Yo no odio a dios, a nadie, ni al cielo ni a la muerte, ni a aquello que hoy admiro, tal vez, nunca consiga, grosero sea conmigo, y así que me persiga, ni culpas tan siquiera yo echo a mi
Aquí está. Es esa piedra moribunda sin lluvia, sin sonido, sin más nada, asida cual la lapa furibunda al germen de su baba, de carcunda desnuda de su piel y descarnada,
Y es que él pareciera que está ausente, mirando a su interior, que a nadie espera, pues vive otro planeta es evidente, que aquí ya nada pinta, él es consciente,...
Me niego aquí en redondo. Tengo miedo. Periódicos y prensa a la basura. La radio me hace huir por su impostura. La tele da asco ver, me importa un bledo.