NIÑOS DE LA POSGUERRA (Mi poema)
Vilma Vargas Robles (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Yo nací en el cuarenta, en Castillla la llana,
una hermosa mañana de algún hermoso día,
con perfume a tomillo, romero y mejorana,
la pena de mis padres*, saltando de alegría.

Mi infancia son recuerdos de esquilas y cencerros,
de ovejas y pastores en pura sintonía,
llevadas al aprisco por endiablados perros
del pueblo tras morirse las tardes cada día.

Las clases en la escuela, los libros, los maestros,
los cuchicheos nuestros, castigo a la pared,
los renglones torcidos, los números siniestros
y bajo los pupitres copiando alguna vez.

Y al terminar las clases felices como enanos,
corriendo hacia la plaza dispuestos a jugar
a la dola, a la tuta o a moros y cristianos,
a griegos y a romanos y siempre sin parar.

Y el vino, las bodegas, la leche, los calostros,
cada año la matanza con el mismo ritual,
los domingos a misa y en vendimias, los mostos,
las fiestas patronales, como era allí habitual.

Sembradores de sueños, de espigas en la frente,
el sol y aire presentes en nuestro caminar,
preñados de respetos y siempre sonrientes,
al cura, los maestros, padres y al General.

Si volviera a nacer, nuevamente quisiera,
rodeado de pinares ver el atardecer,
en la orilla del río, jugando en la pradera,
con mis sueños al viento y aprendiendo a crecer.

Niños de la posguerra, éramos aprendices
cual pollos de perdices con ansias de volar,
repletos de carencias mas siempre tan felices.
Los frutos de estos tiempos sólo hoy saben llorar.
©donaciano bueno

(*) Después de tres varones, mis padres esperaban una niña.

Nacimos carentes de todo menos del amor de nuestros padres en una sociedad viva que aspiraba a reinventarse y olvidar. Y, por supuesto, éramos felices. Ahora que lo tienen todo, sólo se escuchan voces plañideras.

MI POETA SUGERIDO:  Vilma Vargas Robles

Tegucigalpa

Me dueles
como si el aire entumecido de tus tejados fuera conmigo
y me dieras la fuerza en un jadeo.

Dejas piedritas en los ojos
-visibles en las noches-

Temo caer.

Balbuceo frente a un mapa.
Pienso huir y sigo buscándote,
tierra hendida donde me ahogo y broto ásperamente.

Conjuro

Mejor sonrían ojos que no ven.
Esta ciudad hecha a perder los sueños,
su hervor malogra las apariciones.

Quizás debí pagar antes el verso:
se ha vuelto una espiral
este humo de muerto
que el techo me devuelve.

Se me tiene por una extranjera,
aún así no dejo de tender
mi trampa a los demonios.

Arderá cada rincón donde estuve,
pero de mí no esperen
más que este odio imantado.

Inscripción

El amor me ha oscurecido los ojos.
Quedó como un astro la herida
y este mundo, que es triste, lo ha olvidado.

Oculto permanece
el muro en que pinté los nombres de tu boca.

Cantó desde un sesgo de tierra:
el cielo lo han quemado.

Mediodía

Duele el poema.
Hay una paloma abriéndo el pecho.
El sol salta como una llama
hasta quedar en el pavimento.
No hay regreso. Prisa es la mañana.
El perro siguió la cadena de su amo.
Hecho polvo un hueso.
Se fue la paloma desnuda
sin ser mirada.
El calor se deshace en un charco de imágenes.
El papel va sudando.

Las palabras

Las palabras no son de este mundo
sino cuando caen a tierra
semejantes a frutos o demonios.
Vivir ha sido convocarlas.
Tengo una sola almohada,
un sólo respaldar,
pero cuido mi vaso,
mi risa;
en la espesura de las hierbas inclino mi cabeza.

Y también he llorado,
pequeña,
mal agarrada a la vida.

Mirad:
la belleza de un oficio me ha encorvado.

Endecha

El cielo es ya un color mezclado.
Como único paisaje una niña se aleja.
Nos hemos mirado al pasar,
(todas las historias están en sus ojos).

Treno

Mañana nadie te borrará las lágrimas.
Corre en mis venas,
crece en mí antes de que me oculte.
«Qué es lo que fue? Lo mismo que será».
La tierra como un vaso,
vacía,
como una rosa sin destello.
Ven.
Mañana no podrás seguir mis pasos.

Días de 1979

El sol se abrió como una mueca en la almohada,
despertó a los amantes
que se besaban sin reconocerse.
El mundo chirrió
como una horca
en el momento en que esperabas
cantar sin sobresaltos.

Que no te miren de reojo los muertos,
mantén furme el instinto del abrazo,
defiende tu salud,
cuida los nombres
y hasta el vacío
como un homenaje.

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Soy uno más que pasa por la callemirando…
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