UNA TORRE SIN CIMIENTOS (Mi poema)
Gonzalo Márquez Cristo (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Yo cuento aquí mis cuitas como el chopo
suspira cuando mira al campanario,
las voces que recitan el rosario,
la nieve que regando va su copo,
el olmo centenario.

Al igual me comporto como el loco
que le roba las notas a un flautista,
el baile que a bailar sale a la pista,
de la nariz el niño extrae un moco
en un gesto intimista.

Y pienso igual que al que le sabe a poco
un bistec y una jarra de cerveza,
la gracia de la mente, su destreza,
la sombra que se alarga y que no toco
o un gesto de torpeza.

Y vivo ¿cómo vivo? en un sofoco
desde acá para allá siempre a la vista,
tratando de ser bueno y altruista
y avanzo, retrocedo y luego enroco,
de este mundo un turista.

Y aunque no lo consigo, sé provoco
constantes y distintos aspavientos,
soplen buenos o soplen malos vientos,
a veces creo, acierto o me equivoco,
soy torre sin cimientos.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Gonzalo Márquez Cristo

Gonzalo Márquez Cristo

Dominio de las huellas

Volví de la noche: aún me escucho el corazón.
Para construir en el abismo me entrego al resplandor que aniquila, que escalda mi rostro.
Aquí sólo el fuego conoce los caminos.
Hemos sido encargados de profanar el mundo, de seguir a quienes fundaron una progenie de espectros y de anunciar la llegada de los emisarios del terror.
Cuando la sombra nos precede sospecho que el tiempo me vigila.
Fui expuesto. Me acechan los inquisidores. El victimario sufre la tiranía de sus huellas y ese incesante sobresalto será nuestra única venganza.
Somos los nuevos nómadas, los prisioneros del futuro, los de la mirada inacabable.
Es en momentos aciagos cuando es oportuno renacer, conteniendo la respiración, sintiendo el miedo que aletea en la ventana.
¿Aún será posible expresar la primera sílaba? ¿Emprender nuestro retorno
vegetal? ¿Recobrar el canto del agua? ¿Liberar a la raíz?
Comprendí todos los regresos.
La poesía se lee cerrando los ojos.
Instigué a la flor para que se rebelara contra la primavera. Extravié mi sed.
Oh noche, todo se ha creado en contra tuya.

El libro del agua

Nunca dejaré de perseguirte, sagrado delirio. Ni cuando advenga la paz de los injustos. Ni cuando despierte en la oscuridad entre escombros del deseo.
No es en el fuego, ni siquiera en la tierra, donde ha escrito el tiempo: conozco su libro fugitivo.
Todo lo que pretendo cantar no pertenece a la vida.
La marea sigue preguntando y yo suscito oscuridades, hasta que alguien me entregue sus límites.
Todavía busco lo que buscaba.
No sé si el poema sirve contra el miedo. No sé si algún día existirá quién pueda amar a los que reinan. No sé si el hombre seguirá oficiando en altares devastados.
Pero comenzaremos por cobrar todo lo que nos adeuda el silencio.Compartiremos nuestra sed.
El verdadero despojamiento es el que conduce al origen. La luz es tan reciente…
Mis palabras caen como semillas. Mis ojos ya han sido sembrados.
Aquí a mi lado, en este desierto populoso, alguien desconoce la mano que se necesita para morir.

Destino del silencio

El ojo insomne nos condena y por eso cultivamos lo invisible.
Todo sufrimiento conduce a la infancia.
Hemos minado la entrada al deseo y es inútil interrogar nuevas puertas para salir del aquí. Se hace tarde. El reloj es un roedor sigiloso.
Los colores callarán y permaneceremos en el lugar donde los árboles vienen a morir. Sólo allí no estaremos solos.
Detrás del humo sube mi ciudad.
(Ellos hallaron usura en la desdicha, fundaron el terror solar e instauraron factorías de espejismos).
La víctima ha sido revelada. El sueño ahora me interroga. (Han sitiado mis manos. Persiguen mi alarido).
Ninguna pregunta será resuelta hasta que culmine el canto del agua.
Hoy transitamos por los desiertos del regreso. Lo poco que me dejó la noche me ha sido arrebatado por quienes defienden este tiempo incinerado.
Aquí te despierto memoria.
Me ilumina la respiración.
Debajo de una palabra puedo vivir.

Génesis

Para sobrevivir nos arriesgamos a la memoria, nos entregamos al vacío.
Ya conocimos el ave de rapiña del viento y la serpiente del agua. El silencio jamás volverá a separarnos.
Regresamos al sílex, escuchamos la oración del fuego.
Emprendemos el numinoso sobresalto. Vivimos la voracidad de los hallazgos y el juego espectral del deseo.
El único fruto del árbol al que no podemos renunciar es a su sombra.
Sufrimos la persecución de la primavera –y fue allí donde la palabra se hizo verde.
Lo que más dura es el instante, lo que más oculta es la luz.
Cuando se interrumpe el tiempo alguien decide nacer.

RESTITUCIONES

Pretendo que todo lo perdido se convierta en poema.
Las heridas como los huracanes tienen nombre. Y aunque ignoro por qué a mi alrededor nacen los abismos, desde el origen fui mancillado por la felicidad, por su cima inclemente.
Las invasoras restas del recuerdo. La pugna de la raíz. La antigüedad del silencio…
No pongo flores en el cementerio del sueño, pero continúo a pesar de todas las arenas movedizas del espíritu.
La culpa que no te deja partir es el amor.
Y ahora la niebla, la lluvia, la ausencia…
El desequilibrio llamado belleza, la terrible orfandad de lo sagrado, la rosa ígnea que me guía en la desesperación…
Sé que el camino terminará por encontrarme.
Como todo lo que se hace visible para morir.

EN NOMBRE DEL GRITO

Crees tanto en la sed: en la vida… En lo invisible. Duermes de cara al oriente. Te purificas en el peligro. En los libros delatas al tiempo como a un pájaro disecado.
En el bosque una encina te sigue. La luz te nombra. Cuando eliges el rumbo del dolor alguien te da un sorbo de agua.
Deseas: esperas siempre equivocarte. Asumes la tiranía del ojo llamada viaje y a veces con un rostro logras curar tu frío.
Sabes de un paraíso que nunca será memoria.
Asistes a la mascarada de la sobrevivencia aunque un ecuador lejano y voraz atraiga tu vuelo. Así logras persistir.
Tus palabras caen como puñados de tierra sobre un cuerpo desnudo.
Aquí comienza el instante. ¿Quién clama? ¿Quién responde entre la sangre? ¿Quién descubre su sombra incandescente?
¡Que el grito siempre pueda detener la herida…!
¡Que el lenguaje alcance para no morir!

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Donaciano Bueno Diez
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Siempre fui de las musas al teatro un…
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