LAMENTO (Mi poema)
Mario Payeras (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

De la humilde escarpia algo oxidada de mis pensamientos
voy colgando recuerdos casi olvidados de mi infancia,
testigo impenitente de ingenuos lindos sentimientos
y otrora procelosos, para reconciliar mi alma.

Aunque viejos son e incluso algunos de ellos malolientes,
-angustias, penas, preocupación, rencor, desesperanza-
todos a una, lapas asidas, anidan en mi mente
y aunque débiles me afloran y me inspiran la nostalgia.

Aquellos sueños oníricos que un día florecieron,
maltrechos se han vuelto ahora evocaciones sin palabras,
sonidos sin audio, ausentes sensaciones que ya huyeron,
vientos sin aire o tenues fuegos de pavesas macabras.

¡Qué hay de mis ayes!, de aquella sed saciada y hoy sediento,
límpida agua que fluyendo me regalaba los oídos,
los cantos de cisnes que otrora embriagaban mis sentidos,
silencios, únicamente son que asiste a este lamento.
©donaciano bueno

El tiempo es una constante en nuestra vida. Cuando somos jóvenes, creemos que nunca acabará y cuando observamos que nos está yendo de las manos, tratamos de apurarlo al máximo. Nostalgia… la vida parece ser constante añoranza. Cuándo será el día en que aprendamos a vivir hoy como si fuera ayer, y cómo si no existiera mañana?

MI POETA SUGERIDO: <strong>Mario Payeras</strong>

Mario Payeras

La estrategia y la flor del tamborillo*

Quien piense dirigir una guerra en la selva,
tiene que aprender de la flor del tamborillo.
Ningún general asedia al adversario con tanta
maestría, como esta flor amarilla. Todos los años
toma febrero por asalto, instaura la floración total
de la primavera y se retira sin ruido por las rutas
de marzo.

Sierra de Chamá*

Hemos llegado a un mundo
olvidado por los aviones y los pájaros.
Durante varios meses
nuestra pequeña tropa arrastró por la selva
su aparatosa impedimenta:
tres mástiles de navío,
trapecios de volatín y una carpa en harapos,
dos elefantes viejos,
una ballena maltratada por la ingratitud de la materia
y demás artefactos que generan júbilo.
Quienes sobrevivimos al último diluvio
hemos aprendido a orientarnos por los recuerdos,
porque del sol hace ya muchos meses que no se tiene noticia,
y para ver a Orión describiendo en el cielo sus piruetas
de aeroplano melancólico
es necesario esperar la vejez del verano.
Sin embargo,
nunca un puñado de bolcheviques con lombrices
había estado tan cerca de tumbar la ley endurecida
que gobierna la hechura de toda mercancía.
Dos cosas más aprendimos en la lluvia:
cualquier sed tiene derecho cuando menos a una naranja grande y toda tristeza a una mañana de circo,
para que la vida sea, alguna vez, como una flor
o una canción.

In memoriam Luis Cardoza y Aragón*

La noche está vestida de relámpagos
y se apaga el fulgor de la bengala.
Vivo fue la polvareda del cosmos en el poema.
Ahora es hormiga en la memoria
y en los días del mundo.
Se ha detenido el reloj hasta que el sol se pudra
naranja gravitatoria en la ventana.
No sé quien es ni a qué nombre responde
ese ingrávido costillar y esas hebras de pelo,
esa lengua de gorrión y esos pávidos ojos.
Mientras yo digo septiembrey miro la luna nueva
el viejo halcón canoro ha volado hacia la luz.

Kilimanjaro*

No es la nostalgia humana
por las viejas primaveras de un país
donde los pájaros son mansos,
ni por las lluvias de la infancia
que nos dejaron los ojos diáfanos para siempre,
sino por la región de las nieves perennes
que añoran en la vejez los elefantes
de todos los zoológicos del mundo,
hacia la que una mañana,
dicen,
emprenderemos el viaje,
con el secreto dolor de que no habrá regreso
a ninguno de los sitios en que fuimos felices

Zona Reina**

No recordamos ya cómo éramos al principio
porque con cada día parte un cadáver nuestro
a pudrirse en el tiempo.
Nuestros mejores esbozos de humanidad futura
resultaron apenas artificios de pólvora
que ardieron bajo la lluvia de la primera noche,
porque aquí la realidad todavía está en guerra con los pájaros
e ignora por lo tanto la cristalización de la decrepitud
y los tardíos laberintos
en que suele extraviarse su mudanza.
Y agreguemos:
nunca como estas mañanas
estuvimos tan exentos de los envejecimientos del espíritu
ni nuestros pensamientos se parecieron tanto
a nuestros actos.

Sobre las tres grandes vocaciones**

Hoy sabemos que el regreso a las primaveras idas
es irrealizable; que el hábito de explicarse las cosas
acalambradas de contradicciones es la fuente de toda
lucidez; y que el oficio de conspiradores para cambiar
el mundo es la única manera de no envejecer.

El hombre le dice barrilete a su amor**

No te quiero nada más por tu semblante
de barrilete volado en primavera;
ni por tu condición de muchacha con el alma
bulliciosa de pájaros;
ni porque tengas el tiempo lleno de mariposas.
Yo te quiero más bien por viejas razones de hombre:
porque era a ti a la que sin saberlo
había querido hallar siempre en las gaviotas;
porque era tu alegría la que durante la niñez
buscaba los domingos en los circos llovidos,
y porque cualquiera sabe que es triste inmensamente
existir sin amor.

*Poemas publicados en Associació d’Amistat amb el Poble de Guatemala. «Poesía guatemalteca. Con el compromiso y la dignidad». Cuadernos de Guatemala, n.°12, enero 206.

**Poemas publicados en Yolanda Colom. «Los Poemas de la Zona Reina y mi encuentro con Mario Payeras». Viento del Sur, n.° 12-13. Pimavera-verano, 1998. México D.F

POEMA DE LA MIGRACIÓN (fragmento)

«Afortunadamente
hay en el mecanismo de las estaciones
una hora feliz en que nos entran ganas de irnos
por el azul de ciertos lunes
(…)
Ni amamos la realidad por sus diluvios o por sus soles
o por la lucidez de su discurso maravillante
sino porque sus caminos son mansos
aunque a menudo no nos lleven de vuelta
a los lugares de que partimos
debido a nuestra condición de criaturas
perplejas por naturaleza.
Y a que las brújulas de la juventud no son las mismas
que las de tiempos posteriores
ni hay calendario más incierto que nuestro corazón
y porque vale la pena exponer la existencia
a la vigilia de las estrellas de diciembre
(…)
pero con la certeza de que toda realidad siempre será más rica
que el mapa incomprensible de nuestra propia nostalgia»

Zona Reina

No recordamos ya cómo éramos al principio
porque con cada día parte un cadáver nuestro
a pudrirse en el tiempo.
Nuestros mejores esbozos de humanidad futura
resultaron apenas artificios de pólvora
que ardieron bajo la lluvia de la primera noche,
porque aquí la realidad todavía está en guerra con los pájaros
e ignora por lo tanto las cristalizaciones de la decrepitud
y los tardíos laberintos
en que suele extraviarse su mudanza.
Y agrueguemos:
nunca como estas mañanas
estuvimos tan exentos de los envejecimientos del espíritu
ni nuestros pensamientos se parecieron tanto
a nuestros actos.

Kilimanjaro

No es la nostalgia humana
por las viejas primaveras de un país
donde los pájaros son mansos,
ni por las lluvias de la infancia
que nos dejaron los ojos diáfanos para siempre,
sino por la región de las nieves perennes
que añoran en la vejez los elefantes
de todos los zoológicos del mundo,
hacia la que una mañana,
dicen,
emprenderemos viaje,
con el secreto dolor de que no habrá regreso
a ninguno de los sitios en que fuimos felices.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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