DEJÁNDOSE LLEVAR (Mi poema)
Isabel Bono (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA…de medio pelo

 

Yo me dejo vivir. Y es que hoy yo vivo
atento a lo que marca la distancia;
vivir, lo que es vivir, yo no consigo,
pues sueños ya no tengo o no persigo,
que me hagan retomar la tierna infancia.

No muero por saber. Y es que hoy prefiero
al tiempo relajarme y ver que pasa,
sabiendo como soy un temporero,
un hombre que soñó con ser torero
y hoy sigue bajo un cielo que le abrasa.

Que quiere comprender. Y no comprende
a qué viene aturdir con tanta bulla,
sabiendo que del cura la casulla
de aquello que contaron no desprende,
y el viento ya no arrulla que magulla.

La puerta y su aldabón, la carne herida,
expuesta como está a una puñalada,
espera cual la novia resignada
tornar al mismo punto de partida
puliendo ya el dibujo a mano alzada.

No encuentra solución. Puede la pena
al ver que en la tristeza se atraganta,
fingir de una añoranza tan serena,
clavar a la que fuera su condena
el último cuchillo en la garganta.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOIsabel Bono

BUSCANDO CIERTA OSCURIDAD

desde dentro de un armario
cerrados los ojos
escuchaba la risa de mi madre
el viento en la chimenea
el eco de un martillo
un dedal rodando bajo la cama
el crujir de la madera bajo mis muslos

palabras que se perdían
y me buscaban

los sonidos, cualquiera
siempre encontraron un lugar donde vivir
a mi lado

ahora no sé qué fue del silencio,
si alguna vez lo hubo.

EL FUTURO ACABARÁ POR LLEGAR

malgastábamos el tiempo
ordenando en un álbum las fotos del verano
para mirarlas alguna vez con nostalgia

acumulábamos canicas piedras
libros cartas poemas

aplazábamos así la felicidad, la vida

todavía no sé por qué
todavía no sé para cuándo

METROS CÚBICOS

nos movía la curiosidad
a través de los agujeros de los muros
reblandecidos por la lluvia
reblandecidos nosotros también

nos movía el dolor,
ahogar aquel precioso dolor
de escarabajo herido
que nos bajaba por el esófago
los días de lluvia

PERDIDA EN UN JARDÍN ARDIENDO

se iban los pájaros
y ni siquiera sabíamos cuándo habían llegado

así los días largos de agosto
con un elegante desapego por las cosas,
así las noches eternas de verano
sobre los escalones
invadidos por la frialdad infantil
que obliga a fumar a una lagartija

pero alguien alzó el dedo
y señaló aquel griterío negro
cruzando el cielo de la calle

y fuimos conscientes
y nada volvió a ser.

EL LÍMITE

Ya ves; tiendo a cero.
Las rodillas se evaporan,
la vista no me llega,
no me dejan los labios calcular tu nombre.

Quiero que existas.

Si me vuelvo, veré tu rostro
pegado al cristal;
la misma ventana,
los mismos ojos de pez siempre.

Aumenta mi silencio.

A estas horas
mi cuerpo en el espejo es nada.
Todo está aquí como al principio.

de Mensajes, Col. Cuadernos de Mª Eugenia nº22,
Ángel Caffarenna Editor, Málaga, 1988

echo de menos la oportunidad de temblar

una taza se rompe
y de repente
el cráneo de un gato contra la acera
el esqueleto de un pájaro
las cien púas de un erizo
el aguijón de todas las avispas
vuelven a quebrarse ante mis ojos

agradecen mi compañía
con su obstinada sombra

no sé de qué hablan cuando dicen frío
no sé de qué hablan cuando dicen silencio

in vitro

hace mucho, demasiado
que la luz de las diez de la mañana de la vida
no se me aparece

quizá se haya extinguido
como el alca imperial
el oso del atlas y el sapo dorado

también dorada, amarilla
era la luz sobre la tapia verde

alguien guarda células del delfín de río
esperando, quizá
un mundo más razonable para insuflarles vida

pero, ¿quien guarda células
del sol de la infancia?

las cosas que nadie rompe, pero se rompieron

la vida a través de los cristales tintados
del tren de cercanías
parece en calma, más lenta, más limpia
menos dolorosa
porque lo limpio no duele

chicas de piernas morenas
hombres cansados, niños en bici
recordándote algo que tuviste
las cosas rotas
las cosas rotas, repites
y piensas en neruda
aunque nunca te gustó neruda

palmeras sin podar, eucaliptos
echando a perder la tierra
buganvillas salvajes, jardines con enanos
jardines con elefantes
la locura

la locura en los jardines, las aceras, los andenes
la locura serenamente
asentada en nuestras vidas, piensas

y te miras las manos
y te han salido manchas

cuando levantas la vista
las palmeras siguen sin podar
un perro bosteza
la locura, repites

un hombre, un faro
más elefantes
el mar tan quieto, tan vacío
niños saltando sobre el charco de aguas fecales
que baja desde los hoteles a la playa

y todavía quedan antenas
y pinzas de colores en los tendederos
donde ya no queda nadie

alguien pintó de azul el edificio gris
alguien puso una bandera
alguien olvidó regar la madreselva

si se fuese la luz con el tren dentro del túnel
todos gritarían

los espejismos no tiene pájaros, oí decir

deberíamos aprender a besar
con todo el cuerpo

contra un árbol
contra un muro
contra un cristal
contra todos los días rotos del pasado.

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Autor es esta páginna

Donaciano Bueno Diez
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