PABLO IGLESIAS (Iluminados) (Mi poema)
Gabriela Vargas Aguirre (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Como la arena que arrastrando van las olas,
aprovechándose de la fuerza del viento,
existe gente que maneja el sentimiento
para acercar hasta su altar las caracolas,
contándoles un cuento.

Hace muy poco que irrumpió en el escenario
un catequista, ¡qué digo yo!, un salvador,
mas no creáis que fue donando su salario
pues el presume de señor, que es profesor
un tanto estrafalario.

Es político y como tal es funcionario,
su manduca segura está a final de mes,
además dicen que él se jacta de empresario
sin más asalariados, pues él patrón no es,
que es un mero notario.

En público sabe hablar, buen predicador
¿y repartir? cobas, promesas y consejos
lo que es corriente de cualquier embaucador,
aunque todos suenen ahora un tanto añejos
y escasos de rigor.

Pablo Iglesias, su nombre es, un ave de paso,
justa respuesta a una terrible frustración,
de algunos que nos prometieron el parnaso
y llevado han a tan fatal desilusión
y tan duro fracaso.

Tú, experto en contar a la gente lo que quiere
andas una vez más prometiendo el paraíso
sabiendo de que no es posible se pudiere
condimentar de esa guisa aquese guiso
si fuego allí no hubiere.

Un tiempo ha de pasar y aquí me comprometo,
si a la borrasca que se anuncia sobrevivo,
a descubrir la falsedad de este sujeto
farsante que sólo ansía el poder, un vivo,
¡no pasas de un panfleto!
©donaciano bueno

No pretendo que se piense como yo pienso, pero sí que se me respetes como yo hago con los que no piensan como yo. Iluminados, son aquellos que creen que tienes un don sobrenatural, un destino que les ha asignado de forma especial por la naturaleza o un ser superior. Con éste poema, dedicado a Pablo Iglesias, representante de Podemos en España, inicio una serie dedicada a alguno de ellos. El próximo será para el Presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña, Artur Mas. Espero se entienda como un ejemplo de poesía satírica, un acto de crítica política. Sin más.

MI POETA SUGERIDO: Gabriela Vargas Aguirre

Reuniones familiares

Se ha hecho costumbre beber de todo vaso disponible,
pararse al espejo y tomar el primero del día,
Aferrarse a un muñeco fabricado con polvo,
con el que te sientes seguro, como si al tenerlo
obtuvieras las llaves para cerrar todas las puertas y no tener que salir.

Preparar otro, les digo, se ha vuelto costumbre
y hoy no usaré agua fría por si me quemo la garganta
cuando el vaso se llene de fuego.
Entonces dejaré el alcohol arder, me dejaré llevar
y el muñeco de polvo dibujará en mi brazo una línea irregular
me dejaré llevar, también querré un cigarro relleno de retazos,
las sobras de un velo azul, que se ha quedado en un descuido de mi madre.

Al quemar los hilos, se liberan, la liberan,
Entonces es ella llegando, la invito a pasar,
la miro llegando: camina muy lento hasta los perros.
Entonces por primera vez la invito conmigo a beber,
a cantar canciones viejas, a beber arrimadas al espejo.

Mi madre nos dejó como herencia cerca de mil vasos disponibles,
y con cada uno he matado a alguien distinto,
porque una herida es ninguna y para mí han de ser todas las balas.

Mi madre tendrá el único vaso que no se ha encendido,
el único vaso en el que no ha muerto alguno de mis peces
ahogándose en mis sueños etílicos.
Mi madre tendrá ese único vaso,
se sentará conmigo y no hablaremos nunca más del pasado.

Se ha hecho costumbre beber de todo vaso disponible.
Entonces , decir su nombre, dolerá mucho menos.
Entonces, tomaremos algo para herirnos,
y abrazarnos mientras nos hierve la lengua.

10 mg.

Alguna vez el movimiento circular del cielo marcó la medida del tiempo
y sobre cada minuto se alzaron cientos de alas como un gran cruce de cometas redentoras
Quien mejor para circundar el aire que los pájaros de cartón que dejamos cultivar
debajo de nuestras lenguas esas noches de intenso calor de mayo
y ciertamente era mayo y era tarde
y ciertamente los pájaros en llamas se llevaban nuestras partes que aún quedaban
con vida y tejían una luna borrosa sobre el río, que era la única entrada al paraíso
que nos quedaba.
La dormidera avanza como un tropel de aves sin memoria
hacia ese nido estelar de glifos desenfocados que es el sueño
se desinflan los cuerpos como un balbuceo
Con toda la bandada que se deja morir bajo las sábanas
Dejamos los ruidos alejarse para apagar la luna con un leve movimiento de muñeca.

Plana

Los poetas caminan entre la gente y la gente los mira con cierta falla
Los poetas caminan dejando un murmullo detrás nuestro que luego es pájaro y luego un dragón de papel en llamas.
Los poetas caminan con una convicción rabiosa hacia un nido de palabras detrás de todas las constelaciones.
Los poetas caminan de espaldas porque siempre están mirando el pasado.
Los poetas son como dioses envidiosos aun cuando cada uno NECESARIAMENTE ve la poesía de una forma distinta.
Los poetas caminan por encima de todos los cielos y muy por debajo, donde viven.
Los poetas caminan por las paredes por una cuerda floja de caramelo.
Los poetas caminan soñando porque de chicos les cortaron las alas.
Los poetas caminan, se pisan entre ellos, caminan y se pisan caminan y se pisan,
caminan se chocan se pisan.
Los poetas caminan alucinando con que serán inmortalizados.
Si usted va caminando y de pronto se le ocurre una idea que piensa puede ser poética,
cambie de idea, ser poeta hoy está mal visto.

Contemplación

Siempre estabas mirando por la ventana
el edificio naranja que en las mañanas se desarma
en distintos tonos naranjas cuando el sol golpea.
Siempre, de afuera se acercaba remando un ruido
que burlaba las espirales del incienso
(a veces jazmín, a veces mirra, a veces rosa)
que invadía tu cuerpo de nave
que se parqueaba siguiendo otros itinerarios
con otras familias
en una quinta luna
celeste luna (en otros dialectos: CHANDRA)
mientras con mis pies chuecos
intentaba colarme en tu viaje.

Siempre estabas mirando por esa ventana,
precisamente aquella ventana
con toda la cabeza envuelta en chales
para amarrarte de alas al nido.
“Es para no dejar que se salga el cosmos”, me decías
encaramada en la persecución de una excusa para matarte(me)
para pensar, indagar, creer y aferrarte
a un mantra que está detrás del vapor de una nube
en el altar de Dios con cabeza de elefante
lejos, donde las estrellas se vuelven azules
se enfrían
titilan y mueren.
***
Cualquiera que nos hubiera visto
desde afuera habría creído que éramos felices
***
Anochece y sigues pegada a la misma ventana
y a veces está cerrada
y a veces su reflejo te aclara y me deja verte más adentro
y te miro por encima
y te ves más distante que otro planeta
y te miras en el espejo
y la cara te cambia
como si te hubieran apretado lo que te quedaba de alma
en otro pedacito de espacio en el que te deformas
y se te caen las manos
y la boca
en la contemplación de tu ser de agua
que busca fundirse con dioses vestidos de seda
(a veces índigo, a veces celestes, a veces azules)
de múltiples manos
y uñas pintadas
(a veces rosas, a veces rojas, a veces dedos en llamas)
que entonan flautas y danzan al ritmo de tambores
y entonces mi corazón se apaga
porque no contemplas tu sangre
derramada en el piso,
y mis manos te buscan y solo siento

el sonido primordial que eres y somos:
la nada y el blanco.
***
He querido saltar por esa ventana
todas tus ausencias
todas las veces.

Los insomnios o del miedo a la luz

Una madre aprende a conocer a sus hijos cuando duermen. No me gusta la luz, le dije.
Los niños sueñan con un sitio en el que los colores hablan, le dije.
Tengo insomnio madre, el peso de una cascada en llamas me parte la espalda.
Tengo insomnio madre, el pasar de un jaguar es la inquietud que habita mis rodillas.
Tengo insomnio madre, todos los guerreros a mi lado están poblando las cruces, que también son sus camas.
La madre no puede conocer a un hijo que no duerme, porque mis ojos se cierran cuando aparece un punto rojo en la ventana.
Yo veo cómo descansan los muebles de la casa en las sombras, yo veo apagarse la ciudad y el drenar de las calles, y todo se vuelve pardo y quedan solo sus verdaderos habitantes: yo habito en una cabeza que puede ver en la noche, la bruma y el humo, yo habito bajo la piel que se muda del calor al frío cuando los días están soleados, yo habito en la ceguera cuando las balas perforan mis pupilas y me dejan a tientas, no duermo en las noches, madre, no me conoces, madre, me perdiste cuando hiciste un pacto con los cuervos, ahora ellos cubren mis ojos con sus alas cada vez que amanece.
De La Ruta de la Ceniza (2017)

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Autor

Donaciano Bueno Diez
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Con sus pétalos, su olor, una flor, esa…
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