¿POR QUÉ ME SIGUE? (Mi poema)
Guillermo Blest Gana (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

No sé por qué me sigue a todas partes
si no le debo nada y me persigue.
Pues yo creo que tiene malas artes
por más que le reclamo sigue y sigue.

Quisiera que se vaya de mi lado,
de una vez me deje en paz, se olvide,
si yo me porto bien y no he pecado
y ella sólo me ve, nada me pide.

Comprendo que me pongo muy pesado
pues en la sombra está y no me molesta.
Y a veces cuando estoy malhumorado

me sigue, permanentemente al lado,
lista para salir a la palestra
repicando si un mosco me ha picado.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Guillermo Blest Gana

Guillermo Blest Gana

MIRADA RETROSPECTIVA

Al llegar a la página postrera
de la tragicomedia de mi vida,
vuelvo la vista al punto de partida
con el dolor de quien ya nada espera.

¡Cuánta noble ambición que fue quimera!
¡Cuánta bella ilusión desvanecida!
¡Sembrada está la senda recorrida
con las flores de aquella primavera!

Pero en este hora lúgubre, sombría,
de severa verdad y desencanto,
de supremo dolor y de agonía,

es mi mayor pesar, en mi quebranto,
no haber amado más, yo que creía,
¡yo que pensaba haber amado tanto!

SONETO

Mujeres, mundo, sociedad, engaños,
de vosotros por siempre me despido.
¿Recuerdos?Ni ambiciono ni los pido,
y quiero solo huir de vuestros daños.

Cortos han sido del placer los años,
largos los años del dolor han sido:
cada sonrisa me costó un gemido;
cada culto de fe, mil desengaños.

engaños, mundo, sociedad, mujeres…
Recorramos el libro de mi historia
para contar mis dichas y placeres:

primeros sueños de ambición de gloria,
adoración después de falsos seres,
llanto por fin y luto en la memoria.

Crepúsculo

¡Hora de bendición, hora de calma,
cuánto places al alma!

Los recuerdos de un bien desvanecido
ha largo tiempo ya, su faz doliente
levantan de los muros del olvido
y a reposarse vienen en mi frente.

Dulce, inocente, bella y amorosa,
sueño feliz de juvenil deseo,
entre las nubes de topacio y rosa
de mi primer amor la imagen veo.

Y en lontananza, deshojando flores
de exquisita y purísima fragancia,
con las vagas memorias de mi infancia,
los delirios sin fin de mis amores.

Con dulce y melancólica sonrisa
a mi se acercan los fantasmas bellos,
y juegan al pasar con mis cabellos
como ligera y perfumada brisa.

Uno me llama su primer amigo,
otro me nombra su primer hermano,
y uno muy bello, al estrechar mi mano,
me dice: ‘Siempre viviré contigo’.

Y se alejan despuéa, y mis deseos
su vuelo siguen con alado paso,
mientras en los vapores del ocaso
me fingen mis primeros devaneos:

Sueños de dicha, aspiración de gloria;
de amor, poemas dulces, ignorados;
pueblos libres; tiranos destronados…
¡Quimeras que aún adora mi memoria!

Y se acercan de nuevo en leve giro,
besando al paso mi abrasada frente,
mientras la luz, que muere en occidente,
me envía un melancólico suspiro.

¡Suspiro triste, de armonías lleno,
queja tal vez de un corazón que me ama,
postrer rayo quizás de aquélla llama
que fecundaba mundos en mi seno!

Mundos de amor, de dulces armonías,
poemas encantados y risueños
que alumbraba, en el mundo de mis sueños,
el bello sol de mis hermosos días.

¡Volved, volved, espíritus amantes!
Joven aun, mi corazón palpita:
si enfermo estoy y como flor marchita
me veis, volved, espíritus errantes.

¡Volved, volved! Ya veo vuestras galas,
ya el pecho arroja su mortal angustia;
batid así sobre mi frente mustia
con tierno amor vuestras doradas alas.

Joven yo soy: el corazón valiente
es como roca por el mar batida.
Venid, llegad, tormentos de la vida,
¡siempre serena miraréis mi frente!

Ya de diamantes se tachona el cielo.
Fanales llenos de esplendor y gracia,
venid corno después de la desgracia
nos vienen la esperanza y el consuelo.

¡Salud, puros ensueños de la mente!
¡Salud, bellos fantasmas del pasado!
Quien os tiene, jamás es desgraciado.
Venid a reposar sobre mi frente.

Uno se acerca y me apellida amigo,
otro me nombra con amor hermano,
y uno muy bello, al estrechar mi mano,
me dice: ‘¡Siempre viviré contigo!’

¡Cuánto places al alma,
hora de bendición, hora de calma!

Si a veces silencioso

Si a veces silencioso y pensativo
a tu lado me ves, querida mía,
es porque hallo en tus ojos la armonía
de un lenguaje tan dulce y expresivo.

Y eres tan mía entonces, que me privo
hasta oír tu voz, porque creería
que rompiendo el silencio, desunía
mi ser del tuyo, cuando en tu alma vivo.

¡Y estás tan bella; mi placer es tanto,
es tan completo cuando así te miro;
siento en mi corazón tan dulce encanto,

que me parece, a veces, que en ti admiro
una visión celeste, un sueño santo
que va a desvanecerse si respiro!

El primer beso

Recuerdos de aquélla edad
de inocencia y de candor,
no turbéis la soledad
de mis noches de dolor:

pasad, pasad,
recuerdos de aquélla edad.

Mi prima era muy bonita,
y no sé por qué razón
al recordarla palpita
con violencia el corazón.
Era, es cierto, tan bonita,
tan gentil, tan seductora,
que al pensar en ello ahora,
algo como una ilusión
aquí en el pecho se agita,
y hasta mi fría razón
me dice: ¡era muy bonita!

Ella, como yo, contaba
catorce años, me parece,
mas mi tía aseguraba
que eran solamente trece
los que mi prima contaba.
Dejo a mi tía esa gloria,
pues mi prima en mi memoria
jamás, jamás envejece,
y siempre está como estaba
cuando, según me parece,
ya sus catorce contaba.

¡Cuántas horas, cuántas horas
de dicha pasé a su lado!

¡Pasamos cuántas auroras
los dos corriendo en el prado,
ligeros como esas horas!
¿Nos amábamos? Lo ignoro:
sólo sé lo que hoy deploro,
lo que jamás he olvidado,
que en pláticas seductoras,
cuando me hallaba a su lado,
se me dormían las horas.

De cómo le di yo un beso,
es peregrina la historia;
hasta ahora, lo confieso,
con placer hago memoria
de cómo la di yo un beso.
Un dial solos los dos,
cual la pareja de Dios,
cuya inocencia es notoria,
nos fuimos a un bosque espeso,
y allí comenzó la historia
de cómo la di yo un beso.

Crecía una hermosa flor
cerca de un despeñadero;
mirándola con amor
ella me dijo: ‘Me muero,
me muero por esa flor’.
Yo a cogerla me lancé,
más faltó tierra a mi pie;
ella, un grito lastimero
dando, llena de terror,
corrió hasta el despeñadero…
y yo me alcé con la flor…

Dos lágrimas de alegría
surcaron su rostro bello,
y diciendo-. ‘¡Vida mía!’,
me echó los brazos al cuello
con infantil alegría.

Fuego y hielo sentí yo
que por mis venas corrió,
y no sé cómo fue aquello,
pero un beso nos unía…,
dejando en su rostro bello
dos lágrimas de alegría.

Después… ¡Revoltosa mar
es nuestra pobre existencia!
Yo me tuve que ausentar,
y aquella flor de inocencia
quedó a la orilla del mar.
Del mundo entre los engaños
he vivido muchos años,
y a pesar de mi experiencia,
suelo a veces exclamar:
¡La dicha de mi existencia
quedó a la orilla del mar!

Recuerdos de aquella edad
de inocencia y de candor,
alegrad la soledad
de mis noches de dolor;

¡llegad, llegad,
recuerdos de aquella edad!

Mirada retrospéctiva

Al llegar a la página postrera
de la tragicomedia de mi vida,
vuelvo la vista al punto de partida
con el dolor de quien ya nada espera.

¡Cuánta noble ambición que fué quimera!
¡Cuánta bella ilusión desvanecida!
¡Sembrada está la senda recorrida
con las flores de aquella primavera!

Pero en esta hora lúgubre, sombría,
de severa verdad y desencanto,
de supremo dolor y de agonía,

es mi mayor pesar, en mi quebranto,
no haber amado más, yo que creía,
¡yo que pensaba haber amado tanto!

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Donaciano Bueno Diez
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