LA RATITA PRESUMIDA (Mi poema)
Mario Pera (Mi poeta sugerido)

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MI POETA… de medio pelo

 

Pasaba junto a un cubo de basura
un día como siempre en mi paseo
mas miro y ¿qué dirán que es lo que veo?
¿quizás un alacrán, tal vez un cura
o un niño disfrutando en su recreo?

No van a imaginar, pues que una rata
al verme allí pasar alzó el sombrero
haciendo un ademán con una pata,
mostrando que ella no era mojigata
diciéndome yo a ti también te quiero.

Queriendo adelantarme a su pregunta
con mucha diligencia le espeté,
si quieres tú saber te lo diré,
de noche yo a los versos saco punta
y es eso, aquí te informo, es lo que haré.

Escúchame, me habló con desparpajo
tratando de ocultarse en la espesura,
cuidando que la tarde estaba oscura
mirándome de arriba para abajo
sacando la expresión de travesura.

Pues soy una ratita presumida,
permítame señor que vuelva al cuento,
mi error fue el escaparme en un momento
-no quiero que me dieran por perdida-
que rauda ya me vuelvo a mi aposento.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Mario Pera

El emisario de Dyaus Pitar

¿Qué harás, Señor, cuando yo muera?
Soy tu cántaro (¿y cuando me quiebre?)
Soy tu bebida (¿y cuando me agrie?)
Soy tu traje y tu oficio;
conmigo pierdes el sentido.
Rainer María Rilke

Cada mañana,
cada octubre de feria y procesión
rezos y símbolos sagrados evidencian que
el hambre y la sed no se marchan con una alabanza,
no te liberan
nunca,
del abrazo desnudo de la muerte.

Allí donde la ira de Dios duerme ahíta
y oscila
como una barcaza que muerde las aguas con frenesí,
dejo reposar tímidamente mi cabeza
deseando pausar tanto dolor,
tanta desolación
que con cada crepúsculo
camina a rastras,
encadenada
bajo el dintel de mi pecho.

¡Oh Padre!, tú lo sabes bien
he sido la oveja más obediente del rebaño,
tu hijo predilecto,
el ángel mas pulcro y eficiente;
el canto que arrullaba a los cadáveres
cuando éstos despertaban hambrientos
picoteados por los buitres.
Incluso creé para ti
un paraíso guarecido
al interior de un duro roble,
lavé la sangre que tú esparciste
sobre las baldosas del edén,
¿y qué obtuve?,
¿cuál es mi recompensa?
Una retahíla de nonatos a quienes debo ahorcar
con una cuerda oxidada,
que tensa y estéril
azota las yemas de mis dedos.

Por ello, con cada sol cuento miles de cuerpos
que yacen tendidos en mi patio trasero
clamando venganza,
anhelando ser
la gota de ponzoña que me paralice;
el sable que
me fragmente y esconda
del amor de tus labios.

Es ahora que a ti acudo mi creador,
habiendo rendido mi entereza
permitiéndole descansar
a mi ego de ángel,
¿y cómo te encuentro?,
¿cómo es que me agradeces?
Observándome displicente sobre tu hombro
dándome la espalda y besando
a tu nuevo hijo querido:
Mashit;
y soy yo quien nuevamente
debe decidir la manera de ultimar
a aquellas ánimas sin carne,
y debe ejecutar fielmente
aquello para lo que tú usas finos guantes.
¿Qué he de utilizar entonces?
¿La espada?,
¿la seda?

Tras tantas muertes, ¡Oh Padre!,
puedo decir que por ti soy
hermano de la muerte.

MUJERES Y ANIMALES SE OBSERVAN

Pietka, la madre, ingresa al dormitorio.
Su hija lleva días observando,
a través de la ventana,
al viejo gallinazo.
De los brazos de la niña se escurre
una desgastada materia, y se forma
un río ahogado en una entrecortada respiración.
La hija se desvanece,
y flotando lentamente, sin obstáculo,
aterriza envuelta en su último aliento.

Pietka rompe en gritos,
sus anillos caen y crepitan
y el viejo gallinazo huye espantado.

El animal incólume, vuelve a posarse frente a la ventana.
La madre, con la lengua hecha flamas,
acude dubitativa a ver al ave.
Dos plumas rojas
son el centro de su pecho.

La hija despierta agobiada por una llovizna
que incesante ingresa a la estancia por la ventana;
muy tarde,
aprecian que el nuevo día no trae sol;
el dormitorio, a los ojos del animal,
se presenta como una inmensa jaula de fuego.

Madre e hija llevan días observando,
a través de la ventana,
al viejo gallinazo.

Aleppo

(las cuerdas del corazón)

Extiende los brazos para desempolvar la espada
la encuentra más dura y hambrienta que antes
han transcurrido veinticinco años
desde la última vez que la embreó
y aún siente
entre las llagas de sus manos
la hoja de hierro danzando
ebria y torrencial
sobre la misma sangre que lo hizo héroe.

En su natal Aleppo
banquetes y agasajos han querido borrar
el recuerdo de ver a su primogénito abatido
abierto su cuerpo a la luz del día
en el vientre de la batalla
este aguijón infinito
que continúa engarzado a su pecho
y nuevamente ve a su hijo pálido
sin gestos
hundiéndose en la humedad carmesí
del barrizal.

La espada cae estrepitosa a sus pies
el recuerdo contrae aún más su corazón
haciéndole sentir el peso de sus huellas
sobre la orilla del abismo;
entonces desprecia su valor y descubre
que en su pueblo no hay dios que no se nutra
de los rezos por el alma
de los hijos caídos.

De rodillas desanuda de su garganta
un grito mudo que escuece la hiel
que ha agarrotado su lengua
hasta extenuarla.

Su corazón deja de tañer

a lo lejos
sus nietos liberan el filo de sus espadas
mientras el ejército de Aleppo
se alista eufórico para la batalla.

Brecht entre clavellinas

I
Sentado y con las manos sucias
pensó que era un viejo estúpido
una más de aquellas lozas de mármol de la plaza
que pudieron ser talladas con mejor arte para lograr un David
una Venus
u otra diosa de senos sutiles
y nalgas abultadas
pero en algún momento su destino sufrió un desvío
su divinidad tropezó en el pico del cincel
y con cada crujido su piel fue burilada
como un tótem incapaz de profanar su propio culto.
Aquel revés se hizo indeleble
y con el paso del tiempo tuvo que conformarse con ser
un bloque más de la plazuela o
el ignorado detalle
donde cagan las palomas.

II
Sentado
observó el asfixiar del día en el ocaso
y deseó guardar sus dudas
en la felicidad de otros
en la ruma de palabras que año a año
nombró como algo importante, casi urgente
el eterno espiral de preguntas
que talló en la memoria de su boca
la matutina barbarie de una frase:
Tú que me diste la palabra
ahora solo estorbas mi lengua
cada vez que la invocas.

Y habrá fuego cayendo a nuestro alrededor (fragmento)

Principia lo cotidiano
un río inmundo viaja
inamovible
toda la noche viaja
entre el sol y las venas
de una región
que se repliega
las noticias, los gritos
toda su música se amplifica
martilla
desde el sonido de aquella única cuerda
del artero fantasma del niño que fui
que perdió la capacidad
de imitar el silencio
y flotar por miles de caminos
hasta abrir
la primera palabra
en mi voz
a través del cristal
las cenizas que rehúyen
rebotan sobre mis huesos
y el abismo
ese sucio río que habita el ojo
el inicio
no lejano
de la insurrección del cuerpo
llaga vacía en el bosque
aurora que los árboles cargan
en su espalda
como un ventarrón que
nos hala del cogote
y es huracán que abre el desánimo
en la lengua
y atraviesa la vida
la guerra
la algarabía
el ardor que puede verse
y de reojo
me atraviesa
haciendo/deshaciendo
el vientre lleno de cal
o el ángulo de la culpa
y la lealtad
que envenena a su manera
la carne
y agrieta la sed
que existe
que fue
incrustada seca
pero que traspasa
las tardes
para siempre
en la boca
de mi familia

Mi casa fue un hogar de lagartijas
sus muros ardían y nadie caminaba seguro
yo observaba el pasado columpiándome
en la higuera que sembró mi padre para alimentar
a los parientes muertos que regresaban
a la sequedad de la fuente
a las ruinas que brotaban como falanges
detrás de la puerta
para regresar
él mismo
en un instante infinito
a la boca del árbol rugoso que nos vio nacer
cada 23 de diciembre
y que transformamos en
los barrotes de nuestra prisión
solo en la memoria
el hacha del tiempo perfora la razón
se propaga el miedo en los talones
en el sonido
de la lluvia y
por debajo de todo
?incluso de las sábanas?
el miedo
empaña los cristales de la casa
siempre
desde el centro
negra ola de un sudor
que carcome mi piel
y cronológicamente
retrocede
negra lluvia que danza
por un instante
en el pasado
canta danza
hacia abajo
y es roca en el arco
la millonésima
ausencia de sol
en el planeta
y es vitral
que tuerce el camino
asignado
hasta prolongar su sombra
como otra manera
de sonreír

sin embargo
mi pequeño corazón me dice
que lo he logrado
y no exagera
porque nada sostiene mis huesos sino mi hambre
y la única lágrima que engendré
siempre tuvo que retroceder
a la espera de cruzar
el origen
el ritmo de los siglos

y la alegoría que deslumbra
la noticia:
se quema una hoja
de principio a fin
resbalo desde ella
sin trayectoria
ni tiempo
desaparezco
en la oquedad recién formada
y caigo
me derramo
en cada lugar
donde el mundo está
dentro
y fuera de mí
caigo
a deshora
como se desmorona una nube
hecha lluvia
sobre la tierra

Poesía
tierra en la tierra
llaga en la lengua
¿qué busco allí abajo?
más abajo
¿qué busco?
¿la materia? ¿el origen?
¿qué nombre viene de ti con ese hálito asesino?
padre César
padre Adán
padre Westphalen
todos en el vacío del otro
en la humedad del único grito
que late en su centro
sin embargo
el mismo barro imposible que se seca
como el hedor de un sol eterno
que cava su calor
apretado en mi frente

poesía
yeso quebrado
cera que se alarga
cuatro estaciones vienen lanzadas desde el cielo
sin lluvia
fuego en las raíces de la tierra
la eternidad
el canto
y
el eructo
en la panza del cuervo
como el frescor que nos hela
en el acantilado
de un último sueño

Poesía
ejercicio que no entiende
la lengua de los hombres
carne que se pierde
en el calor de otros días
y forma la necesidad
el grávido afán
de perderse conmigo
y guardarse con prisa en la noche
para fluir
como viejo cauce
engullido por la tierra
con miles de velocidades y piernas
que corren por las calles
y acequias

aceite que arde en los malecones
en las hojas de los árboles
y en la mano del hombre
que coge la sombra de la muchacha y baila
sin ropa
ni fracaso
sobre sí misma
y sus extremidades
sobre la estela
de un dardo clavado en la ingle
laberinto que no para de
crecer

¿cómo ser la gravedad
en el cero y el veneno
en la punta de la flecha?
¿Cómo renunciar a ser
el sonido áspero que flamea
proféticamente
y finge levitar sobre la lluvia
para no ensuciarse
para construir
la huella de lo que nos es
desconocido?

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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