LA VIDA ES UN SUEÑO DISLOCADO (Mi poema)
Filoteo Samaniego (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Pues la vida es un sueño dislocado,
como un muerto que piensa aun está vivo,
una copia que expira en un archivo,
la fuente en la que el caño ya se ha ahogado.

Tan fuerte como odiar a un ser querido
para luego volver a ser amado,
sentir que en un desierto estas perdido
para poco después ser encontrado.

Señor, dime si fuiste tú el que un día
le robaste el destino a mi esperanza,
al alma de hoy. mi lágrima vacía,
el corto recorrido, a mi distancia.

Ahora ya de buscar vivo cansado
no sé, no puedo, no quiero ya buscar,
el verso excusas son ¡a qué negar!,
y un quite para mi ego desolado.
©donaciano bueno.

Un #sueño, lo dijo Calderón y añado yo, sí pero dislocado Clic para tuitear

MI POETA SUGERIDO: Filoteo Samaniego

Filoteo Samaniego

ULTRAJE DEL RÍO

Vagaron por el río, muerte y vida,
como hermanas o amantes,
unidas al cuerpo de la orilla;
avanzaron hacia el fondo del mar,
dominio del olvido.

Se abrieron los ojos prendidos del cocuyo
y aquéllos, del incrédulo y su asombro.

Flotaron, en la noche, cruces sobre cada nombre;
y nadie aprendió tanto nombre sumergido.

Advino ese noviembre sin razón
y se indignó el agua ultrajada.

Surgieron la queja y el reclamo
y nadie pudo responder el clamor del agua absorta.

Tras las cañas aguaitaba un ojo abierto,
un tajo de luz,
machete que hendía las pupilas.

Valieron más la ceguera y la noche.

Valió esa víspera
anegada de insectos y de lluvia,
de huesos doloridos,
de pieles descarnadas.

Fue hora de morir, de golpe, por querer vivir,
de golpe.

Miro ahora el espejo del río;
¿en dónde sumergirme;
en qué fondo de azogue;
hacia dónde, hacia el limo, hacia el reflejo?

Voy por las aguas, río adentro,
hasta el hogar del pez,
llevando el peso de propia pesadumbre,
para volver al ojo sorprendido,
y verme en redoblada hondura.

Salir del mí al mundo circundante,
al habla común,
entablar el diálogo y no obtener réplica.

En un lado la imagen sobre el agua, bajo el
agua.

Y en el otro,
los demás y yo,
imagen aún no inmersa,
viéndolos hundirse, como yo mismo,
en abismos y ocultas razones.

El cuerpo desnudo de la tierra

¿Dónde encontrar al testigo,
al hombre despierto que vive su tiempo con un gozo
sustancial y claro;
al que toca las aguas y ve;
al que planta el árbol y ve;
al que ciñe un duerpo de amor y ve el amor;
al que traspasa con sus ojos la distancia
y la duda?

¿Dónde reside el ángel, y dónde sus mañanas?

Ángel sometido en pleno vigor de vuelo y de horizonte,
llevas, contigo, lejana sombra en los ojos…
tú, que crees que el hombre es triste
o que haperdido la voz;
tú, que callas ante el eco y el alarido,
ven y escucha este ardiente testimonio:

Cada mar tiene un sentido, un ritmo, una distancia;
cada mar guarda sus albas, su brisa y sus navíos.

Pero a este mar nuestro,
esencia misma del mar,
le brotaron, de sus entrañas abisales,
magmas de lava gris,
llagas de azufre y costras pavorosas;
mar con alma, gestor de tierras islas, de seres tierra,
de rocas incesantes,
de cuerpos sin memoria dormidos a la sombra
de los farallones:

He aquí el resumen del paisaje,
la forma del mundo subsistente
arraigada al tiempo,
contacto primigenio de especies,
residuo de los siglos en la gran confusión.

Vencimiento (I)

Evidencia y muerte
en la eternidad que me niegan
tus armas de polvo,
tus caminos de humo.

He aquí el compromiso:
transar con el otoño vagabundo;
elegir el consentimiento del junco vencido;
asir la mano del alba cuando, temblorosa,
se anida en los muslos locos,
y amar la carne profunda en sus nieves
y torrentes.

¿Quién abre la flor sin nombre
de tus ojos?

¿Quién gime en tus senos sin reposo?

¿Quién habla, fuera de ti, sobre ti misma,
en sombra de deseo prolongadas,
sin freno ni medida,
aun insatisfechas?

Vencimiento (II)

Idioma vencido de tus labios:
palabras muertas de nieve
brotan, como almendra antigua,
amenazada de males, de albas,
de murmullos.

Y la roca, y la arcilla, sin alas
se aferran al aluvión, huyen del viento
y funden su soledad en la extraña máscara:
rasgos fijos del amante en la edad, imprecisa
y sin tiempo, de la amada.

Fuente alerta, estrella detrás
de la mañana,
tu cuerpo se impacienta sin tormentas
y sin nadie.

Arco de sol y hierba mordida porque
las cenizas del vencedor
urgen la agonía de la flor tenaz.

Fardo de placer, que nunca soporta
te vence, con su peso, en la noche:
el canto se acumula en tus silencios,
y un torrente habita e impacienta
tus surcos cavilosos.

Vencimiento (III)

La puerta del alma medio abierta:
por allí, te exilias del ardor del día,
preservándote.

Más acá, serías como un fantasma
tachonado de agujas, miradas y dicterios

Incesante herencia de crepúsculos,
revives el mar, la ola elemental, el eco
transparente y mágico.

Pero el reino de tu cuerpo tambalea
se cierra el libro.

Nace el enigma y la evidencia de vida
y habla el silencio.

Estás presente y se me abren tus camino
de fuego y tus depuestas armas de luz.
¡Yaces, al fin, vencida!

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