Yo nací para creer
que arando trazaría mi camino
puliendo los escollos de mi sino,
y andando de puntillas merecer
para al final fenecer
sin conocer el destino.
Yo soy mortal, no me asusto. Pues la vida es caminar hago la vida al andar pues yo aquí me encuentro a gusto.
Que más que andar y crecer,
cada paso es y ha sido un retroceso,
un avance final hacia el deceso
un descender a el cieno sin saber
por qué no consigo ver
cómo liberar su peso.
De vez en cuando un disgusto es lógico y natural mas voy alto de moral pues yo aquí me encuentro a gusto.
Que aprender a envejecer
necesario es desde el día que nacimos,
puesto que a este planeta a el que vinimos
pronto le llegará su atardecer,
intentando conocer
qué futuro es y por qué huímos.
Si alguien me pega algún susto o me acecha un temporal no hago caso, es habitual, pues yo aquí me encuentro a gusto.
Y es que la verdad del ser
no reside en la esencia de los vivos,
ni conocen razones o motivos,
ni podemos siquiera esclarecer
por qué ganar es perder
el tiempo y sus motivos.
Si ven mi semblante adusto y creen que tengo miedo convencerles mas no puedo pues yo aquí me encuentro a gusto.
Ser o no ser ¿y qué hacer?
puesto que ninguna otra opción nos queda
encaremos con brío la vereda
que nos lleve a saciarnos del placer
en espera que vuelva a florecer
¡e ignoremos ya la veda!
La primera vez que nos desnudamos
hubo un tatuaje que se prestó a confusión
un dibujo circular que me espantó
e hizo que mi orgasmo se precipitara
liberando gigatones de energía
(vos desconocías su significado,
yo desconocía mi perversión).
Cada vez que tu cuerpo se retuerce,
que tus abdominales se contraen
y se relajan, o bien al tocarme
los símbolos de tinta obscura
activan sus poderes en el plexo
toda la luz desaparece
centrifugada por algún lejano sol en el espacio
agotados, hemos engendrado una galaxia.
Los amantes de la ciudad sitiada
Balas militares rozan nuestra puerta
pero no retrocedemos
al contrario
nos quitamos la ropa
aferrados al tañido
que reverbera en todo el cuerpo
como hicieron antes
los hijos del volcán.
Lo que no funciona
Practico lo que voy a decir
lo que diría
en la próxima oportunidad
o la vez pasada, estuve lenta
porque vos cuando
y en realidad tu doble estándar
una mujer heterosexual está condenada a la desdicha
en el insomnio me estiro
hacia todas las mujeres de la tierra
en el silencio
en la mitad ausente de la cama,
en los barbitúricos
en el labial sobre la copa
en la espera obstinada
de aquel gesto innovador.
Punto de vista
Lo que nadie dijo
fue que Penélope
tejía y destejía
con hilos de la tierra
fibras de lava y roca
barro y musgo, así
la guerrera paciente
tramaba no una esperanza
sino un nido.
Tengo sed de un cántaro
Un pichón tibio
en palma cóncava
se recompone
renace
también
quiero sentir
un muro amable.
El ajuste
No es posible amar sin odiarse un poco
elegís nuestros momentos más felices
para ahogarlos como cachorritos
en el patio del fondo, o bien los torturás
con submarinos trabajosos
hasta que pierden su color
y quedan azulados como mártires,
los momentos de felicidad perfecta
son la calma que anuncia
al criminal imperfecto,
el que proporciona todas las huellas
excepto las que desea dejar.
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.