Amor, por qué si busco hoy me rehuyes,
si conoces muy bien mi desespero,
las veces que he subido hasta el albero
en tu busca y tú te escondes y huyes
robándome un te quiero.
Tú, que sabes tan bien y que conoces,
-mis lágrimas son lluvia en el vacío
arrastradas con fuerza por el río-
respondes con gran brío dando coces
al que es mi desvarío.
Tú, al que yo tanto ansío y siempre busco,
que en mis sueños labraste una colmena,
que acudiste a salvarme de la pena
aquel día en que todo era pardusco,
y hoy eres mi condena.
Nunca dejé una flor blanca en el altar del sol
de Macchu- Picchu
jamás lancé el aroma de sus pétalos al pozo
Sagrado
de Chichén-Itzá
Tampoco escalé el rehue para ofrendar copihues
blancos
A Ngenechen
No me cogió un mozo gallardo por esposa
no desfloró mi piel su tacya
para que floreciera mi maíz
Más bien
sólo llevaron mis manos
papas entierradas
maquis oscuros como el silencio
Más bien
sólo lancé polluelos y huevos azules
como la gallina
que corretea asustada
detrás de la del hombre.
Asalto al sol 1
Parada sobre la piedra
que aún no puede asir mi planta
soporto la tempestad de tus ojos
he de caer
o miraré para siempre
la profundidad
de tus aguas.
En el universo soy
Yo apenas, la única
Apenas me cobijo y nada más poseo
En la soledad del infinito
sólo en mí me detengo
Los otros destellos gravitan
– fuerza débil la mía-
Eternamente se alejan
No ser más
Que yo en tus brazos de sol
para quemar en este encuentro
conciencia y vida
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.