UNA DAMA ODIOSA (Mi poema)
Hersilia Ramos de Argote (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

¿Hay algo más odiosa que la muerte,
esa dama que trunca nuestras vidas,
a veces sin remedio doloridas
por los crueles maltratos de la suerte?

Dios, tú, al que yo he dejado de quererte,
aquí, aunque lo lamente, me revelo,
hoy que, sumido en este desconsuelo,
muero sin desear mas nunca verte.

¿Por qué, qué te hice yo, cual es la causa
de esta condena a que hoy me has sometido?
¿acaso con tus normas no he cumplido?

Para lograr al menos una pausa,
si pudiera escapar, yo hubiera huido
o en las hondas tinieblas escondido.
©donaciano bueno

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Lamentablemente no existe ese escondite seguro donde esa dama macabra no pueda encontrarte.

MI POETA SUGERIDO: Hersilia Ramos de Argote

Hersilia Ramos de Argote

Plegaria de Una Maestra

Héme aquí, oh Señor, ante esta inmensa
responsabilidad; ente esta excelsa
misión de conducir, de abrir caminos,
de señalar las pautas del destino,
de forjar en las fraguas del esfuerzo
la voluntad, el alma y el talento
de tantos, tantos niños sanos, fuertes,
ricos y pobres, míseros y débiles,
que se acogen confiados bajo mi égida
en los predios humildes de mi escuela.

Héme aquí, oh Señor, ante tus plantas
llena de fe, de afán y de esperanza.
Tú el justo, Tú el Divino, Tú el Maestro
Tú el conductor de hombres y de pueblos,
Tú el de la infinita sabiduría,
faro de la verdad y la justicia.

Tú que diste matiz a las corolas,
savia a las plantas, luz a las auroras,
dá a mi ademán la suavidad del pétalo,
a mi voz, la tersura de tu acento
a mi verbo, la concepción precisa
y a mi bondad, la táctica debida.

Quiero sentirme ungida con tu gracia,
sellada con el sol de tu palabra,
bañada en el panal de tu justicia,
impregnada de tu sabiduría
para labrar -abeja y alfarero-
con miel de aromas y arcilla de luceros,
el precioso panal, néctar divino,
que han de libar las almas de los niños,
colmenas de inquietud, núcleo, crisálida,
donde duermen los hombres del mañana.

Oda a La Patria

¡Oh Patria que te extiendes, egregia y soberana,
sobre un istmo radiante de luz y de verdor;
te arrulla el armonioso murmullar de dos mares
y te cobija un cielo de espléndido fulgor!

Tierra predestinada, que la Naturaleza
ha enclavado en el mismo corazón tropical
para que seas vórtice de los altos designios
que vislumbró Bolívar en su ensueño genial.

Surgiste en el consorcio de las naciones libres
con tu diadema diáfana de estoica dignidad;
tu historia es un compendio de férvido heroísmo
y tu lema, un baluarte de confraternidad.

Eres puente que abraza a los pueblos del mundo
en comunión de anhelos de paz y libertad,
y aunque pareces frágil, por dimensión geográfica,
grande eres por tu fuerza de solidaridad.

¡Oh dulce Patria amada, ubérrima y señera,
que vibras y palpitas con latido inmortal,
en cada sacro pliege de la bandera augusta
y en las trémulas notas del himno nacional!

Nosotros, los que abrimos los ojos en tu tierra,
y en tu entraña bebimos la sabia maternal,
somos, Patria, tus hijos. Y nuestra sangre es chispa
saltada de las vetas de tu ígneo pedernal.

Por eso la ofrendamos, solemne, en tus altares,
por tu soberanía, prosperidad y honor
y porque ondule siempre, altiva, inmaculada,
bajo tu cielo límpido, la enseña tricolor.

Flor Del Espíritu Santo

De nívea santidad, de astral pureza,
_en los bosques istmeños albergada_
semejas la eclosión de una alborada,
prodigio de la gran naturaleza.

Divina flor de excepcional belleza;
en las noches, la luna enamorada
de tu cándida lumbre, sosegada,
con reverente beatitud te besa.

La majestad de Dios en ti se asoma,
inmaculada, prístina paloma.
Del Espíritu Santo, los fulgores

circundan con unción tu transparencia;
y hay en tu augusta, señorial presencia,
efluvios de recónditos fervores.

Como mística hostia suspendida
sobre el silencio, agreste, estremecido,
de la selva profunda; cual latido
del corazón de Dios, Suprema Vida,

eres símbolo y mito en la escogida
tierra de Panamá. Riela, encendido,
de casto amor tu pétalo transido,
crisol del alma libre, redimida.

¡Flor sagrada! La Patria panameña
te hace un ara de honor junto a su Enseña
y, al acorde del Himno Nacional,

tu custodia de cáliz sacrosanto,
imagen fiel del Espíritu Santo,
esplenderá en su nimbo celestial.

(Poema premiado con la Medalla de Oro en el
concurso auspiciado por la Biblioteca Nacional
y el Departamento de Bellas Artes del Ministerio de
Educación para exaltar el culto a la Flor Nacional, 1958)

Este Grito

Este grito estrangulado
que agoniza en mi garganta
y se alarga en estertores
lacerando, como garfios, las entrañas;
este grito ardiente, trémulo,
que no pudo sublimarse en una estrofa
ni cuajarse en una lágrima;
que soñó, áurea libélula,
remontarse hasta libar el sacro polen,
miel de luz de las estrellas;
que anheló -prisma de agua-
ser gotita transparente,
diminuta luna diáfana,
con espejos,
donde un iris de ideal se perpetuara.

Este grito,
que en la celda tibia y blonda
de su omnímoda crisálida,
cuna fue de ardiente anhelo,
fragua viva de ilusiones,
núcleo férvido y vibrante
de inquietudes y esperanzas.

Este grito,
que cual flecha luminosa e incendiaria,
fue rasgando los cendales milenarios
de pretéritos atávicos
y de angustias y de ansias
enquistadas;
y en el árbol de la vida
puso el zumo redentor
de una nueva y fresca savia;
y de pájaros cantores y de nidos y de felpas
y retoños
pobló el lecho verde y tibio de sus ramas.

Este grito
que prendió la estrella guía
de otros rumbos y otras sendas
y otros mares y otros cielos y otras ansias,
y dejó la blanca estela
llena toda de su lumbre esmerilada.

Este grito
que hoy crepita, se retuerce
y se ahonda
en convulsas vibraciones
y se extingue lentamente,
abrasado en los umbrales
de su propia llamarada.

Este grito estrangulado
que agoniza en mi garganta
y se alarga en estertores
lacerando, como garfios, las entrañas;
este grito,
fiel imagen de mi vida desolada,
no tendrá jamás la gloria de ser trino
ni el embrujo inefable de ser ala.

(«…De los poetas espontáneos, los que nacen tales, podría decirse lo que decía Paul Valery de los pájaros: Que si pudieran decir precisamente lo que cantan y por qué lo cantan, no cantarían. Creo que algo de esto le pasa a esta poetisa cuyo lirismo le revienta por todos los poros del alma; le revienta, como Este Grito, «del embrujo inefable de ser ala». Este grito es el que la pone con frecuencia en trance de poesía y la hace cantar como el pájaro con «el zumo redentor de una nueva y fresca savia» que da a su canto, aunque ella no no sabe, «la gloria de ser trino»… y de ser grito sincero del alma.» OCTAVIO MÉNDEZ PEREIRA )

Mi Patria

Mi patria es un istmo con rumor de mares,
con cielos azules, con fúlgido sol,
y ondula en los vientos, en rítmicos giros,
la linda bandera, pendón tricolor,
con su azul de cielo, su blanco sublime.
Su rojo encendido en llamas de amor,
y sus dos estrellas brillantes y diáfanas
que alumbran senderos de liberación.

Mi patria es un istmo, puente entre dos mares,
puerta a la que asoma, pura en esplendor,
cuando dase al orbe, grandiosa y magnánima,
por la gran herida de su corazón.

Mi patria es un istmo con rumor de mares,
con cielos azules, con fúlgido sol,
con trinos y fuentes, paisajes y flores,
donde riela esplendida la risa de Dios.

El Escudo de Panamá,

Heráldico escudo de la patria mía,
lema del trabajo, la paz y el amor;
de tus nueve estrellas, la policromía.
baña el Istmo entero de áureo esplendor.

Musitan tus mares, tierra sacrosanta,
su eterno mensaje de unión y lealtad,
y el sol de la tarde marca la hora santa
del grito sagrado de tu libertad.

Majestuosa el águila, su soberanía
pregona a los vientos de uno y otro mar;
la pica y la pala cantan la alegría
del surco fecundo, del férvido lar.

Olvidados quedan guerras y rencores,
la rueda con alas se apresta a girar
por el patrio suelo sembrado de flores,
de trinos, de brisas, de dicha sin par.

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Osado, él está aquí retando al dios que…
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