MIS CHARCOS (Mi poema)
Jesús Montiel (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

Esos charcos que en vida yo he pisado,
son retos con que ya vine suscrito,
a algunos he ganado el plebiscito,
mientras otros son ellos que han ganado.

Pues no he sido ni fui nunca maldito,
y tampoco malvado, despiadado,
ni lanzado, tampoco un apocado,
ni alguien que el hablar haya prescrito.

He subido y bajado del tejado,
he cumplido con todo requisito,
obediente siguiéndolo al dictado.

Y hoy que casi mi tiempo se ha acabado
no he tenido ni sigo a ningún mito,
y a la piedra me agarro del pecado.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Jesús Montiel

Jesús Montiel

NOCTURNO

¿Qué misteriosa ley ha permitido
a los ojos del hombre habituarse
a noches como ésta con sus astros
vibrando sobre el mapa y nuestras vidas?
Es extraño tener que recordarme
la dicha de estar vivo para no
desatender el don de la presencia
En un instante así como el de ahora,
obligarme a salir
del santuario gris de la costumbre
para asomar el corazón sediento
a este paisaje negro y reanimarlo
con la copla del grillo.
Entonces me estremece un sentimiento
poderoso de chocante gratitud,
como si el mundo fuera una gran fiesta
a la que todos somos invitados
y su anfitrión un Dios que nos seduce.

RECOMIENZO

Me gusta ese momento en que la luz
de pronto recupera de las sombras
el orden de los muebles en el cuarto,
nuestros cuerpos caídos todavía
en las orillas del sueño,
la ropa que nos mira desde el suelo
como un perro amaestrado
o el espejo que invierte el lunar de tu mejilla.
Saber que sigo siendo capaz de la pisada
concretado en un tiempo y un espacio.
¡Oh, calma que concede el nuevo dia
y nos enfrenta al calendario
salando las heridas de la historia!

LABERINTO

Perdido en el dolor
la vida te parece laberinto:
Se anudan los minutos como calles
embrujadas que tapian tu alegría
o son como escaleras
que acaban derramándose en la duda,
lugares de mudable geografía
que dudan el camino acostumbrado
y esconden el lugar de la certeza.
Vagando su confusa arquitectura
consumes la paciencia
buscando una salida inexistente.
Tal vez será mejor
buscar entre los muros un refugio,
zanjar la exploración de una abertura,
cavar un domicilio entre las flechas
que yerran diariamente tus pisadas.
Escribir, por ejemplo,
y que el poema sea ese descanso
en donde el hombre
-herido por la luz de cada cosa-
ya nunca más indague.
Ya siempre se pregunte.

PLOC

MI mano con jabón, en la cocina.
Ahora que concluye la jornada
no hay nada en la memoria
salvo el agua de un grifo
(su música diciéndome:
“Hiciste bien las cosas mudándote a los platos”).
Ni rastro del aplauso después del recital
o aquella traducción que me han propuesto
de un autor que bueno,
diré que me apasiona.
De aquello que nos pasa
recuerda el corazón lo menos agendado.
El agua que he caído para que tú descanses.
(INÉDITO)

El árbol

Sepamos que primero que estas flores
fue paciencia en el frío.
Mucho antes las ramas
crecieron una a una hasta la hoja
y el tronco se hizo fuerte,
tragándose la luz y la tormenta.

Pensemos la raíz y su odisea
debajo de este suelo que nos ancla,
formando laberintos
que luego amarrarían
contra el viento su verde arquitectura.

Miremos la estatura en la semilla:
principio de este fruto
que el hambre hace misión entre los dientes.

Elogio del pene

sin ropa.
mirándote
Ya crece su estatura

Si dejo que el deseo lo prospere
se alarga como un dedo que te apunta
o un raro detector de tus metales.

Que nadie se equivoque
debajo de mi abdomen hay mucha trascendencia.

El pene del que hablo te señala.
Se eleva como un puente levadizo
que acaba en las orillas de tu cuerpo.

Subraya tu lugar en esta noche.
Me dice que estoy hecho para el otro.

VISITA AL MUSEO

Niños terrícolas del siglo treinta:

mirad lo que llamaban los antiguos un bosque.
Entonces las especies vegetales
brotaban a su antojo de la tierra,
se hermanaban formando laberintos
rebosantes de vida.
Los árboles crecían, se estiraban
como sueños borrachos de tormenta
y en sus copas el viento cantaba con el pájaro.

-la extrañeza les abre la boca y la mirada-

mirad lo azul que entonces era el cielo
-se escuchan expresiones de sorpresa-
la belleza del campo amanecido.
Observad las estrellas coronando la noche,
flotando como adornos navideños
de un altísimo abeto.

Mirad un hombre de hace nueve siglos
absorto en la visión de unas montañas.

-¿Qué fulge en su mirada? ¿Qué luz hay en sus ojos?-

Es lo que los antiguos llamaban el Asombro…
de «Placer adámico». Servicio de publicaciones Universidad Complutense de Madrid.

MONÓLOGO DEL PARADO

NO siembran ni cosechan
las jodidas palomas que se hartan
del maná que las mesas de los bares prodigan
-me alegra que esos niños
interrumpan su cena
detrás de una pelota-.

No hilan ni trabajan esos lirios
que se ponen de agua hasta las cejas
revestidos de lluvia en los parterres,
ni tampoco los árboles que orillan la avenida
ni este horrible mosquito
que succiona mi sangre atribulada.

Yo que siembro los mapas de currículos
y trenzo con angustia las hojas del futuro,

cruzadas las fronteras del Edén
no puedo tan siquiera someterme
al mandato divino
de ganarme sudando el alimento.
de «Insectario». Ediciones Rialp. Adonáis.

NOTICIA

AYER eras un hombre cotidiano.

Suponiendo la vida para siempre
el tiempo lo ocupabas
rumiando las facturas,
y escalabas las horas que se iban
-alpinista del tedio-
como el agua de un río que nunca desemboca.

Mas de pronto la vida te sacude
igual que puñetazo
cambiando la expresión adormecida
de tus días normales
por otra de sorpresa.

Te dicen que tu hijo tiene cáncer
y un hombre desigual
-recóndito hasta entonces-
ocupa tus jornadas preguntando tu rumbo.

Y empiezas a dudar del horizonte.

Descubres que en la niebla del futuro
se esconden las murallas
tramposas de la muerte.
de «La puerta entornada». Editorial Libros Canto y Cuento.

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Autor es esta páginna

Donaciano Bueno Diez
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