Nada es cierto ni es mentira, me da igual,
nadie sabe la verdad de lo que dice,
que este mundo es un completo carnaval
así sea el mismo dios quien lo bendice.
Los valores esenciales de la infancia
los que antaño me inculcaron y creía
se han cambiado de chaqueta y su constancia
putrefacta se escapó en la cañería.
Casi todos, compañeros, mis amigos
han mudado de opinión y sus valores
ni siquiera han conservado, y son mendigos
del aroma que destila de otras flores.
Mi refugio, el manicomio, en él me escondo,
que allí a gusto en mi aposento bien me encuentro,
si me dicen que me digan, no hay trasfondo,
mi conflicto siempre viene desde dentro.