SOÑANDO UNA VEZ MÁS (Mi poema)
Otoniel Guevara (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Si hoy yo pudiera hacerme otro cerebro,
o si dios al hacer me consultara,
haría al que es actual un buen requiebro
evitando que fuera cual enebro
torcido, y si es posible enderezara.

Gustaría que fuera rellenito,
de rosas su perfume lo adornara.
pintado en su interior y aseadito,
haciendo del amor un requisito
y al desagüe tirar lo que sobrara.

Pondría un envoltorio transparente,
de neón un letrero que avisara
que es preciso al pensar ser consecuente,
ser amable, sincero y ser prudente,
y a palabras insulsas las parara.

Con un lazo al trabajo el fin pondría
tendiéndole a lucir al sol de oriente
esperando que el mundo lo vería.
Ignoran lo feliz que eso me haría:
¡poder todos mirar siempre de frente!.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Otoniel Guevara

Nacionalidad

Mi país es el mar
que envenena a sus peces con espuma.

Mi país es el cielo
donde la muerte es gris y acuosa y fría.

Mi país es la tierra
con un bosque de cruz y calavera.

Mi país es montaña
que en lodo y sangre oficia su derrumbe.

Mi país es extraño
pero simple:
Se llama El Salvador y usted dirá.

Los perros

Aquí, en este silencio que no da sosiego a las catedrales,
aún resuenan los relucientes machetes que no soportaron transitar la
amargura.
¿Cuántos de nuestros pastores advirtieron la sombra?
¿Cuántos de nuestros hermanos no adivinaron la luz?
Seguimos a oscuras. Sin luz. Sin sombras.
Dudando de ser humanos, en el mejor de los casos,
cumpliendo con el simple ofertorio de respirar, en el más deplorable.
Siento que los perros sí sospecharon. Que en el fondo de sus ladridos
desataban la horrenda homilía del miedo.
No a la muerte, que es burocracia fugaz,
sino a la caravana de instrumentos, cada cual con su luz,
con su apretada nostalgia,
con su suave e incomprensible vibración.
Los perros sí sabían, por eso ladraron.
Y aquéllos les rebanaron el nervioso cuello, les clausuraron la voz;
y los otros hicieron de metal sus instintos
y olvidaron las lágrimas que en sus ojos animales
ya lamentaban
este tiempo maldito.

Dulce eva

para Raquel Cañas,
a la salud de ningún Adán

El verano teje enredaderas
para atrapar tus caminatas solitarias entre el verde del parque
para llenar de luz tu rostro desvanecido por el llanto

¿Por qué buscás el amor
en los incendios de las grandes ciudades?

Ningún portal reconoce tu nombre
Ningún jardín recuerda tus otoños
Y de silencio están cubiertas las paredes y los boletos para el cine

De nada sirve tu pañoleta verde contra el rojo de los semáforos
De nada el prendedor de tu amante muerto
De nada tu vientre palpitante contra el hollín de los días

¿Es que todavía te atormenta el recuerdo
de tu primera noche fuera del paraíso?

Asunto equino

El chofer del bus
empuja el acelerador y frente a él
se rompen las nubes frescas, blancas y eternas.
Ignora que Pegasso lo conduce más allá del sol,
más allá de la miserable realidad.

Atisba el semáforo en rojo
pero en su imaginación es el ojo de un cíclope
que amenaza a la humanidad con el exterminio.
El, por supuesto, es un heraldo de la redención
montado a lomos de Rocinante.

¿Cómo explicarle al hombre del volante
que su auténtico nombre es Amadís
cuando conduce a su brioso corcel diesel
hacia el castillo
donde espera una doncella su rescate?

Pobre hombre.
Sin Cervantes, sin Leonardo, sin Rachmaninoff.
Cuando por fin yace destripado en cualquier punto de la carretera
ni su viuda, ni sus huérfanos, ni sus amigos y vecinos
concebirán en él al héroe
que no alcanzó a llegar a tiempo
para conquistar el Olimpo aplastar monstruos rescatar a su amada.

Antropología con la corbata rota

Ahora sí que te fuiste
Ahora sí que no estás

La lluvia
que tanto amamos
cuando erizó nuestros cuerpos
que luego sin freno entibiábamos
maceró la tinta de tus cartas
y de mis poemas

Las palabras que nos enlazaron
ya no existen

La noche dejó de ser la pizarra
donde escribir
nuestros sueños irrealizables

Unicamente ha quedado de vos
un sórdido equivalente de tu esqueleto
para que sobre él
reconstruya
tu carne
y mis besos.

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Soñar – José Angel Buesa

Soñar es ver la vida de otro modo,
y es olvidar un poco lo que realmente es,
un sueño es casi nada y más que todo,
más que todo al soñarlo… casi nada después.

–  –  –  –

Por eso yo no sé si mi sueño es sólo un sueño,
yo no sé si algún día lo tocará mi mano
y yo no sé, ni me importa, si es grande o si es pequeño
pero mi sueño es sueño porque lo siento en vano.

Autores en esta página

Donaciano Bueno Diez
Otoniel Guevara
: Autor,
JOSÉ ÁNGEL BUESA
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