YO ADMIRO A LOS JÓVENES (Mi poema)
Armando Soriano Badani (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

Yo admiro a aquel que lucha, los que tienen
el alma emprendedora en su ADN,
se enfrentan a la vida como viene,
que a la comodidad nunca se avienen.

Yo admiro en su libro a don Quijote
así que los que lean llamen loco,
que ansían descubrir el Orinoco
o ser de los infieles el azote.

Iluso que se lanza a la aventura
con ansias de lograr un objetivo,
supera mil tropiezos, sigue vivo,
carente del estado de cordura.

Me gustan esos jóvenes valientes
que pelos van dejando en la gatera,
de sueños van llenando a faldriquera
así puedan brotar inconsistentes.

Me gustan los que ven el amarillo
y el verde paseando en la pradera,
que el reto de la vida ven sencillo
y que hacen del soñar una quimera.

Que al mundo nunca lo hacen los pacatos,
y menos los cegatos y gandules,
y el cielo e incluso el mar, ambos azules,
a veces se revuelven insensatos.
©donaciano bueno.

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MI POETA SUGERIDO: Armando Soriano Badani

Armando Soriano Badani

Réquiem para una próstata

Completo

En la entraña recóndita y umbría
del misterio del intimo organismo,
la próstata regula en armonía
la función vesical del cuerpo mismo.

Su crecimiento es negra profecía
que altera el armonioso mecanismo
presagiando sombría cirugía
en el sendero de un cruel fatalismo.

Su hipertrofia señala su sentencia
de proscripción total irremediable
que marca su destino ineluctible.

¡Próstata mía!, tu sentida ausencia
amenguará con trágico sarcasmo
la albura incandescente del espasmo.

A don Francisco de Quevedo

El corrosivo genio de su pluma
trasciende en la nobleza de su estilo
desde el distante ayer color de bruma
hasta el presente diáfano intranquilo.

Atrevido lenguaje cruel exhuma
la picaresca con festivo filo
y su numen satírico es la suma
de invectiva social de refocilo.

Intacta está su imagen, prez y altura,
vivo el retrato del Buscón Don Pablos
vagamundo travieso en la aventura.

Y la gracia picante de vocablos,
brilla en sus ojos de inmortal bravura
que hieren fieros como dos venablos.

Décimas de amor

Adormecida de bruma
urde la noche sombría
una doliente elegía
que la pesadumbre exhuma.
Flota como espesa espuma
su imagen en la distancia
y en espiral su fragancia
torna al punto de partida
como ensoñación vivida
con deleitosa sustancia.

Capta mi sien vigilante
latidos del pulso inquieto,
que denuncian el secreto
íntimo temblor quemante.
Intuyo su piel fragante
de quebrada ardiente poma
y en su sonrisa se asoma
un esbozo celestial
que algún artista genial
pintara en su leal idioma.

El arco de su cintura
curva tórrida que anhelo
es un recodo de cielo
invadido por su albura.
Su transparente figura
retrato de mi obsesión
presagia la sensación
de la cúspide del goce
que su ansiedad reconoce
en muda revelación.

Palpita su piel de estío
en convulso logaritmo
animado por el ritmo
de improviso escalofrío.
Encuentro en el desvarío
el encanto de la miel
y en fragancia de clavel
llueven arpegios de besos
tremulantes embelesos
en la fragua de su piel.

En la penumbra su voz,
se quiebra con la cadencia
de incontenible secuencia
que incuba el ansia feroz.
Un paraíso veloz
anestesia el entusiasmo
y vaticina el espasmo
un adagio ternuroso
tras vivace voluptuoso
que llena el alma de pasmo.
Tibio temblor sensitivo
se transfigura en pasión
con la sangre en convulsión
que intuye halago fruitivo.
Fugaz pensamiento esquivo
anima el remordimiento
y como un deslumbramiento
que induce la persistencia
una feliz evidencia
invade a su sentimiento.

Como lánguido violín
tras el éxtasis se queda
su frágil cuerpo remeda
un desmayado jazmín.
Como encendido carmín
brilla el rubor de su faz
y se mitiga el salaz
impulso semiencubierto
que descaece ya muerto
en la esplendidez fugaz.

La golondrina de un beso
incendia la madrugada,
y la angustia abandonada
de un sentimiento confeso
deja el corazón impreso
de una radiante alegría
por la sublime ambrosía
de su cuerpo transparente
que cobija la simiente
con signos de profecía.

Su abrazo como un espliego
inunda de aroma el lecho
y voraz beso al acecho
marca su impronta de fuego,
precedente del sosiego
que calma la excitación
como una revelación
del deleitoso nirvana
que declina en la mañana
de una noche de pasión.

Su oscura piel sensitiva
de mi pasión cautiverio
me persigue con su imperio
que la intimidad aviva.
Una fiebre compulsiva
funde las ansias despiertas
y las caricias alertas
son dulce callado grito
en este pagano rito
de complacencias inciertas.

SOMBRA DISTANTE

Dejé de amarte, con designio inscrito
En el ávido ardor de tu impaciencia
Y el inmolado amor, frágil, marchito
Mostró amargo, su incrédula evidencia.

De mi deseo tu calor proscrito
Dejó al amor sin mística clemencia,
Que calmara tus ansias de infinito
En el umbral de tu fatal ausencia.

Fugó mi encanto al contemplar tus ojos
mostrando del amor vanos despojos
del éxtasis de fuego del pasado.

Y vaciló mi brazo siempre alerta
cubrir tu imagen inasible, incierta
Ausente como espectro abandonado
(2002; de «Fuego incesante»)

Arrobamiento

Contemplando extasiado tu semblante
surgió de pronto extraño sentimiento
cuando luz de tus ojos fulgurante
rimaba con tu piel de blanco argento.
En la fascinación de mi alma errante
por tu imagen de dulce arrobamiento
sentí en tu boca el hálito fragante
junto al amor de fresco advenimiento.
Serás de mi pasión sublime esclava
como la fuerza en el volcán la lava
o en mar bravío la rugiente ola
mientras te dice mi ardoroso canto
exaltando tu inefable encanto
nunca mi amor ha de dejarte sola.

Gracia plena

Abatido de inconsolable pena
mordía mi dolor la cruel ausencia
de misteriosa Venus que encadena
el enigma de amor en mi impaciencia.
En imprevista matinal escena
su luminosa celestial presencia
dulcificada por su gracia plena
llega con el candor de su apariencia.
Dorado de sus ojos reverbera
como límpido sol de primavera
donde la angustia se marchita y pierde
mientras su busto de fragante aroma
como bañado por la luna asoma
desde el escote de su blusa verde.

Júbilo fugitivo

Tu diáfana sonrisa deleitable
liberada de angustias persistentes
ha concentrado el sol
en el sublime diseño
de tus labios de púrpura encendida
anunciando el festejo
de una nueva alegría transparente
evanescida de nébulas y sombras.
Las lágrimas pendientes
del brillo de tus ojos tristes
son el extinto llanto
de las umbrías inquietudes.
El palpitar de tu misteriosa
agonía resignada
se ha tomado en caudal jubiloso
de mensajeras ilusiones
pródigas de sortilegios ventureros.
En tus manos han vuelto a florecer
tus ternuras proscritas
y toda tu presencia
retiene la fragancia
de tu invicta pureza
invadiendo tu alma generosa
henchida de fruitivos indicios.
Queda en mis labios
la dulzura perenne de tu beso furtivo
como un relámpago de luz
en el alarde de la noche
mezquina de promesas.

Febril quimera

Tras la inquietud de mi doliente espera
como un flexible junco su figura
tornando en realidad febril quimera
llegó con transparencia de su albura.
Su mirada de miel fue la agorera
de una pasión fundida en su ternura
como mágica mezcla venturera
que deja inmaculada su alma pura.
Su candor sensitivo sorprendido
cautivo en sentimiento adormecido
se demudó con pasional instinto.
Y en éxtasis del divinal concierto
el sortilegio del amor despierto
se deleitó en sublime laberinto.

Amor ferviente

Poblábanse mis sienes del recuerdo
de su imagen en la nocturna cita
donde mis ansias con dominio cuerdo
exiliaban la fiebre que me agita.
Su cuerpo grato en movimiento lerdo
es de púdica ninfa que concita
a insólito placer en que me pierdo
con pasión que a mi alma supedita.
Tras un abrazo que mi afán codicia
sentía de sus labios la caricia
en el edén de mágico embeleso.
Mientras arpegios de una sinfonía
ilustraban el amor que nos unía
en el calor de un prolongado beso.

Idilio inconcluso

El último celaje de la tarde
desveló el misterio
de la nocturna cita
con el lirio fresco
de su imagen venusta
de benignas tibiezas
y recónditos fuegos escondidos.
El milagro de un beso
urdido entre las sombras
como diligente preludio
de sus abrazos predilectos
confortando mis apremiantes ansiedades
propició el vórtice
donde se enredaban silentes
nuestras jubilosas sensaciones
consagrando el inefable halago
como un síncope fugaz
colmado de suspiros y latidos.
El vestigio de la lámpara dorada
mostraba en claroscuro
la dulcedumbre de su virginal semblante
como un cautivo lirio desmayado
tras un extraño amor desvanecido.
Mi silenciosa gratitud
envuelta en el exótico aroma
de inciensos voluptuosos
selló la bruma de la despedida
con el pudor de su beso apresurado.

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Donaciano Bueno Diez
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