COMO UN OKUPA (Mi poema)
Ramón Xirau (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA…de medio pelo

 

Al borde del sendero al cielo raso
he venido a vivir como un okupa
gozando de la gloria del parnaso
a solas con la luna y con su lupa,
a nadie haciendo caso.

He irrumpido sin trabas ni permiso
sin nadie que impusiera condiciones,
y nada de llamar, sin previo aviso,
y todo que robar como ladrones
que asaltan algún piso.

Compañeras de viaje las hormigas
y arriba tan pequeñas las estrellas,
¡qué dulce el navegar viendo esas vigas
tan raudas, relucientes y tan bellas,
y amables, tan amigas!

A solas soy okupa con mi sueño,
que vivo sin candados ni cadenas,
gozando libertad, de mi soy dueño ,
evito que me caigan más condenas
o muera en el empeño.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Ramón Xirau

Cerezas

A Octavio Paz
en su aniversario

Rojas las cerezas,
rojo el claustro iluminado
de vidas limpias. Claridad.
¿El sol, cántico de fuego?
Rojas las cerezas?
todo luz, todo mar
todo claustro.

Gradas

A Ana María

I

Las estrellas nos miran lentamente
cierran sus ojos las bahías. El arco
de luz cerca los cabos en la ruta del fuego,
foques, banderas en las barcas, fosco
el fuego atónito de las naranjas,
en el aguanueva de los naranjales. Las bridas
de caballos pensados, pesados, imaginados,
lentamente nos guían igual que las estrellas,
cobarde noche, no puede con nosotros
tu oscuridad de marivientos
y raíces en el acantilado. Ah, todo canta, canta
en las encrucijadas del desierto: arco breve del mar.
Calamar, astro-nieve, lentamente
me deslumbran (el sol en las espumas
hace castillos breves de marinieve y trigo).
Los labriegos se mueven ?leve moverse?
Como en casa de Brueghel, como
Los ríos se mueven; no, que se anudan
en las pinturas altas de balcones abiertos,
en las huellas en un sueño que reflejan
las purísimas
aguas de un ojo que no veo
ni puedo ver con ojos
carnales, oh dioses del mar, oh dioses encendidos.
(Grupo exacto e intacto de flores amarillas
en las sendas del bosque, en los atajos
de la vista me cercan, beben, cantan ?no,
no me cercan. Ah, barcas. Lentamente
los ángeles de viento y de poniente
ríen, las flores de los áloes
me esperan no sé dónde o lo sé poco,
más allá de las fuentes
oh barcas. Todo es ejercicio de belleza
sobre las olas azulencas.)
Los áloes, las miradas del cabo
?mar adentro?, flores de espuma, crecen.
Mediodía. Todo es silencio y en la roca
el mirar Tuyo crece, nunca
visible, mas visible eternamente
como la ola visible arena toda
como tronco y maderas todos leves
como la luz sencilla memoriosa
Mente.
(Chillan gaviotas-naves oro leve y Dios
pensar del pensamiento horrorizado el pico
restauradoramente-isleño y cree y creo
mimosaluzcongojahonestaohfleuve
de mirar irritado, malquiere, maloduele
oh barcas, barca, barcas
oh las barcas)
Una hoja navega en este río
y es verde y pura mar de luz y mar.

XI

Barcas de mar azul,
los olivos ramos y remos de todo pájaro
hablan, cantan, Gregorio, con luz
que no admite tinieblas. Se abren los libros,
se abren todos los signos ?barcas, barcas?
las estrellas nos miran lentamente,
cierran sus ojos las bahías. El arco de la luz
a pesar de Dolor, canta, todo canta,
cuando las naranjas maduras, en el campo
verde caen y son luz,
ah, mar, de barcas, barcas, barcas,
en la bahía abierta, en el cristal
de la bahía de las barcas, barcas, cuando
las naranjas se abren en el cielo.

Templo

No sé si el tiempo nos busca anillo de luz
no sé si las naves azules
ven olas de luz en el camino
del templo. No sé si las miradas de las olas
renacen en las hojas, en las yedras,
en las arenas.
Las encrucijadas del viento, las ferias de la mañana
encienden, noche adentro,
las zarzamoras del fuego.
Mundo: ejercicio de los equilibrios leves
cae y no cae en el atardecer encendido,
no sé si nos ve en las yedras del templo.
¿Nos mira, nos mira, nos mira Sinnombre?
Sé que el silencio estalla
en las fresas vivas
de la tarde.

La luz de los naranjos

La luz de los naranjos.
Todo universo es árbol,
cae en el sueño de tu cuerpo,
se duerme
en los párpados del agua.
En la noche de tus ojos
ascendían las barcas;
el naranjo colgaba
cielo adentro
olas doradas de la tarde.
Sueño de los naranjos
cerca del tiempo incierto,
nacen y crecen, viven,
árbol de luz, las playas.
El mundo es sabio en el camino
de los amarillos eternos, enamorados
Del aire.

Nuestro otro

Nuestro Otro, todo es claro en el paisaje,
las velas en el mar, los sauces en el campo,
el amor en los ojos, los soles hacia el sol,
claror del mundo, claror de nuestro sol,
olas, olas, ríos breves,
ah, playas
el limonero todo verde
ilumina el espacio
y lentamente, enamoradamente, todo
es belleza.
Todo es sencillo, todo claro.
Mirad:
el mundo es tal como se ve.

El arco de la luz

El arco de la luz
a pesar de Dolor, canta, todo canta,
cuando las naranjas maduras, en el
campo
verde caen y son luz,
ah, mar, de barcas, barcas, barcas,
en la bahía abierta, en el cristal
de la bahía de las barcas, barcas, cuando
las naranjas se abren en el cielo.

Fresas

Las fresas rojas
son rojas,
las nubes blancas
son estas nubes blancas,
la hoja verde amarilla
es verde es amarilla,
la muchacha clara
es la muchacha clara,
las olas azules
son las olas azules,
todo está en todo menos Tú,
rojas, las fresas
¿sangre? no sangre
fresas, campo en el alba.

Gavillas

Anudamos la luz. Brillan las gavillas, la cesta

llena de frutas sabrosas.

Y pasa el río y el tiempo nos pasa

de la cosecha. Pasan vientos

quieren tiernas las aves rojas
en el esqueje de la tarde.
Navegan lentamente los animales del cielo.
Verde la noche

La luz

los juncos, las frutas

cerca sí, muy cerca, las gavillas.

Carta

(Recuerdo de Vermeer)

Suave brilla el espacio del rostro
cabellos dorados
los ojos, los ojos no se distinguen
miran de cierto
triste risteza —¿sorpresa?—

La ventana, abierta, te repite
y tus ojos no ven
leen, sí, palabras invisibles—
—¿poco visibles?
miran la carta y no miran

El cuello albo del todo
junto al verde
doradamente verde
es la tarde ya tarde quizá la tarde

¿Qué miras y qué ves si miras
con los ojos invisibles
ausentes ojos?
La tarde más bien, augurio del deseo
suave y muy suave el campo el campo
verde verdísimo campo de la tarde. ~

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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