YO VI LA NOCHE OSCURA (Mi poema)
Pedro Enríquez (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Yo vi la noche oscura…
¡qué dichosa aventura!
preñada de misterios, repleta de silencios, cargada de leyendas,
caballos que cabalgan sobre nubes oscuras y de sombras inquietas
-nublado, tenebrosidad, fantasmas, tinieblas, anochecer asceta-
ojos sin ojos, sueños dormidos y miradas de vientos de amargura.

Trin tran, trin tran, suenan las campanas,
trin tran, trin tran, la luna sale a pasear,
trin tran, trin tran, el cielo oculta su alma,
trin tran, trin tran, ya llega la oscuridad.

Yo vi la noche fría…
¡pesar del alma mía!
castillos multiformes con crestas puntiagudas y espuma gélida,
inundada de húmedos susurros por el aire, vagan por sus venas,
soplos de aire que hielan las entrañas, mantos de escarcha y turbulencias,
tormentas, pérfidas borrascas, susurros que pierden en la lejanía.

Trin tran, trin tran, resurgen las ánimas,
trin tran, trin tran, del cementerio al pasar,
trin tran, trin tran, con sus sombras alargadas
trin tran, trin tran, y yo me pongo a rezar.

Yo vi la noche pálida…
¡igual que mi áurea calida!
con penumbras de alargados chopos y lilos de tristezas inundados,
montañas montaraces, nevadas prepotentes y colinas arropadas por montes escarpados,
caminos de sueños sin alma, rotos por mor de horizontes truncados
de vahos huecos de niebla que inundan mi corazón de amor escuálida.

Trin tran, trin tran, El silencio inunda la plaza
trin tran, trin tran, veo un vecino pasar
trin tran, trin tran, adios, Juan, hasta mañana
trin tran, trin tran, comienza a clarear.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: 

Pedro Enríquez

POESÍA PARA DESAFINADOS

Vuelven al origen las palabras,
yacen eternas en esta tarde de flores
sin destinatario,
trazo líneas paralelas sobre el blanco de la vida
y un pentagrama se incendia con una gota de agua.
si supieras tan sólo del camino de una lágrima en abandono.
Dame una nota equivocada en el recuerdo,
un violín líquido asumiendo la memoria,
un barco equivocado quemando amarras,
un limbo de música sorda,
inútil la batalla,
palabra contra palabra,
desnudo contra desnudo.
Nadie afina la madera de lealtad amante.
Una sola nota desasida,
abierta en el alto de una hora sin rumbo,
esta mente del encuentro sin el otro ni espera,
utensilios para la disección del pensamiento,
orígenes del abismo,
sediento de opuestas alegrías,
buscando nombres posibles para la canción imposible,
buscando una meta para las líneas atrapadas.
Labios de jengibre, palmera donde nace el beso,
aspas las manos, vaivén de baile,
abrazo de agua,
poesía para desafinados.

SERÁS MI MUSA

No sabes nada del amor.
Tengo la esperanza de un ave.
Arrójame al agua.
Me gustan las mujeres inteligentes,
serás mi musa.

Sólo te amas a ti mismo.

No soporto este lugar,
abundan los espíritus.

Mira las garras del búho,
contempla las antorchas encendidas.

No cierres las ventanas,
bailemos frente al peligro

Arranca mis prendas,
suelta los escorpiones
sobre el sofá.
Arrodíllate,
jura que me querrás siempre.

Sólo ámame,
no pienses.

Mañana seré más creativo.

Enciende la estufa,
tendremos un hijo.

SALA DE LOS SECRETOS

Extendía el arco su sombra,
luz detrás,
una puerta, un muro antiguo
abierto acaso al destino,
luz de otro signo, de otra edad,
tibia y ausente
como recordando el abrazo extraño,
guardián de la piedra hacia lo desconocido.

En los arrayanes el agua,
ardiente y rota el agua
en su ir y venir al viento,
unida en su cansancio
para luego morir en el pico de un pájaro,
salvada de su deseo una sola gota,
un signo de alas
quebrando el silencio.

Y única, altiva, infinita y existente,
como un punzón de rosas desgranándose,
yendo, viviendo, ofreciéndose
a herir el aire
en cada rincón de la sala de los secretos,
la palabra,
la palabra horadando la piedra,
buscando resquicio en la bóveda dolorida,
espacio en los huecos de otros siglos.

Voz firme y serena,
sangre de versos perfumada
en cada rosa blanca o negra,
de sombra o luz,
jazmines rompiendo otra tarde,
la siempre tarde,
el corazón abierto,
como si la tristeza o la indiferencia
que nos acompaña
—quizá la soledad con que caminamos
aislados la vida—
dejara polen en los ojos,
aroma en la piel,
existencia en los labios,
serpiente antigua pisada por las breves sillas,
lívida y quieta,
domador viajero el discurso del poema,
faquir experto con las manos del Nilo
en el recuerdo.
Y como una fugaz tormenta
que se pierde antes de poseer su altura,
el tiempo,
el tiempo
fiel enemigo y eterno acompañante,
detuvo el encantamiento del poema y la memoria.

Después, o casi nunca,
porque el sueño siempre engaña
en el cristal los jardines,
guardé un ala de flor,
pisé hojas caídas
de árboles abrazados,
hablé palabras sin importancia
con algún conocido,
hice inventario del sol que rompía rojos y verdes
sobre las torres silenciosas.
Me detuve antes del peso de la ciudad
y escribí estas líneas,
bajo su nombre,
entre las páginas de un libro.

DEDICATORIA

Dedíqueme usted esta flor de arena.

(Levanta la mirada
luz en la costumbre de la pluma
piensa
sonríe acaso infinitamente
tristeza
pájaro de ilusión
veintitrés siglos
dibuja una granada el sueño).

Hace muchos años…
No importa
yo recuerdo desde el otro olvido del agua.

(Se inclina
traza un signo de estrellas sobre los versos
formas de humo).

Fue casi ayer…
lentamente murmura la sombra
que se aleja.

DIARIO REFLEJADO

No hay duda esta noche
en que termina el amor
y es martes y trece —o miércoles desnudo—,
tu diario escrito sobre las sábanas
y la tinta del deseo en el papel de los cuerpos.

Porque no es verdad que exista el tiempo
y es mentira que te visite la memoria.
Al mirar atrás no puedes ver una senda
ni los recuerdos que volverías a pisar.

Sólo este segundo atrapado
entre mis dedos de cuarzo,
el silencio perseguido por mis labios de cristal,
la oscuridad como un gusano devorando
el sabor amargo de las moreras envenenadas.

Tampoco creas que fuiste niño:
detrás sólo es ceniza y viento, miseria y olvido.
un pozo oscuro donde un rayo ciega
los fantasmas de la materia, rosas sin fuego.

Y no es cierto que ayer fuiste joven,
que veinte años eran un misterio en la piel.
Me descubro y te conozco,
tal como somos, como eres,
fugacidad del instante
en que me buscas y te habito.

No insistas, son falsas todas las fotografías
que me muestras de paisajes consoladores.

Éste es tu único retrato, el mío:
la simetría del espejo.

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Donaciano Bueno Diez
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