CARO AMIGO (Mi poema)
María Teresa Espasa (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Caro amigo del alma, caro amigo,
retornar ya al pasado no es posible.
De aquellos viejos tiempos, vino y rosas,
rehenes somos, cómplices y abrigo,
de sueños que en nuestra alma noble y libre
guardamos cual hazañas licenciosas.

Separados por halos del destino,
cual agua que rebosa de una fuente
y el caudal se derrama hacia ambos lados,
cada cual fue eligiendo su camino,
diseñando una vida divergente
rompiendo sin piedad nuestros pasados.

El olvido de nosotros se ha adueñado
¿dónde quedan ya las ansias de volar,
y la sangre que hervía a borbotones?
Aquel castillo se ha desmoronado.
Nuestro fuego ya dejó de calentar
y mudos se han quedado los fogones.

Los recuerdos en mi nunca envejecen,
hoy aún son como lapas adheridas
a esa roca, mi mente malherida.
En ebullición aun siento como cuecen
en el aire sus lágrimas hervidas
cual nostalgia de la última partida.

Recordando nuestras cuitas junto al mar
en mi pecho se presiente el palpitar
¿qué tristeza, qué dolor ¿por qué ha sido?
Ahora lanzo un gran abrazo a navegar
esperando que lo logres atrapar
caro amigo, del alma caro amigo.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: María Teresa Espasa

NO ROMPAS LAS PALABRAS

No me pidas que rompa las palabras
de esta historia, tan nuestra,
tan privada, residente.
Acechada entre juegos de esquiva
reflexión y hálito inseguro.

No sugieras tu estancia
en el uso de sábanas gastadas.
No apartes los olores florecientes,
áspera canela, almizcle amargo,
para que en mi recuerdo
subsistan tu voz y tu mensaje.

Accede a enarbolar la frase oculta,
estandarte rival de mísera ponzoña,
altar ungido entre tanta incertidumbre,
cuando, al acertar el fin,
el abandono
ya no habite tan lejos y al cabo arrecie.

Entonces, no te rindas,
no me obligues, no restes,
no me engañes,
no juegues,
no me incites,
no me pidas que rompa
las palabras.

Y llámame,
cuando anochezca.

Avanzar despacio

Avanzar despacio,
presentir el misterio de una ciudad
que aparece,
si la miro.

Remontar sus calles, sus farolas,
romper el horizonte y la mirada
esperando que no existas.

Descubrir como el viento
inunda la fachada quieta
y lúgubre
con su afán acostumbrado.

Es una tímida sonrisa
que se aleja vencida ante el deseo.

Es una hora que también estalla
con el fervor de siempre
porque ha llegado la noche
y el día se ha perdido.

Sin embargo, llegaré al umbral
de la conciencia
o de un café,
intuyendo el sabor
de aquel peldaño último
que te conduce a la derrota
o a la sala de un teatro.
(De Desierto articulado)

Mirar aquel retrato

Mirar aquel retrato
donde solo tus ojos aparecen
es volver al escenario,
recorrer lentamente tu figura,
cerrar los ojos y pensar
en las cosas inútiles
que el tiempo amontona.

Porque las cosas ocurren así,
amontonándose
igual que la espuma
en un lecho de algas.
Pues bien,
hoy no hablaré de sentimientos
ni siquiera de la lluvia inesperada
que me invade.

Sólo hablaré del absurdo
que arrastra las cenizas de febrero.
(De El bazar de los insomnios)

Pequeña estación

Un frente de lluvias
invade el andén
alterando los ritmos
de la pequeña estación.

Conteniendo la impaciencia
busco atenta tu rostro entre la gente.
Me refugio después en un rincón
de la sala de espera
y la mirada espera al abrigo de
las miradas.

Lentamente abro mi cuaderno
y escribo,
escribo antes de que el tiempo borre
de la mente
todo cuanto he visto.
(De El gesto habitual de la torpeza)

Primera llamada

Te llamo para decirte lo que ya sabes.

Llueve y hace horas que te espero
en la puerta del francés.

Con la lluvia en los zapatos
y tu beso en la memoria, sigo aquí,
como nube que en la noche se instala,
sin atreverme a cambiar el lugar de la cita.

La duda de un engaño
y sombras apresuradas
cruzan ante mí.

(No sé que pensar…)
(De Cuando puedas llama)

Siempre alerta

No existe teoría más exacta
que la del amor y el olvido.

Siempre alerta,
como araña que teje
su trampa con desvelo,
sabiendo que el amor es la huella
de un instante fugitivo,
elegí convertirme
en simuladora
hierática
y sagaz.

Al principio la pasión lo era todo,
un ligero roce desataba
la furia del deseo:

tu aliento en la nuca,
el resplandor de la noche,
el sabor de la menta
en el café…

Ni siquiera podrías sospechar
a cuantos sujetos conocí.
Hombres de oficios y talantes
diferentes
que en mis manos sólo fueron
objetos de algodón.

Tiempo después
vinieron los inviernos,
llegaron las tormentas.
Alguien dijo:

“Toda seducción perjudica
a una mujer
por ser mujer”.

Queriendo superar algunas pérdidas
y acabar con el agravio,
decidí volver a la conquista y buscar
un cuerpo nuevo
entre la gente.

Preparé con esmero el engaño
(un rubor, una mirada, un sobresalto).

Inocencia fingida y temeraria
persiguiendo la huella
de otra imagen abstracta.
(De Diario de sombras)

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Donaciano Bueno Diez
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Me acerco al mar y él dice no…
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