¿DÓNDE ESTÁS, PARAÍSO? (Mi poema)
Nieves Álvarez Martín (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

¡Oh, ese feliz paraíso prometido!
¿que hice yo, por qué te has ido, donde estás?
No me insistas que aún existes, que no más
soy un ciego que no ve, que está perdido.

Ese cielo de belleza sin igual
que de niños nos vendieron, que soñamos,
cuando, ingenuos, ignorábamos el mal
y que ahora ya encontrarle no logramos.

De ese tiempo de aprendices de la vida
sin ventana en que mirar al exterior,
torpes para percibir cualquier hedor
de este mundo, de su engaño y su mentira.

¡Paraíso tanto tiempo tan soñado!
yo quisiera hoy encontrar un desmentido,
imposible por creer que me han mentido
los que antaño me dijeron educado.

¡Bello jardín del Edén, oh paraíso!
¿qué hice yo para que tú me hayas dejado?
sin sueño, sin ilusión, desesperado,
con el miedo en las entrañas sin aviso.
©donaciano bueno

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El paraíso terrenal o Jardín del Edén era ese lugar maravilloso, lleno de plantas, frutos y animales, en donde vivieron en un estado de felicidad y perfección Adán y Eva, antes de desobedecer a Dios.

MI POETA SUGERIDO: Nieves Álvarez Martín

Nieves Álvarez Martín

Palabras

Cada palabra tiene un lugar en los versos.
Algunas interrogan al poeta,
quieren saber por qué las utilizan
sin sentido aparente.

Otras buscan colarse entre los muros
de relojes de arena solitarios.
Las hay arrepentidas de callarse,
las que lloran los días sin tristeza,
las que pretenden reventar los tímpanos
de quienes prostituyen su sonido.

Hay palabras que sueñan con la vida
dentro de otros poemas,
palabras que florecen en los campos minados,
palabras que aterrizan entre espinas,
palabras que no saben navegar.

Suelen vivir –algunas-
en diccionarios cómplices
de tópicos insípidos y fétidos insólitos.
Otras viven en bosques del glamour,
azul en la verdad y sed en el dolor.
Y las hay que pernoctan en pensiones
cargadas de razones, mosquitos y belleza.
Algunas son como aves migratorias,
no encuentran el lugar donde quedarse,
ni quieren que su tronco eche raíces.

Yo busco las palabras clandestinas,
las que huyen de frases inventadas,
las que quieren nacer y se retuercen
para poder decir lo nunca dicho.
Las que están en la vida cotidiana
y no han salido nunca del salón.

Detrás de la ventana

Detrás de la ventana está la vida,
esa que se pasea por las calles
con un ramo de azar sobre la frente,
la que muestra disparos de fogueo,
la que sonríe, llora, está de paso,
la que inventa una historia incoherente,
la que esconde un secreto impenetrable,
la que se contonea mintiendo la verdad.

Detrás de la ventana,
los hombres y mujeres parpadean
intentando ganarle la partida
a un tiempo que se acaba,
buscando las razones imposibles
para seguir andando,
hablando con el sol y las paredes,
interrogando al viento y a la lluvia
y pidiendo perdón a las aceras
tras cada soledad.

Detrás de la ventana está la música
de todos los poemas nunca escritos,
que alguien, algún día, escribirá;
están las manifiestas pesadillas
de muros de hormigón
que esconden trampas
en las que se detienen los instintos
y juegan al parchís las ilusión.
Están también allí los que han buscado
en la ruleta rusa la manera
de dejar de jugar.

Detrás de la ventana está la vida:
limpia, sucia, adulterada, sana,…
La vida, al fin de cuentas, es así:
¿alguien lo negará?

Esdrújulo

Me aburren los sofismas, las metáforas
que buscan las verdades morfológicas
y encuentran las mentiras paradójicas
en la puerta de atrás de las anáforas.

Me agobian los abismos y catáforas
que vuelven hacia atrás en las ilógicas
sentencias inauditas, analógicas,
que son de nuevo puras epanáforas.

Me indigna el tintineo metafísico
de los juegos de azar paradigmáticos
y los bancos que abusan en los créditos.

Me aterra que el silencio de lo físico
esté llevando a un mundo problemático
en el que todo debe pagar réditos.

Mujeres

Hay mujeres que tienen la mirada
repleta de caricias,
que siembran la ternura con sus manos
y bordan en espejos de cristal,
mujeres cuyos nombres
derrotará el olvido.
Hay mujeres de arena que pregonan
su voz en los desiertos,
que sueñan con oasis diferentes
y dejan su palabra florecida
en las playas del tiempo
sin que nadie comprenda su razón.
Hay mujeres que sufren
el desgarro de sensaciones rotas,
que pagan la osadía de ser libres,
que mueren defendiendo su verdad
sin entender por qué nadie ha escuchado
sus gritos en la noche.
Hay mujeres anónimas:
poetas, escritoras,
esposas maltratadas,
amigas arco iris,
hermanas, madres, novias,
doctoras, alpinistas,
amantes del amor,
presas de un sueño o simples compañeras.
Mujeres que perdieron la sonrisa,
mujeres que han ganado la licencia
de seguir siendo
siempre
ellas.
Porque tú y yo sabemos que hay mujeres
como tú y como yo que están buscando
poder nacer personas
simplemente.
(Último poema del libro “Con A de mujer”. AducArte-poesía. Santander. 2011)

XXXII

No pediré perdón por ser yo misma,
por dejarme morir a media tarde
al cruzar el semáforo del miedo,
por aprender idiomas en tus manos
y recitar poemas a escondidas,
cuando nadie nos ve.

No pediré perdón por abrazarte
-en los lugares públicos
de silencios privados-
con el pretexto estúpido de ser
dos versos conocidos
que hace tiempo que no se tropezaban
en las olas que lloran las metáforas.

No pediré perdón por extrañarte
como extrañan los árboles la lluvia
o los ríos los peces
y las piedras
ruedan ladera abajo con la nieve
en mil bolas de luz.

No pediré perdón por ser feliz
entre letras dormidas,
cada vez que te miro y en tus ojos
encuentro reflejado mi universo.
(Del libro “Los íntimos secretos de la voz”, Premio Nicolás del Hierro 2010. Ciudad Real, 2010)

17

Tú que dibujas los caminos
de todos los torrentes y montañas,
que sabes mi nombre
y que nombras
las tibias ternuras del alma
dime
por qué callan las palabras.

Tú que iniciaste el recorrido
de los desiertos y de las murallas,
que dejas tus barcos en tierra
y llevas el mar a tu casa
dime
por qué negra noche vagan.

Tú que has pintado el arco iris
en el azul celeste de una nana,
que tienes las manos de fuego
y la voz
encendida en mil arpas
dime
por qué lloran las guitarras.
Tú que describes la belleza
con el puntero de las añoranzas,
que siembras el tiempo del tiempo
con ese reloj de tu calma
dime
por qué todo se hace nada,
se hace n a d a.
(Del libro “La magia de la voz”. Premio Mario López 2009. Córdoba 2010)

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Donaciano Bueno Diez
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