Estas tierras que hurgando al mar le arañan,
-y nunca he percibido como propias-,
parecen unas de otras xerocopias
suspirando al pasar mientras se bañan
fumando cornucopias.
Esos campos tendidos que a secar
disfrutando el placer del sol naciente
en llano y rectilíneo recipiente
propensas con el líquido a soñar
borrachas de aguardiente.
Esos mismos que ignoran que el nevar
son gotas de un glaciar que se fundiera
y, hete aquí, que al llegar la primavera
lucen mantos con flores de azahar
que adornan su mollera.
Y un día para unir sus diferencias
ella misma se inventó a un Tribunal
que marca sobre el agua el bien y el mal
y además de regar lava conciencias
a el que es más animal.