PIDO DISCULPAS (Mi poema)
Raúl Jaimes Freyre (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Pido disculpas a Dios pido disculpas,
a mi familia y al rey y al mundo entero,
a los seres que más amo, que más quiero,
por disimular echando a otros las culpas.

Pido disculpas por ser un embustero
defendiendo con ardor lo que yo pienso,
por haberme perfumado en falso incienso,
pedir disculpas, en fin, es lo que quiero.

Pido disculpas por ser contradictorio,
y la contraria llevar en las disputas,
y haberme siempre aunado con las putas
cuando hube de compartir mi refectorio.

Pido disculpas por no pintar de azul
cada día y cada hora a nuestro cielo
frecuentemente frustrando nuestro anhelo
de adornarle de estrellitas con un tul.

Silencio pido. Que ruja en el ambiente
del gaznate más febril el llanto artero
y si aún así esta voz no es insurgente
pido disculpas, por fin, que ya hoy me muero.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Raúl Jaimes Freyre

Raúl Jaimes Freyre

La celda

Hay una Dolorosa que une las manos puras;
Una agria calavera de enigmática mueca;
Una ojival ventana que en limitar se obceca
El abrupto paisaje de perennes alturas

Un flagelo que sabe de piadosas torturas
Y en celestes abrojos las tentaciones trueca;
Una vieja clepsidra – dijerase una rueca
En donde hila la hermana muerte vidas futuras -.

Y una escultura, en fin de Cristo en el madero,
Símbolo del amor que tortura y redime,
Y separa la existencia: vía, verdad y luz.

El espíritu tiende a la ciencia sublime,
La voluntad persigue el divino sendero,
Mas el cuerpo se extingue clavado en una cruz.

No soy el mismo

Yo no soy siempre el mismo,
ni el de mañana ni el de ayer,
de mi existencia antigua me separa un abismo.

La emoción que ha pasado, ya nunca ha de volver.

Mas a veces revivo en un día lejano
o otras presiento un punto la hora que vendrá.

En este frágil cuerpo humano
han muerto muchas almas ya.

LOS ANTEPASADOS

(Fragmentos)

Hijo soy de mi raza; corre en mis venas
sangre de los soberbios conquistadores.
Alzaron mis abuelos torres y almenas;
celebraron su gloria los trovadores.

En esa sangre hay ondas rojas y azules;
es de un solar mi escudo lustre y decoro.
(En cambo de sinople, faja de gules
engolada de fieros dragantes de oro).

Despiertan en mi mente, con los halagos
de su tosca hidalguía, los cronicones,
brumosos atavismos, recuerdos vagos
y un tropel de confusas evocaciones.

Me iluminan de pronto, con fugaz brillo,
relámpagos que quiero fijar, en vano… ¿En
qué lid, en qué claustros, en qué castillo
espada, cruz o lira tuve en mi mano. . .?

LA MUERTE DEL HEROE

Aún se estremece y se yergue y amenaza con su espada
cubre el pecho destrozado su rojo y mellado escudo
hunde en la sombra infinita su mirada
y en sus labios expirantes cesa el canto heroico y rudo.

Los dos Cuervos silenciosos ven de lejos su agonía
y al guerrero las sombras alas tienden
y la noche de sus alas, a los ojos del guerrero, resplandece como el día
y hacia el pálido horizonte reposado vuelo emprenden.

SOMBRA

¡Oh!, ¡Cuán fría está tu mano! ¿Ríes? ¿Por qué ríes?
Chocan tus dientes. Hay algo extraño en tus ojos. Tus miradas
hieren como dagas. Me hace daño tu risa,
me aterra el frío de tu mano descarnada:

¡Déjame huir! Ya la noche dolorosa nos rodeó
con el pavor de sus sombras… Hay un abismo a mis plantas.
Hay un clamor en el fondo del abismo. Las tinieblas
se aglomeran en los flancos hendidos de las montañas.

¡Oh, esta mano no es la tuya! ¿Por qué el frío de esta mano
penetra ya hasta mis huesos? ¿Por qué brilla una guadaña
sobre mi frente…? ¿No escuchas ese vago son que llega
suave y tenue, como el eco de una música lejana?
¡Oh, cuán triste es ese ritmo que suspira en mis oídos
y conduce hasta mis ojos la amargura de mis lágrimas!
¡Oh, cuán triste es ese ritmo! Déjame llorar. ¡Oh, déjame
arrodillarme! Mis labios sabrán quizá una plegaria.

Tengo frío. Tengo miedo. Esas sombras que se mueven
son espectros que en el borde del abismo se entrelazan…
No me arrastres… Tengo miedo… Tengo miedo del abismo.
Déjame huir… Ya la carne de mis huesos se separa…

¡Oh, ese espectro que a mí viene con los brazos extendidos
y que absorbe con sus ojos mis pupilas abrasadas!
Ya mis manos están yertas, ya están secas mis pupilas
y el gemido del abismo, frío y lúgubre me llama.

Vamos ya. ¿Ves como empuja desprendidos eslabones
hacia el fondo de la cima la cadena de fantasmas?
Vamos ya. Llévame‚. Siento que el latido de mis venas
se acompasa con el ritmo de la música lejana;
con el ritmo dulce y triste, que se mece en las tinieblas
y armoniza con mis pesos la caricia de sus alas,
como esquife
columpiando
de las ondas.
Suavemente… Lentamente,
por el blando
fugitivas
movimiento
que se extinguen
en la playa.
va ondulando en la penumbra,
en su danza tenebrosa la cadena de fantasmas…
Vamos ya para las entrañas de la noche y el espanto…
¡Oh, el amor! ¡Oh, la alegría! ¡Oh, la dicha!
¡Oh, la esperanza!

PEREGRINA PALOMA IMAGINARIA

Peregrina paloma imaginaria
que enardeces los últimos amores;
alma de luz, de música y de flores
peregrina paloma imaginaria.

Vuele sobre la roca solitaria
que baña el mar glacial de los dolores;
haya, a tu peso, un haz de resplandores,
sobre la adusta roca solitaria…

Vuele sobre la roca solitaria
peregrine paloma, ala de nieve
como divina hostia, ala tan leve…

Como un copo de nieve; ala divina,
copo de nieve, lirio, hostia, neblina,
peregrina paloma imaginaria…

SIEMPRE

¡Tú no sabes cuánto sufro! ¡Tú que has puesto mis tinieblas
en mi noche, y amargura más profunda en mi dolor!
Tú has dejado, como el hierro que se deja en una herida,
en mi oído la caricia dolorosa de tu voz.

Palpitante como un beso; voluptuosa como un beso;
voz que halaga y que se queja; voz de ensueño y de dolor.
Como sigue el ritmo oculto de los astros el océano‚
mi ser todo sigue el ritmo misterioso de tu voz.

¡Oh, me llamas y me hieres! Voy a ti como un sonámbulo
con los brazos extendidos en la sombra y el dolor…
¡Tú no sabes cuánto sufro! Cómo aumenta mi martirio,
temblorosa y desolada, la caricia de tu voz.

¡Oh, el olvido! El fondo obscuro de la noche del olvido
donde guardan los cipreses el sepulcro del Dolor.
Yo he buscado el fondo obscuro de la noche del olvido,
y la noche se poblaba con los ecos de tu voz…

LO FUGAZ

La rosa temblorosa
se desprendió del tallo,
y la arrastró la brisa
sobre las aguas turbias del pantano.

Una onda fugitiva
le abrió su seno amargo
y estrechando a la rosa temblorosa
la deshizo en sus brazos.

Flotaron sobre el agua
las hojas como miembros mutilados
y confundidas con el lodo negro
negras, aún más que el lodo, se tornaron,

pero en las noches puras y serenas
se sentía vagar en el espacio
un leve olor de rosa
sobre las aguas turbias del pantano.

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Donaciano Bueno Diez
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