre comprado.

Autor es esta páginna

Donaciano Bueno Diez
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Yo un día quise ser lo que no…
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