Comiendo va la vida a dentelladas cual fuera una naranja, gajo a gajo, dejando sin mascar algún colgajo y al resto que expulsó dando patadas con fuerza y a destajo.
Hoy demos paso al dios de la palabra, la única que es voz en la disputa así sea inocente o disoluta, la misma que al espíritu le labra mostrando las vergüenzas de una puta,
Él ha asistido impávido al concierto en que suele tornar la noche al día. Siempre a punto en perfecta sintonía cuando se asoma el sol. El cielo abierto comienza a despertar con su alegría.
Amigo mío, Ignacio, en esta vida, hay cosas que merecen bien la pena los goces de esas noches de verbera, los roces de esa mano que, atrevida, quisiera navegar surcando el Sena.
En esta vida, amigo, puedes ser nacionalista, incluso, si es preciso, no creas que te quiero convencer, mas la vida es un tiempo, es un inciso y pronto ha de llegar su atardecer...
Lo que me pasa a mi les pasa a todos, lo que ocurra el tres mil no importa nada, que antepasados somos. La manada enfangada estará en los mismos lodos sacando su tajada.
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.