Hubo un tiempo que el tiempo no retubo, que pasó sin chistar, sin hacer ruido, mi espacio preferido. Fue un descuido, mas recuerdos me trae por un tubo.
Te fuiste y te busqué con tanto ahinco, ¡qué triste que es sentirse abandonado! Te fuiste y aun te hubiera perdonado mas hoy me pide el alma dar un brinco pues sé que estoy gafado.
La paz es como el mar sin olas que insistente se arrastra dulcemente nadando hasta la orilla, es esa brisa suave que lame tu mejilla y sientes que el amor te está tendiendo un puente ¡es una maravilla!.
Es de un pueblo de tierras sin preguntas, de iglesias y campanas siempre a solas, lugar donde relucen amapolas y a todo los paisanos sacan puntas en luengas merendolas.
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.