YO no sé por qué escribo como escribo,
y tampoco por qué YO hablo tal cual hablo,
si debiera YO estar en un establo
o subirme al altar YO es de recibo.
Ni sé para qué digo que YO vivo,
y aun menos YO comprendo por qué amo,
si al cielo YO en apuros le reclamo,
e inseguro YO estoy lo que percibo.
Por no saber YO ignoro si ahora miro,
y si algo YO no entiendo, lo resalto,
cuando digo YO voy, me doy el piro.
Comentario del autor sobre el poema: Es muy corriente hacer uso de palabras cortas, yo, el, aquí, allí…etc…a la hora de hacer uso de la métrica. Yo aquí he querido hacerlo así de sopetón, al tiempo que doy satisfacción al ego del YO.
su aliento menguó
entre mis brazos
fragmentando el suelo
cerrando mis ojos con él
Intemperie
Él le regala su último adiós
La despide con la mirada envejecida
como quien ha visto tanto amanecer a su lado
que conoce todas las noches de su cuerpo
Ella le sujeta el alma
la anuda con palabras que ya no dicen
que son sólo errancia
Promete otra noche
una última noche estragada que no sepa de mañanas
que estalle en el temblor de las carnes
ni siquiera pedí la oración
que me cuelga del pecho
Yo no quería estar muerta
para pelearla desde mi tumba
—
Era imposible salir ilesa
de toda la oscuridad
que eres
—
Si al menos un árbol
revelara
todo lo que calla la noche
—
El ángel pidió
un sacrificio de amor
lo llevé a mi infierno
lo hice arder
—
Un pájaro intenta
el escampado en mi ventana
no sabe del diluvio dentro.
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.