La vida son dos días de los cuales
hay uno que durmiendo lo pasamos,
el otro solamente caminamos
de acá yendo hacia allá cual carcamales
fingiendo que soñamos.
Dos días y dos días, cuatro días,
si sumas a los cuatro otros dos más
hay otros que vendrán y no verás,
metido estoy en tal galimatías,
dar quiero marcha atrás.
Dos días nada más, ¿eso es muy poco?
¡no puede ser así, no me lo creo!,
el tiempo en que me todo y no me toco,
me hurgo en la nariz, me saco un moco,
me paso en el recreo.
Y tú por qué lo sabes ¡quién lo ha dicho!
si tú ya eres más viejo que la pana.
Me niego a percibir tal voz malsana.
Quisiera no pensar que eres un bicho,
¡pues no me da la gana!.
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.