EL GALLINERO (Mi poema) José Luis Parra (Mi poeta sugerido)
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MI POEMA… de medio pelo |
Las Cortes tienen forma de frontón El gallo es el que manda en el corral Qué pintan las gallinas? hacen bulto, Por eso lo que abunda es gallinaza #Se les lama #profesionales de la #política Clic para tuitear |
*Denominación que se da a la parte superior del Teatro.
MI POETA SUGERIDO: José Luis Parra
Una muestra de sus poemas
ADIEU VIVE CLARTÉ
A Antonio Cabrera
Con qué dulzura expira este verano
de corteses tormentas y turbias claridades,
y qué melancolía
no haber sabido aprovechar su regalada plenitud,
aunque el otoño, con pausada cadencia,
no menos pleno y sosegado se presiente.
En el confín de la orfandad,
cimas y abismos, que tanto me elevaron
y me hundieron,
por fin caminan juntos
en una extraña e inquietante calma.
Ah concordia tardía,
la alegría y la desesperación
son ya casi lo mismo.
SENTIMIENTO OCEÁNICO
A José Luis Martínez
Nunca estuve del mar
tan cerca
como en aquel crepúsculo desierto,
en una playa
donde sólo chillaban las gaviotas,
aquella tarde tan lejana,
era a principios de un otoño,
en que nadando
y sin saberlo
-el fragor de las olas, las gaviotas-
me iba adentrando
en el vientre tranquilo de mi madre.
Del libro “Cimas y abismos”
FEBRERO HELADO
Qué lástima no ser una mesa
de cordial corazón hospitalario,
en este restaurante, un día tan frío,
con la nieve al acecho como loba famélica.
Arroparse con el calor de los manteles
y con los platos humeantes, con el vino
de la fraternidad. Qué lástima
no ser morcilla destripada,
tocino en la sartén, dorándose
y retorciéndose,
crepitando y fundiéndose en los brazos solares
del aceite. Qué lástima no ser
cenicero de cálidas cenizas.
Vivir en el acogedor reposo de lo inerte,
no en esta carne trémula, aterida,
a la intemperie por más que intenta arder y cobijarse
-aunque sin convicción, sin esperanza-
en la casa sin lumbre del poema.
AÑO NUEVO
¿Quién me protegerá
de mí mismo? Hago votos
y levanto mi copa en medio del desorden
para que nuestro amor persista, al menos,
un año más. Dolor de cabeza e intestinos
revueltos. Soledad
enconada, tal vez, irredimible.
¿Vida nueva?
Tranquilo…
Sin trabajo, con pocas
expectativas de dinero, dando
palmadas al compás de la marcha Radetzky.
(de: Los dones suficientes – Edit. Pre-Textos, 2000)
Viejo poeta
He recibido todo de vosotros:
premios, honores, reconocimientos.
Se han rendido a mis méritos, con unánime aplauso,
las difíciles puertas de la Academia.
Los jóvenes me llaman maestro y procuran emularme.
Con la edad he logrado domesticar al tigre
que llevo dentro; ser cortés,
amable, agradecido.
Y, orgulloso, en mi pecho ostento las medallas
de las más altas distinciones.
Medallas…
¡Infantiles abalorios,
despiadados cencerros de la gloria!
Cuánto, cuánto daría por ser torpe, inexperto,
maravillado, joven balbuceante
con todos los poemas por delante.
Como el tigre enjaulado
Agotado el paisaje,
consumida la mirada,
la ventana es inútil.
¿Hay algo nuevo bajo el sol?
Sólo te queda abrir las ventanas
en los muros que ocultan tus enigmas
y mirar a lo oscuro.
Sólo te queda abrir otros sentidos
más diestros, afinados, si a tu edad es posible.
Andas por el pasillo a oscuras,
por las habitaciones en penumbra;
te tiendes en la cama en las tinieblas,
y azuzas a las sombras tu esforzada memoria.
Se abre una grieta
por donde entra una luz confusa,
y hueles, casi en lágrimas, el recuerdo
de un olor conocido y exultante.
Como el tigre enjaulado
que olfatea en la noche, tras la lluvia copiosa,
el olor de la jungla.