Una muestra de sus poemas
Así es
Como si hubiera de morir mañana
y una gran claridad ante mis ojos
dejase la verdad, las cosas claras,
lo severo y desnudo y lo más hondo;
como si hubiera de elegir virtudes,
escoger paso y gesto y el camino
que me lleve sin prisa hasta la cumbre
donde la vida cobra su sentido;
como si ya estuviesen derrumbados
el cerco y las murallas opresoras,
confieso libremente lo que amo,
digo verdad, y fiel es mi memoria
a todo lo pasado por mi cauce.
Para nada me sirve la mentira;
entierro las palabras que no nacen
cantando como sangre de una herida.
Elijo la batalla. No me callo
lo que siento verdad. Ésta es mi gente.
Estos hombres heridos, mis hermanos:
almas acuchilladas que se crecen
cuanto más asesinan su esperanza.
Estoy con estas manos y estos pechos
que los puros desprecian y señalan
con la inclemente seña de su dedo.
Estoy con los sedientos de belleza,
con los que no heredaron la hermosura,
con los que lentamente deletrean
y van hacia la luz bajo la lluvia
que cae sobre su amargo desamparo.
Empujo en estos muros carcomidos
del edificio cruel que nos han dado
sin ventanas, con lágrimas y frío.
No lloro lo que ya desaparece.
Miro el ascenso de los tallos nuevos.
Canto la tierra madre donde crecen
las tremendas cosechas de hombres recios
que ya sus propios sueños edifican.
Y pongo entre sus manos mi palabra,
por ellos la organizo, por su vida,
aunque yo hubiera de morir mañana.
CON LAS MISMAS PALABRAS
Con las mismas palabras que se usan
en su nivel pequeño;
con los nombres que expresan la relación díaria,
elemental del hombre
-boca, pared, espacio, voz, silencio,
árboles, río, calle, voz, mirada-,
puedo vestir mi lengua de domingo,
ejercitar la magia,
transformar este mundo.
Todo depende. Si están solas callan.
Dependen ellas de si las llevamos
en amistosa compañía del fuego,
de los aires, del alba,
del amor, del misterio;
de abrazarlas al paso de la noche,
de ponerles los ojos a galopar los campos
que aquí tenemos dentro.
Entonces es posible decir: voy por la calle
de unos ojos serenos
atropellando luces por correr alocado
en estas claridades
que se pierden en pozos donde el agua
se mueve a pasos lentos.
Y es posible flotar lentamente en el río
que nace entre llos árboles que cantan en el pecho.
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***
La plaza azafranada por luces
amarillas, espera. Frías sombras
llenan los soportales. La posada dormita.
Las dos hojas abiertas del
portalón enseñan capachos y tinajas
y una tartana lívida aguadando e el patio.
Ventanas enrejadas. Carreras subrepticias
de gatos sorprendidos.
Puertas húmedas. Polvo empolvado de luna.
Asperos paredones verdes bajo el sobaco formado por las tejas.
Calles. Calles de nombres traspasados de siglos;
Siervas, Mano de plata, de la Traición, Rodado, de Convento, Fuensanta, Tercia y Derrumbadero.
***
Pues es hermosura de ese «Pueblo
de pan y vino,
de pana y de zurrón, de abarcas y peales:
pueblos de blusa y faja:
campesinos sin tiera, jornaleros,
que cuentan aún por reales».
Porque es hermoso y porque
«Es preciso llevar en la mirada la severa
humildad
de los olivos, la sledad viril
de llos pastores,
el rumor de los trigos».
Machado entre nosotros
Hablo a tu corazón,
al latido que vive en tus palabras,/
al luminoso atardecer soriano,
al horizonte yermo,
al humo azul
y al aire entre las hojas de los álamos.
Le cuento a tu dulzura
el desterrado amor que siento por la tierra
que amaste hasta la muerte.
A tu bondad le llevo
un hondísimo abrazo
que llega hasta tu tumba,
final destierro, tierra desterrada,
definitivo exilio de tu cuerpo.