HIJOS DE LA MISMA MADRE (Mi poema)
Manuel Ruiz de Amezcua (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

¡Qué importa aquí el color, dime, qué importa
si tú naciste ahí o más abajo,
si tienes al maltés por latinajo
y amar solo a tu dios te reconforta,
y gozas del trabajo!

Viniste desgarrado en la placenta,
posiblemente en cuna de abolengo,
o fuiste consecuencia de un devengo,
desnudo sin ninguna vestimenta
igual que un camarlengo.

Pues todos fruto somos del azar
y pronto más que tarde nos iremos,
de nada ha de servir si nos creemos
que el tiempo lo podamos alargar
así que a Dios recemos.

De aquello que ocurrió nadie es culpable,
tampoco has de apropiarte, presumido,
si hubieran de abortarte o haber nacido
huraño, o convertirte en más amable,
o un loco empedernido.

Que todos de una madre somos frutos
-y madres ya se sabe solo hay una-,
y empieza en el momento de la cuna
que viene a conformar los atributos
de diosa la fortuna.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Manuel Ruiz Amezcua

Manuel Ruiz Amezcua

Los otros

Nos acusan demasiado
y nos miran desde siempre.

No entienden nuestras palabras.

Viven de la piedad
como quien vive de la mentira.

Para disimular el vacío
avanzan hacia el abismo.

Frecuentan el mundo de los verdugos
para tener información
de nuestro destino definitivo.

Custodian el silencio
de los que no pueden hablar.

Buscan sólo a sus enemigos.

Nos gritan desde el espejo
su más profundo desprecio.

Quieren hundir nuestras vidas:
necesitan víctimas.

Su vejez es la del mundo.
Sus caminos son los de la carne.

No es difícil imaginar
en qué consistirá mañana
la venganza de esta gente.

Expoliados, violados, apaleados,
viven de atravesar la historia.

Son cadáveres, y pesan mucho.

Los que más los amaban
los dejaron solos para siempre.
(Del libro Contra vosotros, 2005)

Recuerdo dañado

(Numancia, 32, hacia 1960)

Ha aparecido un hombre
al fondo de la calle.
Lleva gotas de sangre en la camisa,
el pantalón deshecho,
la cara rota por los arañazos
de alguien que ha huido
y a quien se nombra a gritos.
La sangre crece por el cuerpo
y se derrama sobre un suelo
de piedras y cemento,
de losas casi ocultas por el cieno.
La gente corre.
El hombre se desploma como un muerto.
Las mujeres lloran.
Sus gritos crecen como el fuego.

Desde la puerta de su casa,
el niño que ve la escena
no sabe lo que ve,
pero ya siente como extraño el mundo,
busca a su madre
y tiene miedo de los hombres
porque ha visto a la muerte.

LA GLORIA SE PUDRE SOLA

La calumnia, que adorna vuestras bocas.
La injuria, que ampara vuestros labios.
La mentira, que os hizo miserables.

Esa vileza crónica
curtida en la rapiña del poder.
Esa mirada, tan vacía
de ideas como ahíta de miseria.
Esas palabras, huecas como el aire.
Esa infamia, cocida a cieno lento.
Ese astuto rosario de maldades
de antiguos perros de siempre,
hoy con distintos collares.

Esa sabiduría en el engaño.
Esa lenta basura programada
de mugre vuestra con cabal conciencia.
Esa cucaña. Esa maldad siniestra…

Todo lo que me empuja a contestaros
que vuestra vida es una ofensa,
que habéis perdido la memoria y la vergüenza.

LA ESPAÑA ETERNA
(Y PROFUNDA)

Tienen el alma impermeable,
creo que escribió Machado.
Devotos y matuteros,
les dejó como epitafio.
Cambian siempre de chaqueta,
si les ofrecen buen caldo.
Los conozco hace ya tiempo.
Los sufro hace muchos años.
A los que van como pícaros
y a los que ejercen de santos.
A los que van de rebeldes
y viven como vasallos.
A los que ejercen de nobles
y actúan como villanos.
Reconozco a los hundidos
y conozco a los salvados.
Oteo a los redimidos
y veo a los condenados.
Me asustan los poderosos
que aumentan siempre lo malo.

Sé de esas leyes eternas.
Sé de esa casta de sobra.
Sé de esa noche y sus sombras.
De los que roban a solas
y de los que en las tribunas,
con mucha y buena tramoya,
engañan a sus esclavos.

Como a buenos feligreses,
a ellos todo les da igual.
Su único Dios: el dinero.
Su única patria: medrar.

Como buenos parroquianos
siempre fueron muy taimados
y durante cuarenta años
glorificaron a Franco
con sus mismísimas manos.
Y nunca contra el tirano,
ni contra nada del clero,
que nada manifestaron.
Cultivaron el silencio,
y los que nunca callaron
esos fueron muy poquitos
y lo acabaron pagando.
Esos fueron unos cuantos
y lo pagaron muy caro.
De los otros, los de Franco,
ahora gobiernan sus hijos
hace casi cuarenta años,
como lo hicieran sus padres.
Y siguen los mismos pasos.
Y siguen libres las manos
para robarnos los cuartos.

Siempre tuvieron muy cerca
la intención de la venganza
para convertirse en amos.

Se vengaron como siempre
y disfrutaron odiando.

Se vengarán cuando puedan,
llevándose lo que quieran.

Y cuando no puedan vengarse en ti,
lo harán en tu descendencia.

FUEGO EN LO OSCURO

Acaba de nacerle un hijo.
Lo ha llevado en su vientre
dos meses y unos días.

Va de acá para allá
con la locura del instinto,
con el desasosiego de la sangre,
con el temor de la tristeza.

Gruñe y jadea, mueve
el cuerpecillo inmóvil.
Sus ojos son el reino del espanto.

Hay algo que la enloquece,
que no entiende,
que no puede comprender.

Y mira desde otro mundo…

Se queda quieta, esperando a la vida.
Se queda sola, lamiendo a la muerte.

LO QUE VERÁN LOS OTROS

(El arquitecto Andrés de Vandelvira sueña sus iglesias, sus palacios)

A Juan de Dios Vico

La vida no está en un sueño,
sino en muchísimos sueños.

Sueño en la soledad de tanta piedra
el refugio que merecemos.
Sueño en la soledad de tanta noche
el rostro que nunca veremos.
Sueño en la soledad de tanta sangre
la voz de todos nuestros muertos.

Al amparo de la piedra.
Al amparo de lo eterno.
Al amparo de los siglos.
Al amparo de los sueños.

Cobijando en la paciencia
la construcción del silencio.
Imaginando en el mundo
la perfección de lo eterno.

Suplicándole a la piedra
que me entregue su misterio.
Pidiéndole eternidad
a la oscuridad del cielo.

Buscándole su verdad
a la leyenda del tiempo.
Buscando la resistencia
de las verdades del miedo.

Buscando sobre la sombra
la luz del entendimiento.
Así consumo mis días:
oyendo la luz del viento.

Así consumo mi mente:
imaginándome un sueño.
Buscando siempre en la vida
algo que parezca eterno.

Buscando siempre consuelo
donde nunca puede haberlo.
Buscando, siempre buscando
las claridades que encuentro.

Buscando, buscando siempre
entre las piedras el fuego.

Buscando la salvación
en la mente de lo eterno.

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Donaciano Bueno Diez
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