Una muestra de sus poemas
DRÁCULA POST COPPOLA
Denn die Toten reiten schnell
Señora Harker, no haga mala sangre
y déjese llevar fuera del tiempo.
Ojalá todo fuera de otra forma
y no fueran tan frías las mortajas
(ojalá usted aún siguiera siendo
la libre y grácil señorita Murray).
Para poder huir de los salones
de té y de sus abtrusas porcelanas
y escapar de jardines esculpidos
sólo ha de pronunciar mi antiguo nombre.
Yo le daré el amparo de la niebla
y aquella voz que de siempre ha escuchado
al mirar hacia el mar o el horizonte.
Ábrame por la noche su ventana,
sin ceder al temor de lo inseguro:
confíe en el aullido de la noche
(porque los muertos, Mina, viajan rápido,
avanzan al final de cada sístole
y nunca podremos escapar de ellos).
No fue por el dolor de haber perdido
todo aquello que nunca será nuestro,
ni por sudar el pan de cada día
con la sangre agotada en los pulmones,
ni por ver en el otro, el semejante,
la sombra de un aullido agazapado.
Fue por la chispa, el pulso, ese zumbido
que acompaña el febril descubrimiento
en la sien y en las trémulas costillas.
Fue por cada peldaño sobre el aire
y por todos los puentes de la Tierra.
Fue por andar. Fue por alzar la vista.
Recuerda cada vez que desfallezcas
por qué huimos, amor, del Paraíso.
De Rosebud, Tres fronteras, 2015
Penélope
Cansada del estruendo del banquete
que roe su firmeza cada día
la reina se retira, absorta y fría,
al telar donde devana y comete
el crimen de engañar a las arenas
en espera callada de un vacío.
Sieempre teje -y desteje- allí un navío
que pasa junto a rocas y sirenas.
A veces en el tálamo incompleto,
en las noches azules, que son grises,
un sueño busca que esperanza irradie.
Y a veces se despierta del asueto,
y tiembla sudororosa y grita: ‘¡Ulises!’
y solo escucha: ‘nadie, nadie, nadie!.
CONFUSIÓN DEL INVADIDO
Confundo a todo el mundo contigo, vida mía,
y llamo por tu nombre a todos, a cualquiera:
en este ritmo vivo que llamamos el día,
bajo tu prisma veo las aguas y la hoguera.
Con todos me disculpo: «Perdón, le confundía
con otro…», y continúo con mi devanadera…
… y es que me has invadido de ganas alevosas
de llamar por tu nombre al resto de las cosas.