DICEN QUE EL AMOR SE CURA (Mi poema)
Miguel Florián (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Dicen que el amor se cura. Males hay que al corazón
precisan de una sutura,
de secreción fuente impura, donde anida la amargura
y se nubla la razón.
¡qué contrario a la cordura!

Aquel que a insania procura, al corazón que no siente,
a el que ve la noche oscura,
al que aquí finge o al que miente, y al tipo que lo consiente
o al que no tiene mesura,
que le lleva la corriente.

Ese amor inconsistente, tan ridículo y postizo,
destilado de una fuente,
a la que le gripó su grifo, ese amor advenedizo,
tan malsano y tan frecuente.
¡Maldito sea ese hechizo!

Ese que causa la ruina, de belleza casquivana,
a el que el corazón se inclina,
donde pervive la inquina y donde la verdad se aplana,
y donde el rencor maquina.
¿Qué mas que amor es desgana!

Ridículo y tan impío, tan lleno de cachivaches,
que adormece su albedrío,
que nos lleva hacia el hastío, tan sucio y lleno de baches
como las aguas de un río
encharcado de mapaches.

La razón que es sinrazón para suturar la herida
que las penas con pan son,
las cosas son tal como son, menos penas de partida,
¡échese mano al porrón
aunque el vino sea una huida!.

Convertida en regadera de sed de una fuente fría,
la que todo el mundo espera
retozando en la pradera que le dé alguna alegría
sobretodo en primavera.
¡ese amor que yo querría!
©donaciano bueno

El amor es una epidemia que se acaba con el tiempo – Joaquín Sabina.

MI POETA SUGERIDO: 

Miguel Florián

Los mares, las memorias

a mis padres

Todo está lleno de dioses.

TALES DE MILETO

I MARES
¡El mar, el mar, y no pensar en nada!
MANUEL MACHADO

BARCAROLA
Ese hombre inclinado recoge caracolas,

o tal vez traza signos
que descifrará el viento.

Rozan sus ojos mi corazón,
y su boca me habla como el mar y la arena.

EN CADA LATIDO, EL MAR

Lo mismo que un mar impronunciable,
vacío solamente, desnudo ser, nada más que rosa
enmudecida -la palabra, en el magma
de escamas y de alientos.

En cada verbo, el fuego. La llama
circular, el respirar que es sangre,
que es vida y es memoria.

Palabra de ave -de mujer o de junco
ascendiendo secreta desde el mar a mi boca.

MONASTERIO MARINO

Sant Pere de Roda, 1983

Es un jardín donde reposan las gencianas.

De tanto abrirse al mar se extraviaron
sus pupilas -sus manos acarician
el mismo musgo seco.
El golpe de una copa
contra el muro -las almenas o el afilado
encuentro de unos ojos, nos revelan
el imperio desnudo de la muerte.

Aquí el viento es padre de las piedras,

y las sirenas reclaman a los barcos perdidos.

CLAUSTRO

Catedral de Gerona, 1983

a Teresa

Ven a sentarte aquí,
en el centro del día,
en el ángulo desnudo de la luz.

Están muertos los pájaros -y el aire,
inmóvil,
se abre en anillos más amplios.

Limpio,
como un amor perdido,
el tiempo
es un río que gime entre los dedos.

Ven a sentarte aquí.

Que los espejos
tiemblan tan dulcemente.

Ven,
que necesito amarte
bajo estos cedros encendidos
que repiten tu nombre de ala rota,

La cifra de tus manos,
la blanca y tibia estela de tu cuerpo.

LUJURIA DE LOS ÁNGELES

Bellos, atroces, inasibles. Cada tarde
hasta la mano se aproximan y anidan
en los labios. Sonríen mansamente,
Y aletean ingrávidos en torno de los cuerpos.

Aves lascivas son, potencias abisales.

Aguas que nos arrastran
hasta el centro desnudo del deseo.

MEDIODÍA

Jerez de la Frontera, 1982

Crecen los gorriones en el aire,
y la música infantil de alguna flauta
sostiene el mediodía.

A duras penas
el libro nos retiene.

Algún amor vendrá
al zócalo azul de la ventana
para un país más bello rescatarnos.

A cada instante
el dedo de algún ángel desmorona
la carne contenida. Tras el cristal,
la mirada de un pájaro -la alegría
infantil en los ojos del niño.

Aire por todas partes,
revolviendo los pliegues del hastío,
elevando la falda enamorada
de la mujer.
Y tiembla el corazón
en la dicha de la piel que imagina.
Es aire
y luz que cierra el libro
y adormece los párpados.
Es sed de barcos,
de bocas deliciosas.

Es hambre de islas lejanísimas.

MUJER ADOLESCENTE

Sevilla, 1982

No fue lujuria,
sino tal vez
necesidad oscura de acabarse,
urgencia de volver,
de extraviarse
en los recodos difusos
del olvido.

De recobrar las horas minerales,
la más antigua savia,
el obstinado afán por disgregarse
en el magma secreto
y doloroso
de otros labios.

LA CASA

Esta furia de sangres
tiene el eco brumoso de la noche,
la oscuridad dolida,
la espesura profunda de alguna flor.

La armonía de una infancia antiquísima.

SUNYATA

Está vacío el árbol,
y la piedra.

Y el cuerpo en donde habitas,
y tú también.

Está vacía
la pupila que mira.

Y la muchacha
desnuda en tu memoria.

MAR CIRCULAR

Cádiz, 1979

Cómo naces tú cada mañana,
cómo, amansado, brotas
meciéndote en tus olas.

Y llegas a mis párpados.

Cómo haces para rozar
la orilla seca de los labios,

y regresar, recogido en el beso

hasta tu oscuridad.

OCÉANO PRIMERO

Para mirar la luna amortecida,
y beber
el agua plateada de la tarde,
hemos venido aquí.

Con la mirada
teñida de abedules y patrias desabridas.

Con una hoja de acero entre los ojos,
y en los labios el sabor acerbo de algún vino.

II ESPEJOS

I am what is around me.
(Soy lo que me rodea)
WALLACE STEVENS

SUEÑO ESPECULAR

Amo las gaviotas que se alejan
con una rosa inmóvil en su espacio.

Más allá de todo dios
ansío esta quietud
de líneas paralelas.

Adivino otro mar,
otra arena de azogues
en el hueco del alma.

Como la rosa
que se vierte a sí misma.

Siempre así.

Siempre así,
sobre la línea ciega
que se eleva hasta el sol.

Así,

bebiendo en cada agua,
temblando en cada labio.

PLENITUD

Jerez de la Frontera, 1982

Jamás traspasaremos este instante
de dicha mineral -este presente
de panteras fugaces y de hogueras.

De lejanos ladridos en la noche.

NARCISO

Se extravía en el sueño del agua -crece
desde su sombra a bosques de densos animales.

Y siempre alguna piel ajena le retiene.

Suicida entre estos árboles de soles impasibles,
y azogues perseguidos.

Medroso y anhelante,
entrevé horizontes de lascivia.

Es la ilusión,
amarga y dolorosa del eco,
lo que añora.

LABERINTO

Casa de Isaac el Ciego, Gerona, 1983

A Efimero

Indagamos la miseria última del polvo.

Voces de arcanas humedades, lamentos
perdidos en la encrucijada de los números.

Ardían yedras en el jardín, ascendían
columnas violadas en la sangre inocente
de los ángeles. A nuestra espalda la sospecha
de una daga amenazante en el silencio.

(Fuentes donde soñaban las doncellas
antes de ser vencidas sobre el mármol.)

Nuestras manos labraron piedras indescifrables,
espejos que imitaron la avaricia del mar.

DESNUDOS, SIN MEMORIA

Se deslizan inertes los planetas
alrededor del fuego -aves adormecidas,
olas son que obedecen un antiguo
designio. Guijarros que se internan
en la sombra inútil de la arcilla.

Golpeamos estelas animales –océanos,
torrentes abisales. Así la lluvia
se repite igual en los tejados.

Sin recuerdo,
como si el tiempo mintiera
cada vez que nos cita en los espejos.

ÁRBOLES

Ignoramos el sueño cerrado de los árboles,
su dicha vegetal.
Nos inquieta su tibia cercanía
cuando un atisbo de fuego presentimos. Hondos
son sus anillos, los nervios y las venas
de savias encendidas.
Cuando el ala de un pájaro,
o el viento en el otoño los agita, una música
de platas apagadas y metales celestes nos envuelve.

Y nos miran entonces con párpados lejanos,
desde mudas raíces
y secretos países abisales.

AZRAEL

El pájaro ha dejado en nuestra frente
un soplo de cristal. Desde su orilla
el húmedo perfume de algún grito
nos despertó. Tendidos en la arena
conservamos el ramo de la sombra
entre los dedos. La mirada henchida
de horizontes, y apagadas memorias,
de barcos en la noche. El sabor
de la neblina o la pasión vencida
de muslos aterrados.

Desprovistos del fuego
los cuerpos se ofrecen como valvas,
como vilano amado por el viento.

Son labios arrasados que se encienden
Abalorios transidos de efímeros destellos

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Autor

Donaciano Bueno Diez
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