EL MAR, TAN GRANDE (Mi poema)
Luis Muñoz (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

El mar, yo nunca supe que el mar fuera tan vasto,
a fuer de ser sincero ni supe que existiera,
que yo nací en un pueblo, que allí todo era pasto,
y ovejas eran peces nadando en la pradera.

De pinos, las carrascas, las charcas, los eriales,
los chuzos en invierno colgando en canalones,
los trigos, los viñedos, resecos manantiales
de pajaros los nidos, perdices y gorriones.

Zazuar, ese es el nombre de un punto en la meseta,
yo un niño que pensaba que el mar era un gran charco,
el agua siempre estaba tirado en la cuneta
en que a veces jugaba, los pies eran mi barco.

Pues yo era un ignorante, que no aprendió a nadar,
y aún hoy que al mar he visto me acerco hasta su arena
confieso mi añoranza, pues no puedo olvidar
y vuelvo a chapotear para calmar mi pena.
©donaciano bueno

#Yo fui un niño de una tierra de secano que ha venido a morir al mar. Clic para tuitear

Comentario: El municipio de Zazuar se ubica en la Ribera del Duero, a 12 km al noreste de Aranda de Duero, al sur de la provincia de Burgos, a 86 km de la capital, en la comunidad autónoma de Castilla y León (España)

MI POETA SUGERIDO: Luis Muñoz

El mar nunca

El mar nunca propone la nostalgia
porque sólo regresa
en busca de un comienzo,
de unos ojos primeros,
de una torre sin marcas de combate,
de unos lentos tobillos indecisos
que lo sientan llegar con la extrañeza
del amor que precede al cuerpo del amor.
Pero tú eliges que las olas vengan
arrastrando fragmentos de un pasado
que simula el murmullo
azul de la memoria
y la alta noche lo corona de fuego
y lo secundan quietas ilusiones perdidas.

El verano que huye

De vuelta, adormecidos en el coche,
el verano tenía
la calidad abstracta del sueño de los otros.
Si las velas contienen
los momentos finales del crepúsculo,
si un animal inmenso se deshace
en las gentes de fuego de las playas
y los rompientes cumplen
el amargo papel de signo adverso,
todo aquello que huía con nosotros,
en el orden juicioso y familiar
de los veranos, de repente
nos desplazó del mundo
y en los ojos de extraños
se fundó su memoria.

Razones de peso

La adivinamos breve también aquellos años.
Inexplicable y breve
como la luz del cuarto que baja hasta las sombras
rosadas y malignas de las tardes felices.
Como el baño en el mar donde seguimos
la dirección secreta de las olas
o el cuerpo de lagarto de la espuma.

En todo la encontramos y a todo parecida
no dibujó en el curso de los sueños
las formas desleales de una ausencia.
No simuló en nosotros ninguna eternidad
ni apareció tan bella como quisimos luego.

Septiembre

En el pálido azul que acogen las terrazas,
los labios desprovistos que saben regresar
y el vuelo de las últimas gaviotas.

Voces que el mar congrega,
que vienen con las olas y son la lejanía.
Playas tendidas como alas de nieve
al pie de los bañistas
y autobuses velados con tenues pasajeros
que persiguen la falta de costumbre.

También entonces
rubias muchachas sumergidas
en el agua templada de las historias breves
y la pasión del horizonte, el hilo de ciudades
que definen los barcos que se alejan.

No es más real, septiembre, que un recuerdo,
pero nombres que dimos por perdidos
recobran claridad, el aire que atraían
y el sueño en que resisten los veranos.

Adolescencia
(J. R. J.)
Una rueda de fuego era tu vida,
del placer a la culpa.
Como un nido de abejas el temblor de silencio,
la luz de la mañana, la azotea
flotante sobre paisajes aguados
y sobre poetas díscolos.

Todo se fue moviendo
a costa del futuro sin demasiada prisa.
Las huellas de esa rueda las leí en mi vida
mientras que se alejaba, como buscando un margen,
el amor por tus libros, del placer a la culpa.

Luces apagadas

La oscuridad reclama en cuanto llega
un orden para el mundo.

Se lo daría, si pudiese,
igual que puedo darle mi cadena de azares,
un nombre a algún presagio aleteante,
el mapa descifrado de mi limbo
y aun la gratitud que no le debo.

Nunca llega de pronto sino que desvanece
el tejido de fondo de los días
como si sumergiera
un cuerpo en la mirada que lo sigue.

La oscuridad precede a cuanto toca.
Y si finge lanzarse como un ave de presa
sobre tu cuarto solo,
si amenaza su salto de repente,
no creas en su caída,
no temas su ala trampa,
hazle un hueco.

Primera hora

Con sus patas de araña
el día apenas toca lo que toca.
Al cielo de la plaza lo despeina
un viento tibio.
A menudo lo oí y no lo quise:
que la repetición te manda.
No:
con la fibra de ayer, con lo que quieras
el hoy es uno.

Diario

A Isolde Gornemann

El sosiego, de pronto, no es un plazo,
ni es un anuncio, ni una salva.
El sosiego, de pronto, es una guerra
que se libra en los márgenes del día.
En la lengua del alba, en la cal de la tarde.

Espiral

¿Con qué viene el amor
en su tromba dormida?

Con hilos de una red de lance
del pasado, con luces rutilantes
brillando en su argumento.

Con su gama de olores,
de miedos, de costumbres
que siguen y que esquivan las costumbres,
con su plano de vías, de cruces, de paradas,
con vocación de marca, con su marca.

Ésta

Ésta es la noche
con su lomo de iguana.
Yo no pienso temerla
ni por lo que embosca
ni por lo que ilumina.

Tu miedo no termina sin mi miedo
cuando son una fuerza.

Plan de fuga

Cerrar algunas puertas de salida.
A la calle sedosa, al patio ensimismado,
a la sombra partida que husmea en los jazmines,
a la facilidad, a la dificultad,
a la nieve embarrada que duerme en tu deseo.

Sencillo y complicado

No sé si cuando espero, a la vez convoco algo
o a alguien.
Los brotes tiernos de una rama,
los nudos afilados que no punzan,
como la luz del día
o el olvido deseado del amor.
Como todo lo que es cuestión de tiempo.

Esperar se supone que es ser hacia adelante,
pero es también volver a un ámbito sombrío.
Donde se chocan ciegos,
igual que pececillos moribundos,
lo que se cumple tarde y lo que nunca llega,
lo que se quiere aún y lo que se desdeña.
En el agua podrida de una charca.

Un paisaje con gente

Estar así fundido en el paisaje.
Ser parte de él.
Una hebra prendida,
una gota de un curso,
un pequeño motor
del movimiento.

No ser tan sólo uno,
ser uno entre los otros,
en esa irrigación
que das y dan los otros.

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Donaciano Bueno Diez
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Prometo, no fui yo quien lo pidiera,yo era…
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