La razón de vivir ¿quién la conoce? ¿quien no ha dado la vida por perdida? que ha buscado y no encuentra una salida, pues presiente ser mota de un desbroce dispuesto a dar por fin la despedida.
Quisiera conocer lo que usted piensa, aquello que en verdad le quita el sueño, meterme en lo más hondo de ese empeño pudiendo aquí salir en su defensa.
¿Quién lo dijo? Lo dijo Gamoneda. Y es el pueblo además quien lo bendijo. Que la culpa la tiene la moneda que se mueve y que quieta nunca queda, la que tiene las llaves del cortijo.
Pongamos que estoy muerto. Supongamos. sabemos no es verdad, que eso no es cierto. Lo noto pues me toco, estoy despierto. La vida es esa cosa que tocamos.
Contigo he fracasado, y ahora ya nuestro tiempo se termina no puedo comprender por qué esa inquina se asoma cuando paso por tu lado, y aun menos su sordina.
Yo guardo la nostalgia en mi mochila de tiempos ya lejanos que se fueron, de amores que en camino se perdieron, de padres y de hermanos sin badila que no encandilan más pues se murieron.
Yo amo el futbol. Y veo los partidos, cada uno son, según mis pareceres, lo mismo jueguen hombres o mujeres, pues todos me resultan divertidos, disfrutan mis quereres.
Yo sé, que allí nací, de allí me fui dispuesto a no volver, como hace el viento, dejando de mi arraigo el sentimiento, buscando otras maneras de vivir.
El juego de la vida, ¿a qué jugamos? ¿quién dijo que jugar todos debemos? ¿quién marca el que perdamos o ganemos? ¿por qué de tanto juego no pasamos? ¿a qué viene el jugar si no sabemos?
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.