LIBERTAD, DIVINO TESORO (Mi poema)
Mario Rivero (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA …de medio pelo

 

Libertad, tú la sientes cuando miras
sentado allí en la arena frente al mar,
la vista así comienza a deslizar
cual fuera que a los ojos los estiras
y empiezas a soñar.

Libertad, una amiga en este viaje,
una forma de estar sin ataduras,
haciendo a la maldad muchas diabluras,
rodeado de bellezas en paisaje
mejor si son impuras.

Libertad, es subirte a una montaña
sabiendo que volar es prohibido,
sentir del corazón ese latido
te atrapa en esa tela cual la araña
sin ver por qué esto ha sido.

Libertad es coger de algún estante
un libro que resiste a las mudanzas,
y hacerlo tuyo al fin, y sin tardanzas
gozar de esa aventura a cada instante
muriendo en sus andanzas.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Mario Rivero

Cosas que pasan

Este hombre y esa mujer se conocieron cierto día
Sin duda el hombre sonrió a la mujer
sin duda le trajo flores
sin duda llegó a conocer su olor entre mil
y hasta a olfatear su ropa interior
su brassiére sus pantalones
tirados sobre la cama

Años después ella pasa con un gordo contoneo
envuelta en pieles emplumadas
Su perfume es el mismo barato y dulce
lo mismo ondula su grupa de sanguijuela encantadora
tiene en cambio los ojos turbios
como dos cuentas desteñidas de porcelana

El parece un hombre serio y sobrio
con su cuentica en el Banco y su “curriculum vitae”
no hay duda de que ha sabido ubicarse en el proceso
la mira la examina de una manera abstracta
como si examinara
una cosa vieja oxidada
a la brillante luz del sol
Parpadeando estúpidamente desde un lapso de olvido
y sombra y grasa…

Tiresias ciego adivino de mamas arrugadas
Todos somos él
-o algo parecido al menos-.

El amor

El amor es algo que viene y calienta
una vez. Y un instante no más,
-si es que viene-
Y después de esta costumbre de calor,
otra vez, ¡ay! nos deja muriendo solos.

¡En estos silencios! Este dejarse llevar
más allá de las barras de los bares,
y más allá del bien y del mal.

El amor es algo punzante. Y en verdad
con olor
que desaparece y nos dice. «Yo estuve aquí»
-reseda- en la rara y tenue sensación
de aromar,

en la habitación ya vacía…

Endecha

Estábamos perdidos
cuando nos encontramos
en aquel retraso de aeropuerto.

Yo estaba lleno de noche y de frío,
aunque había pasado tres días
en el «San Francisco»,
con una muchacha de nalgas redondas.

Tu creíste que yo era un camionero.
Admiraste la vulgaridad de mi estilo
y me amaste por ello.
-No lo era.-

Yo creí que tú eras una princesa,
que arrastraba hasta mí su aburrimiento.
-Y es verdad.-

Como es verdad que seguimos estando perdidos.
Yo, por no poder soportar la realeza,
tú, por no saber nunca lo que estás haciendo.

La balada de los hombres hambrientos

Los hombres hambrientos tienen oro
casas con retretes de mármol
y vestidos suntuosos
Pero no pueden matar el hambre y la sed
del tigre de sus ojos

Los hombres hambrientos son
en alguna forma hermosos
Por una magia mortal y execrable
sus oídos se han vuelto sordos
Pero los hombres hambrientos simulan oír
y pagan bien a los cantores

Pregonan una extraña desesperación
han perdido el recuerdo de los humanos olores
caminan para buscar un aroma imbuscable
el de los tallos de las flores muertas y de los pétalos podridos
el olor que al mismo tiempo es
el olor de la muerte y el olor del nacer
Se cubre de moho el corazón
de estos hombres hambrientos
Se entrecruzan a la deriva
No se ven
Son muchos en movimiento
Sus mujeres lavadas en agua de caros perfumes sintéticos
adustas acechan también
aquel olor que alcanza los huesos
Si levantan las cabezas hacia cosas más altas
no distinguen otra cosa que el viento
Remeros esclavos en un gran bajel de oro
van los hombres y mujeres hambrientos…

La luna y Nueva York

Nos encontrábamos todos los días
en el mismo sitio
compartíamos versos, cigarrillos
y a veces una novela de aventuras.
Lanzábamos piedrecillas
desde el puente donde almorzaban
los obreros de la fábrica de vidrio.
Le decía que la tierra es redonda
mi tía bruja y la luna un pedazo de cobre.
Que un día iría a Nueva York
la ciudad abundante en cosas estrambóticas
donde los gatos vagabundos
duermen bajo los automóviles
donde hay un millón de mendigos
un millón de luces
un millón de diamantes . . .
Nueva York donde las hormigas
demoran siglos trepando al Empire State
y los negros se pasean por Harlem
vestidos con colores chillones
que destilan betún en el verano.
Iría por los restaurantes
hasta encontrar un cartelito:
“Se necesita muchacho para lavar los platos.
No se requiere título universitario”.
A veces comería un sandwich
recogería manzanas en California
pensaría en ella cuando montara en el elevado
y le compraría un traje parecido al neón . . .
me iba a besar
cuando sonó el pito de la fábrica.

A veces Henry

A veces Henry tuvo algún dinero
e invitó a sus-camaradas,
de un sexo o de dos, inteligentes
o encantadores, o ambas cosas a la vez,
los que dijeron, quizás sí,
pero como hizo él, vinieron y se fueron,
y no llegaron a ser mucho.

Del mismo modo otras veces Henry,
se irguió con coraje pagano, en arrebatada pareja,
con el huraño amigo que lo acompaña,
frente a las -según el mismo Henry, pacatas,
gentes de otra generación-
Que llenan las formas y se callan de sus asuntos.

A los que proclaman con un gesto augusto,
en el éxtasis austero del justo,
que ‘estamos viviendo unos tiempos infames’.

Balada de la muchacha-de-la-pollera-pronta

Esta es la balada de la muchacha pródiga de sí misma
que alegre y detonante de colores
hace el saludo de su sonrisa de-mi-querido-amor
a los que la tutean con palabras de esposo
Hombres que nunca ha visto
solemnemente rústicos o con rústicas bromas.

Ellos saben y la buscan golosamente
desnudando sus caderas blancas en la oscuridad
Una muchacha hecha para un ramo de flores
una chica galante dispuesta a todo y por todos
La que amaba demasiado pronto y con-todo-su-cuerpo
y por ello mal comprendida fue.

La muchacha
la muchacha-de-la-pollera-pronta
hacia mí la ola de su pollera despliega…

Sucedió como suele sobre los pastos haraganes
cuando el sol era el sol y el calor el calor
La boca abierta hacia las gordas nubes fofas del verano
y la pollera sobre la cara como un jardín cubriéndola.

De soslayo con la comisura de sus labios miraba
cuando el pequeño amigo favorito para el placer
la solicitaba con voz ahogada embarullándose…
y algo espumeante y feliz le sube a la cara
y se le arrebola
como si él le hiciese cosquillas con una ramita verde.

Jóvenes y viejos se metían entre sus sábanas
para tener su mundo en paz
Contentos cerca de ella
con una carga de caricias
o con una sonrisa idiota
antes de abrazar su maravilla.

La muchacha…
la muchacha engendra oleajes se vuelve playa
y su pollera canta como las olas!

El día era perezoso y la noche activa
Venían de uno en uno
o todos a la vez
Le formaban una «guardia de corps»
y se envolvían en su sonrisa
Su corazón era un albergue
abierto para una noche.
Y como si fuera su corazoncito un nido recién hecho
los más rayados los más bochincheros
llegaban piando: «Dádnos amor dádnos amor».
Comprobando con fatiga la buena ley del metal
la muchacha-del-corazón-pronto
la muchacha-de-la-pollera-pronta
tiende sus brazos desnudos…

Ella extiende su cuerpo con ademanes calmosos
en el día en la noche
para todos para cada uno
se abre se da vuelta se muestra
con ingenua sapiencia
y lo que se ve es hermoso es extrañamente agradable
y al hacer todas estas cosas ella será ella.

Y así cuando escucho en algún lugar
palabra que alguien masculla al pasar
a otra muchacha de corazón también henchido
Mis pensamientos rápido son
para esta muchacha de la pollera-pronta
atenta a la vida con un buen sentido
que para ofrecer sólo tenía
aquella llama exacta
un fuego para calentar la vida
un fuego para vivir mejor.

La muchacha
la muchacha-de-la-pollera-pronta
viene hacia mí moviéndose con pausa de hoja…

¡Muchachas ídos todas!
con la llama que calienta la sangre y abrillanta los ojos
el invierno está aquí afuera está aquí en mí
Pero esta noche antes de los somníferos
dejad que avance la imagen de la muchacha-de-la-pollera-pronta
cada vez más lenta
cada vez más oleante
necesito de todos sus pujantes recuerdos…!

La muchacha
la muchacha de la pollera pronta
y su playa-su-playa-su-playa por todas partes.

Balance

Es terrible no encontrar a dónde ir…

De las casas unas están destruidas,
sin lecho, a oscuras y con telas de araña,
con lepras en los muros y con espectros tristes,
otras se alzan tan falsas como un decorado.

Del palacio o la casa encantada,
la tapicería vemos gastada, anticuada.
No hay belleza en aquel lugar, no hay misterio,
y continuamos nuestro aislado camino,
en el jardín gotea el surtidor del cansancio.

Hay posadas que ya no se abren más por nosotros,
con las que hemos perdido el contacto,
cuando exentos de excusa, buscamos,
titubeantes como un extranjero,
o aun como mendigos, lejanos, extraños…

Es terrible no saber a dónde ir,
al final del día muerto
a la hora en que a veces se bebe, o se mata.

Encontrar que no hay sendero,
no hay camino, no hay puerta, donde llamar,
en la fatua sonrisa del triunfo,
o en el pobre final, consumida ¡la Casa del Alma!

Ceniza azul
Del amor
sólo queda
un poco
de ceniza azul.
Volverías a
sentarte
junto al fuego
apagado
ahora que lo
sabes?

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Autor es esta páginna

Donaciano Bueno Diez
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