Tu vida fue el de heroico General
bregado en mil batallas,
de nombre Sanz Pastor fuiste Pascual,
soldado en esa España desigual,
pagando con heridas tus medallas.
Llegaste hasta este mundo en un lugar
perdido de Castilla,
un sitio en que la mies le suple al mar,
Zazuar, se ignora quien así quiso nombrar,
los padres que pusieron la semilla.
Tus éxitos constantes en los trances
contaron a millares,
igual que en las batallas los percances,
saliendo victorioso en esos lances,
obviando los pesares.
Maltrecho en la batalla San Ulpiano
mostraste valentía
luchando sin ceder espada en mano,
en Cuba defendiendo cual cristiano
los retos que la patria te pedía.
A ti mi general, tú el que naciste
en un lugar pequeño
te aclamo por ser grande como fuiste
haciendo tuyo el lema: quien resiste
al fin ha de triunfar en el empeño.
Pues a mi en la escuela nunca me contaron esa fascinante aventura que fue la vida de este General, Don Pascual Sanz Pastor, hijo de la pequeña Villa de Zazuar, población que en su momento más álgido (1900) llegó a alcanzar el número de 1000 habitantes. A lo sumo sabía que existía una calle con su nombre, pero nada de su historia.
Contrasta el azul del moscardón
con el ocre abrasado de la herrumbre.
Contrasta la quietud.
La torsión del metal. La geometría
impura de las plantas.
Una imagen:
la aguja detenida
del velocímetro, su cifra exacta.
El mudo desconcierto del cristal
diseminado por el cuero.
Un reflejo atrapado en cada trozo.
Un instante de algo.
Una frase borrosa.
Tectónica
Fotografías de tu cuerpo, rotas
y recompuestas al azar. Fragmentos
de ti que ahora son un animal
vigilando tus ojos. Una grieta
dentro de las palabras. Una sima.
Podría congelar aquí la imagen,
y que cesara todo en un temblor.
Warhol
Miro un espejo y sólo veo
el esqueleto de un relámpago
varado en el desierto. Alguien duerme.
Alguien nos sueña. Comprobaron
la eficacia del método
en animales superiores:
un elefante cae a plomo
ante los ojos de la prensa.
Corriente alterna. Color plano.
Digo relámpago y es bello.
Digo descarga de dos kilovatios,
y el olor de los cuerpos
derretidos por dentro
y nada ocurre. Un jirón
en la carpa del circo:
sólo la trapecista ve la luna
deshaciéndose
como un grano de sal, también sus huesos
en el centro del aire desgarrado.
Alguien la sueña y en ese instante
despierta con un grito. Amarillo
plano, violeta riguroso,
copia tras copia. Una máquina
de huesos. Un retrato al natural
del vacío. Aquí.
Gas
Descripción del sujeto: una máscara,
un número de serie, dos grilletes.
El brazo izquierdo tatuado
con un dragón. Un nombre de mujer
en letras góticas adorna el otro.
Mueve sus alas negras
salpicando de tinta
los uniformes. Y comienza.
Debajo del asiento
una caja de estaño
llena de ácido sulfúrico,
pastillas de cianuro de potasio.
Observa el movimiento
de las agujas del reloj.
Apenas perceptible, como el gas.
Descripción del objeto: un octógono
de acero con ventanas de cristal
en varios de sus lados. Mirar dentro.
Más adentro. Vagones atestados
de carne temblorosa. Lo invisible
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.