Hoy te escribo esta carta, que no es mía, tampoco es para ti, seré sincero, la flor que un día fuiste en mi florero motivo de tristeza y de alegría que tanto yo regaba y florecía...
Jugosa, delicada y complaciente, rezumando de amor todos tus poros, si rozas las papilas con tu diente te muestras tan sedosa y tan crujiente que suenan de los ángeles los coros
Hoy recibí una carta con tus besos, los pude percibir sin que la abriera, aquellos que te diera en primavera ingenuos, espontáneos, de embelesos, y guardo en mi nevera.
No me importa que pises mi retrato ¡allá tú y tu problema de conciencia! jamás has de lograr pase un mal rato, por mucho que lo insista, tu alegato no acabará colmando mi paciencia.
Hablemos con franqueza. Medias tintas solo para el amor son sucedáneos, se suben a la chepa en los amaños y engañan a los ojos con sus fintas huyendo la pasión por sucios caños.
Me gusta ver la gente que sonríe, la flor que se abre dulce y despereza, la cara de ese niño cuando reza, el ciego cuando pide que le guíe, comienza a caminar y no tropieza.
Engáñate si quieres, tú te engañas, aquello que era tuyo ya no es, era, que fueron convirtiéndose en patrañas sacándote la sangre cual pirañas, no quieres admitir hoy tu ceguera.
Yo, aunque no lo creáis, siempre me beso, algunos hay dirán que es que estoy loco, me beso cuando cojo algún sofoco, cuando leo, levito, y me embeleso y lo hago despacito, poco a poco.
No me digas que no puedes respirar, que no logras suspirar cuando te miro si a tus ojos los confundo con el mar y me incitas a temblar porque te admiro.
Que amar no es fácil. Amar, ¿a quién, a dios? quizás sea mejor amar al diablo que encuentre en la pared o en un retablo, o paso de puntillas por los dos a expensas de sufrir un descalabro.
Hoy he vuelto a sentarme en ese asiento el mismo en que lo hacía cuando niño y he visto reflejado su cariño, pareciera que estaba muy contento y hasta pude observar me hacía un guiño.
Era linda y bella y yo la perseguí, y en sueños seguí tras ella, tras ella, cual fuera un destello, que al cielo subí, y yo allí la vi cual fuera una estrella.