NADA YA ES MÁGICO (Mi poema)
Silvana Franzetti (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Para mi en este mundo nada es mágico,
que ha perdido de su cara la inocencia,
vagabundo en su penar pide clemencia
pues de tanto arrastrar se ha vuelto trágico.

Y es que hoy hasta el soñar resulta ilógico
y la certeza le ha ganado a la invención,
ahora ausente de pureza y de emoción,
la ficción ya no existe, todo es tópico.

Mi llanto en este día torna afónico,
pues descubierto han la piedra filosofal
y el cerebro, enfermo se ha vuelto crónico.

Inclusive el amor dicen que es químico,
todo es ciencia, es tan exacto, es radical
que hasta yo en estos versos soy arrítmico.

Mas quisiera volver a ser utópico,
lo que viera que no fuera ya real,
un pingüino que se ha fugado al trópico
otro mundo es del revés, algo virtual.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Silvana Franzetti

Una muestra de sus poemas

Cada punto,
cada instantánea,
cada sonido apagado
tirados hacia mí desde las preguntas
parecen, antes que nada, artículos desbaratados
en un bazar. No los apila
la proximidad, sino cierta forma de avisarme
que no desvíe la mirada.

Las campanas repican, los pájaros graznan.
Tener el tupé de ser indiferente al paisaje
volverse uno mismo oblicuo.

Los chicos
me recuerdan que no soy de acá
aunque por un rato habían acortado la distancia
que le otorgan sus aires diplomáticos.

O los cuervos, todavía me olvido que existen
fuera de la literatura. No podría
hacer corresponder este cuervo con ese.

Entre las palabras borradas de la pantalla
es más fácil confundir huella con sombra
las letras no tienen peso y el sol

es puro icono. Además, algo se ensancha
la escritura o el silencio.
Tampoco podría decir si queda algo. En parte,
el silencio electrónico es discreto
y se confunde con efectos personales.

Tiendo a volverme en contra de los tiempos
si pudiera hablar en presente nomás,
dejaría el teclado.
Me equivoco en el modo de sentarme
está muy lejos de me siento mal.
El océano no separa una forma de otra,
es preferible confundir
a un húngaro con un familiar.
Qué hay debajo de las notas discordantes.
Es mi tímpano esta vez el que percibe
los grados bajo cero del idioma.

Qué hace aquel cuervo atascado en la rama.
La copa lo asalta a medio camino:
entre la pose y el dibujo animado.

El lema que va
desde el helicóptero de ocasión
hasta la iglesia sin cúpula rebota
contra las ventanas de los edificios.

La nieve dobla la esquina y acumula
la voz del que vende
sistemas de salvataje en una plaza.

El asunto no es el lápiz negro que chirría sobre el papel
y tampoco las teclas de la computadora
decididas a llevarse el resto
de ruidos del lugar, sino callar como el extranjero
con un silencio reversible: del anverso
(para el natural) se trata de algo inalterable;
para el extranjero (del reverso)
su propio silencio sobrevive,
acepta la palabra en sentido hiperreal
porque sabe qué es la nada,
ya no digamos el nadie.

Como mínimo, los distingue el modo
de hacer preguntas. Se unen al después
y caen en la virtud actual:

una serie discontinua de ruidos binarios que interrumpen
el intercambio de las cartas,
títulos necesariamente cómicos, un mapa de subte
al que le faltan estaciones,
la diferencia de tiempo que el intervalo no une.

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Donaciano Bueno Diez
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